AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO- Después de la ceremonia en la Máxima Casa de Estudios, y siendo ésta el último evento académico al cual participa el Rector de la UNAM, José Narro Robles, Bokser expresó su emoción por haber sido receptora de tan prestigioso galardón.
El cariño y el respeto de Bokser a nuestra máxima Casa de Estudios se transparentaron ayer, en las palabras que la galardonada dirigió a los presentes, a nombre de todos los receptores de la presea:
“Es ésta una Universidad abierta: al conocimiento, a la sociedad, a los exilios que vinieron primero de Europa y luego de nuestra América, abonando así con la experiencia de exiliar un modo de hacer ciencia, promoviendo encuentros que posibilitaron y habilitaron el pensarnos como Universidad Nacional en la región, en el mundo; Universidad abierta a las migraciones profesionales de quienes somos hijos de exilios y tuvimos la oportunidad de incorporarnos; Universidad abierta, modos de construir los espacios transnacionales del saber” dijo Bokser Liwerant, ayer a nombre de los distinguidos con el Premio Universidad Nacional.
Fiel a la tradición judía del “Tikún Olam”, la académica señaló que desde la UNAM, “nos hemos forjado como creadores y productores de saberes y conocimientos, dedicando nuestra sensibilidad intelectual y profesión a dejar el mundo en una situación un poco mejor que como lo encontramos“.
Bokser ha desarrollado, a lo largo de 44 años, una trayectoria académica nacional e internacional caracterizada por una vasta obra en la que se potencia el saber disciplinario y la transdisciplina, inaugurando nuevos campos y líneas de investigación.
Destaca, a la vez, la labor que la familia Liwerant ha desarrollado en aras de la hermandad y cooperación entre México e Israel
Semblanza de la Dra Judit Bokser Liwerant
Nacida en Buenos Aires, Argentina, cursó la licenciatura en Sociología y en Ciencia Política, así como estudios de maestría en Ciencia Política en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su doctorado en Ciencia Política (con Mención Honorífica) lo obtuvo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Desde su llegada a México, en 1968, se incorporó a esta institución, de la que actualmente es profesora titular “C” de tiempo completo en la FCPyS; pertenece al Sistema Nacional de Investigadores con el nivel III, mantiene el máximo nivel de estímulos en el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo. Asimismo, es miembro de la Académica Mexicana de Ciencias y Distinguished Visiting Professor de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Sus trabajos iniciales se caracterizaron por la contribución a la investigación disciplinaria en ciencia política así como por el estudio de corrientes teóricas y andamiajes metodológicos, trabajo que se continuaría y diversificaría en las décadas siguientes. Posteriormente, desarrollaría temáticas focalizadas en la construcción de ciudadanía, representación y grupos intermedios en México.
Inauguró un novedoso y relevante campo de investigación encauzado hacia el proceso de construcción y búsqueda de modernidad e identidad nacional y su encuentro con el desafío de incorporar e integrar a las minorías. Este campo, en el que se conjugan la Ciencia Política, la Sociología y el análisis histórico con los estudios de judaísmo contemporáneo, recupera la óptica global de la modernidad como propuesta universalizante, así como sus impactos críticos y contradictorios sobre las identidades colectivas (nacionales, étnicas y religiosas).
A su vez, en su obra se perfilan diferentes subcampos temáticos que van de la cuestión nacional a los procesos de legitimación; de políticas migratorias a modalidades de acción colectiva; de las identidades y adscripciones, a la dinámica cambiante de la expresión (y construcción) de la diferencia en la esfera pública. Su estudio sobre las expectativas y márgenes de integración de un grupo minoritario arroja luz sobre la compleja significación de lo extranjero en la conformación de lo nacional, y sus investigaciones se abren a un nuevo eje de indagación: las convergencias y singularidades que inciden en el binomio aceptación-rechazo. De ello se derivan importantes análisis sobre la alteridad, el racismo, el antisemitismo y la discriminación.
A su vez, el transnacionalismo como nuevo ángulo analítico es investigado desde la perspectiva de las transformaciones en la morfología social así como en las realidades e imaginarios contemporáneos de América Latina, sus movimientos migratorios y sus diásporas.
Su trayectoria académica ha cristalizado en la publicación, como autora de 76 capítulos de libro, de más de 70 artículos científicos, y de 14 prólogos y artículos editoriales académicos. Es autora, coautora y coordinadora de 15 libros nacionales e internacionales, y dos más, ya aceptados, que están en proceso. Destacan, entre muchos otros, Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México durante la primera mitad del siglo XX (1991, 1192 y 1995); Encuentro y alteridad. La vida y la cultura judía en América Latina (et al, 1999); Agendas de investigación y docencia en Ciencia Política (1999); Las Ciencias Sociales, universidad y sociedad (2003); Identidad, sociedad y política (2008); e Identities in an Era of Globalization and Multiculturalism. Latin America in the Jewish World (et al, 2008); Transnationalism (et al, 2009); Pensar la globalización, la democracia y la diversidad (2009); y autora y editora de Pertenencia y alteridad. Judíos en/de América Latina: cuarenta años de cambios (2011) y Reconsidering Israel-Diaspora Relations (2014).
Su obra es ampliamente citada por la comunidad académica nacional e internacional.
Ha dirigido 27 proyectos y grupos de investigación y sobresale su participación como ponente en más de dos centenares de congresos científicos (140 nacionales y 101 internacionales). Su nutrida presencia a lo largo de cuatro décadas de congresos, jornadas, coloquios, simposios y encuentros nacionales e internacionales ha constituido una sólida plataforma de desarrollo científico.
Ha impartido 136 cursos y seminarios y ha sido profesora visitante en prestigiosas universidades. Además, ha dirigido cerca de 40 tesis de grado y posgrado. Condujo la reforma académica de los planes de estudio de la Licenciatura en Ciencia Política (1978-1982) y la reforma y refundación del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales (1998-2012), en el cual la investigación deviene pilar de la nueva docencia. Del año 2000 al 2012 se graduaron 1493 alumnos: 1002 de maestría y 491 doctores.
Es directora y editora de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales que, a partir del año 2013, inició una notable nueva época. Bajo su dirección, la revista ha ingresado en los principales índices de revistas científicas.
A su vez, el reconocimiento a su trayectoria se refleja en su membresía en comités académicos nacionales e internacionales, así como en asociaciones científicas.
Fue distinguida con la Medalla Raúl Cardiel Reyes al Mérito Académico en Ciencia Política 2004; el Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz 2007; el International Max Fisher Prize 2008 en el área de educación, y el Life Award, Studies on Antisemitism 2014. La trayectoria académica de la doctora Bokser ha contribuido a proyectar de manera sobresaliente a México en foros académicos e investigaciones internacionales y, a su vez, a promover el estudio de innovadoras temáticas en México.
Su infatigable trabajo académico de investigación en ciencias sociales, la promoción de las instituciones de investigación y la participación ciudadana en la vida nacional como universitaria, acreditan a la doctora Judit Bokser Liwerant como propiamente merecedora del Premio
Intervención en ocasión de la entrega del reconocimiento
Judit Bokser Misses Liwerant
(4 de noviembre de 2015)
Distinguido Sr. Rector de nuestra casa de estudios, muy querido Dr. Narro
Distinguidas personalidades del Presidium
Estimados colegas y compañeros universitarios
Jóvenes académicos
Señoras y señores
Familiares, amigos
Gracias por haberme honrado con la oportunidad de dirigirme a ustedes.
Hablo en nombre propio, pero también en nombre de mis colegas galardonados −profesores, investigadores y académicos− con los que conformamos una comunidad epistémica comprometida con la producción científica y el quehacer intelectual, caracterizados todos por poseer una manera específica de estar en el mundo y entender el mundo.
Es desde esta doble dimensión, en la que se conjunta el compromiso y la creatividad individual con la pertenencia a una comunidad de aprendizaje/docencia e investigación, que asumo esta responsabilidad y privilegio. Confío expresar lo que nos convoca en emoción y pensamiento.
Todas y todos los que tenemos la honra de recibir este entrañable “Premio Universidad Nacional” lo hacemos con profundo agradecimiento y orgullo, conscientes de que un premio de esta naturaleza es un apoyo activo al saber y a la autonomía del conocimiento. Es el reconocimiento a nuestro quehacer y a la responsabilidad que hemos asumido.
A su vez, en una clara y propositiva dinámica de reciprocidad de reconocimientos, somos nosotros quienes reconocemos a la Universidad Nacional Autónoma de México como zona abierta y universo de pluralidades polifónicas en el que habitan y cohabitan las diversidades disciplinarias teóricas, ideológicas, culturales, humanas y sociales.
Es en esta Universidad que hemos tenido la excepcional oportunidad de dedicarnos a observar, aprender, investigar, enseñar y comprender alternativas inexploradas, ignoradas u ocultas.
Es en esta Universidad que hemos asumido que el derecho de saber es intrínsecamente el derecho de ser y entre uno y otro, mujeres, hombres y comunidades, construimos espacios de sensatez, sabiduría y dignidad, convirtiéndonos así en inesperables guardianes de las esperanzas.
Es en esta Universidad que nos hemos forjado como creadores y productores de saberes y conocimientos, dedicando nuestra sensibilidad intelectual y nuestra profesión a dejar el mundo en una situación al menos un poco mejor que como la encontramos.
Vivimos −todos lo sabemos− en un período en el cual los viejos modos aprendidos y heredados resultan muchas veces insuficientes para dar cuenta de nuestra condición, al tiempo que no hemos terminado de formular o inventar aún los nuevos modos de afrontar los retos, las incertidumbres y los riesgos inherentes a la contingencia e indeterminación del mundo.
A diferencia de las generaciones pasadas no tenemos una imagen clara del destino hacia el que parecemos y deseamos avanzar, mientras que el alcance global de nuestros problemas, sus causas y consecuencias, así como los ritmos e intensidades del proceso de cambio –compulsivo, imparable− nos señalan una y otra vez que aquel destino porta los sonidos de una sociedad de flujos globales, de interconectividad, de comunalidad. También de riesgos.
¿Cómo entender los problemas crecientemente complejos e interrogar a nuestro mundo si no es repensando nuestros saberes?
¿Cómo alentar a las ciencias para que aborden de forma renovada los viejos problemas no resueltos, frente a una realidad que exige renovadas formas de conocimiento diferenciadas, especializadas e interactuantes? ¿Cómo resguardar la reflexividad y la autocrítica como exigencias metodológicas y principios éticos estructurantes de nuestra práctica investigativa?
¿Cómo ser transmisores creativos en la formación de nuevas generaciones de científicos?
Los retos de la investigación, su validez y pertinencia; la difícil tarea de producir conocimientos precisos y rigurosos combinada con el indispensable desarrollo de perspectivas generales que nos permitan integrar, más allá de la diversidad, las diferentes visiones; la generación de un marco de referencias que conjunte experiencias específicas, asumiendo la complejidad de nuestro tiempo y la maleabilidad histórica del mundo social; la creación constante de lazos entre la práctica investigativa y docente y la vida colectiva: Universidad y sociedad….éstos son tan sólo algunos de los indispensables senderos por los transitamos y nos invita a transitar decididamente nuestro convocante presente; una invitación de la cual nos sentimos parte, en tanto consideramos que nuestra Universidad es una plataforma excepcional desde la cual seguir generando diálogos con cada uno de nuestros interrogantes, todos ellos emanados de desafíos efectivamente globales pero que merecen ser decodificados y pensados desde las especificidades de la producción científica originada en nuestras latitudes.
Ésta es nuestra vocación, la vocación de la Universidad Nacional: construir, resguardar y nutrir los espacios necesarios para cumplir con la tarea de ofrecer respuestas posibles y contundentes a cada uno de estos interrogantes y desafíos. Una vocación que asumimos desde nuestros espacios de trabajo, que hoy se cruzan y traslapan, y nos permiten reivindicar el amplio lugar que la investigación ocupa en las facultades −como es mi caso, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales− o bien la importancia de los colegas que desde institutos y centros se suman a la docencia, y unas y otros parecemos transmutar y encontrarnos en la figura móvil del investigador/profesor/investigador y su praxis.
Nuestra Universidad tiene historia, una historia que la ubicó en el centro de la construcción de lo nacional y lo regional. Conocemos el lugar que ha ocupado durante cientos de años en la construcción y designio de nuestra modernidad, la primera de las “múltiples modernidades” −las Américas, primer desprendimiento de la modernidad fundacional− buscando su propio rumbo en un recorrido no ajeno a tensiones y contradicciones. Designio institucional y programa cultural en el que la reflexividad, la racionalidad, la crítica y la autocrítica constituyeron y constituyen sus cimientos. La Universidad fue espacio y resguardo frente a avasalladores impulsos por instaurar o imponer una verdad o la herencia de una voluntad homogeneizante que no tolera la diversidad.
Es esta una Universidad abierta: al conocimiento, a la sociedad, a los exilios que vinieron primero de Europa y luego de nuestra América, abonando así con la experiencia exiliar un modo de hacer ciencia, promoviendo encuentros que posibilitaron y habilitaron el pensarnos como Universidad Nacional en la región, en el mundo; Universidad abierta a las migraciones profesionales de quienes somos hijos de exilios y tuvimos la oportunidad de incorporarnos; Universidad abierta, modos de construir los espacios transnacionales del saber.
Hoy, la Universidad se asume una vez más como generadora de cambios y espacio de construcción constante desde el cual rasgar una y otra vez el telón de los dogmas, de los prejuicios, abriendo paso a nuevas constelaciones de significados, habilitando y potenciando la reflexividad, difundiendo la postura autocrítica y libre que nos invita a pensarnos desde nuestras preguntas y las neecsidades de nuestra sociedad, sabiéndonos falibles.
Y hoy, también una Universidad que expande sus fronteras y se expande ella misma en diferentes direcciones, en la circulación de nuestros talentos por el mundo de la ciencia y la cultura.
Vivo en lo personal este reconocimiento a mi trabajo en su calidad y en la visión de una comunidad que reconoce en lo universal la presencia constitutiva de lo particular y lo resignifica en su relevancia nacional.
Estos últimos ocho años han sido desafiantes para México y para nuestra Universidad. Han sido años de crecimiento y proyección en la investigación, la docencia y la difusión de la cultura en nuestras aulas y desde nuestras aulas.
Por todo ello, en voz mía hago este reconocimiento a usted, Sr. Rector, en el último tramo de su conducción responsable, inteligente y comprometida que nos permitió gozar de nuestro quehacer en esta Universidad Nacional, incluyente, pública, gratuita y autónoma, que se perfila cada vez más como baluarte de la densidad institucional que corrobora que el saber no se da en el vacío, que transita por estructuras que dan sustento a nuestra creación.
Los datos abruman.
En estos ocho años nuestra planta académica llegó a 39 mil 227 miembros; nuestros indicadores de productividad y calidad se han incrementado de manera sustantiva; destacan nuestros artículos científicos y nuestros libros (en el Web of Science en 2014 representaron casi 29% de todos los registrados en el país), y en Scopus el 32 %, lo que en 2014 significó que uno de cada cuatro de los trabajos mexicanos registrados en este índice fue nuestro); proyectos de innovación; solicitudes de patentes aprobadas; proyectos focalizados en la propia agenda de ciencia y tecnología, y proyectos sustantivos que competen a la solución de problemas sociales, políticos y culturales- nuestras ciencias sociales y las humanidades, nuestras ciencias todas revogorizadas.
Egresados y graduados que en cientos de miles y decenas de miles conforme avanzamos en los niveles de especialización.
En fin, un universo de Universidad en el país y más allá de sus fronteras.
Este es el último Premio Universidad Nacional que entrega usted, querido Dr. Narro, en su calidad de Rector. Es este un momento muy especial, en el cual afecto y razón nos convocan.
La Universidad nos reconoce; nosotros a ella, y a usted por haber fortalecido una Universidad abierta a la sociedad; que nos protege en nuestros cubículos, laboratorios y aulas de las propias tribulaciones de aquélla, al tiempo que nos concova a atender sus necesidades en nuestra responsabilidad; una universidad que nos reconoce confiando en que contribuyamos a incrementar esa promesa, esperanza dijimos, que emana de los saberes.
El campo del conocimiento y de la expresión de las ideas es la zona abierta, es el ámbito del escrutinio, de la exposición. Una República de las Letras y de las ciencias que se ha ampliado frente a la ciudad letrada del pasado. Una comunidad comprometida. Una Universidad abierta.
Momento de celebrar y momento de despedir. Con alegría y nostalgia.
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