MARCOS GOJMAN
Asher Zvi Hirsch Ginsberg (1856-1927) nació en Ucrania, en el seno de una familia jasídica. A los ocho años se enseñó a leer el ruso. Fue al jeder, la escuela religiosa para niños, hasta los 12 años. Después estudió con tutores privados, destacando como un excelente alumno. Intentó continuar sus estudios en Viena y en Alemania, pero no lo logró. Ginsberg fue muy crítico de la naturaleza dogmática del judaísmo ortodoxo, pero fue fiel a su herencia cultural y a sus ideales éticos.
Regresó a Odessa donde conoció a Leon Pinsker, líder de los Hovevei Zion, movimiento que buscaba asentar judíos en la Tierra de Israel. Visitó los asentamientos en 1891 y los vio empobrecidos, olvidados por los judíos del mundo y dependientes de su ayuda para sobrevivir.
Ginsberg, cuyo seudónimo era Ahad Ha´am, “Uno del Pueblo”, decía que el programa de Theodor Herzl, líder del sionismo político, era impráctico. Sostenía que, en lugar de establecer un Estado Judío, el movimiento sionista debería llevar judíos a la Tierra de Israel de una manera gradual y con ese núcleo formar un centro cultural judío, que reviviría el hebreo y crearía una nueva cultura espiritual, libre de las influencias negativas de la diáspora. Ese núcleo contagiaría su nacionalismo a las comunidades judías en el mundo, para que así tuvieran la fuerza de venir a ayudar a construir esa nueva Tierra de Israel.
Él pensaba que esa nueva cultura judía sería el camino para reconectar a los jóvenes con el judaísmo y con sus valores nacionales más que los religiosos. Su mayor contribución fue su lucha por revivir el hebreo y su cultura, tanto en la Tierra de Israel como en la diáspora. Sus escritos cimentarían la relación entre el futuro Estado de Israel y la cultura judía expresada en hebreo.
Ahad Ha´am decía que no sólo los judíos salieron del gueto. También el judaísmo salió del gueto. Para los judíos como individuos, la salida del gueto estaba supeditada a la situación de cada país y dependía de la aceptación de la población del lugar. Pero para el judaísmo, su salida fue otra cosa: el contacto con la modernidad anuló sus defensas interiores y ya no pudo permanecer aislado, viviendo una vida apartada del resto del mundo. Él decía que el espíritu judío siempre busca el desarrollarse, por lo que absorbe elementos de la cultura general externa, los asimila y los hace parte de sí mismo. Así había ocurrido anteriormente en múltiples periodos de la historia judía.
Decía: “El secreto de la persistencia del pueblo judío está en que desde muy temprano los profetas nos enseñaron a respetar el poder espiritual y a no adorar el poder material. Por esa razón, el judaísmo no desapareció, como sucedió con otras naciones de la antigüedad. Mientras sigamos siendo fieles a este principio, nuestra existencia está segura.” El sionismo de Ahad Ha´am salía de ese mundo espiritual y buscaba resolver el problema del judaísmo, mientras que el de Herzl salía del mundo material y buscaba resolver los problemas de los judíos, que no es lo mismo.
Bibliografía: Ahad Ha´am “The Jewish State and Jewish Problem” (1897), artículos de Louis Jacobs, Steven J. Zipperstein y otras fuentes.
Fuente:alreguelajat.com
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