Los yihadistas que aterrorizaron París fueron convencidos de que su premio será la vida eterna con toda suerte de placeres espirituales y sensuales.
FRANCISCO DE ANDRÉS
Un paraíso especial espera tras la muerte a quienes hayan dado su vida por Alá en el combate de la yihad, la guerra santa. Esta promesa explica en parte el éxito del reclutamiento de radicales por parte de Estado Islámico (EI) en los círculos más fundamentalistas del mundo musulmán, tanto en Oriente Próximo como en Europa. Y también el carácter a veces arrollador de su ofensiva militar en Siria e Irak. Los combatientes y terroristas suicidas del EI no temen a la muerte porque muchos están convencidos del edén que les aguarda si caen bajo la insignia negra del autoproclamado califato.
Desde el siglo X hasta nuestros días, la doctrina tradicional de gran parte de los eruditos musulmanes coincide en señalar que Dios bendecirá de modo especial a los «mártires de la yihad» con siete señales o recompensas. Una de ellas es la concesión a los varones de 72 mujeres vírgenes («huríes»). Las mujeres, en cambio, recibirán en el paraíso un solo hombre «con el que estarán satisfechas».
En diversas colecciones de hadiz -relaciones de dichos y hechos del profeta Mahoma tal como fueron recogidos por sus discípulos- la figura de las vírgenes entregadas como recompensa a los justos tiene siempre claros perfiles sensuales y en ocasiones hasta eróticos. Los autores fundamentan sus promesas en textos del Corán. Una cita muy conocida describe el carácter voluptuoso de las huríes («Ciertamente para los justos habrá un cumplimiento de los deseos (del corazón); jardines encerrados y vides y mujeres voluptuosas de la misma edad». Corán, 78: 31-33). Otra sura subraya su estado virginal (Corán 55: 72-74). Otra, en fin, sus grandes y amorosos ojos (Corán 44: 54). A diferencia de la interpretación posterior dada por los hadiz, el Corán no especifica el número de doncellas que recibirá cada varón justo, ni limita esa recompensa a los combatientes de la yihad; pero no deja lugar a dudas sobre la entrega de muchas esposas vírgenes a los varones.
Algunos exégetas occidentales, que temen que este aspecto del islam dificulte el «diálogo de civilizaciones», optan por una versión metafórica de la presencia de vírgenes junto a los varones llegados al paraíso. Señalan, además, que en la iconografía cristiana también se representan alas y arpas en el cielo junto a los santos. Pero las escrituras sagradas son claras. No cabe en ellas ninguna ambigüedad sobre el carácter exclusivamente espiritual de la felicidad en el más allá, «porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles de Dios en el cielo» (Mateo 22:30).
Fuente:cciu.org.uy
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