THE WALL STREET JOURNAL
París debe reabrir el debate acerca de la recolección de información.
Los ataques del Estado Islámico en París han reabierto el debate sobre la vigilancia antiterrorista. John Brennan, director de la CIA del Presidente Obama, dijo esta semana que se ha vuelto más difícil identificar a los terroristas y romper sus conspiraciones “debido a una cantidad de divulgaciones no autorizadas y gran cantidad de preocupación por el rol del gobierno.”
El Sr. Brennan no mencionó nombres, pero por “divulgaciones no autorizadas” quiso referirse seguramente a Edward Snowden, el espía que robó y huyó a Rusia con detalles de los programas de vigilancia antiterrorista más altamente clasificados de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Los yihadistas respondieron cambiando sus hábitos de comunicaciones, haciéndolas más difíciles de detectar.
Pronto nos enteraremos del por qué los franceses no lograron prevenir la masacre de París, pero ya es obvio que fue en parte una falla de la inteligencia. La seguridad francesa tenía al menos a uno, y tal vez más, de los yihadistas en sus listas de vigilancia. Pero, o perdieron el rastro de sus movimientos, o no lograron encontrar o leer adecuadamente las pistas sobre sus intenciones. Los franceses son buenos en vigilancia local -y ustedes pueden apostar que ellos no están siguiendo el Manual de Campo del Ejército de EE.UU. en sus interrogatorios- pero el Occidente necesita recolección mundial de información para combatir a la yihad mundial.
Todo lo cual hace alarmante la caída en las capacidades de inteligencia estadounidense. Comienza con el fin de la autoridad de la NSA para recoger y almacenar “metadatos” telefónicos -tales como los números a los que se llamó pero no los nombres o contenido de las llamadas. (Para el último la NSA necesita una orden judicial.) Después del robo de Snowden, la clase política entró en pánico, Obama pidió la abolición del programa, y en junio el Congreso votó por matarlo.
Líderes de alto rango del Partido Republicano en el Congreso sabían más, pero enfrentaban una revuelta desde sus filas avivada por los senadores y comentaristas radiales Rand Paul y Ted Cruz. Así que el Congreso votó por prohibir la recolección de metadatos por parte de la NSA, afirmando que las empresas privadas de telecomunicaciones podían recoger y almacenar los datos en su lugar. Pero el Acta de Libertad de EE.UU. no incluye tal requerimiento, y algunas empresas han dicho a los clientes que no lo harán.
Esto significa que si hay un ataque terrorista el año próximo, y la NSA va a buscar metadatos para conectar los puntos que perdió anteriormente, probablemente no habrá tales metadatos que investigar. El sentido entero de recopilar detalles como los números telefónicos, es utilizar el análisis de grandes datos para encontrar patrones que de otra forma no se podrían ver.
El Partido Republicano salvó la Sección 702 de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA), que autoriza escuchas telefónicas de extranjero a extranjero y está sometida a supervisión por parte del tribunal de la FISA. Pero nuestras fuentes nos cuentan que la administración ha puesto restricciones sobre este programa en la práctica, que reducen la calidad de su recolección de información. Un ejemplo: una carga mayor en demostrar al tribunal de la FISA que ambos extremos de una comunicación no son ciudadanos estadounidenses.
El Congreso no puede microgestionar cómo hace esta tarea el poder ejecutivo, pero los funcionarios del ejecutivo y jueces del tribunal de la FISA deben comprender que si hay un ataque en Estados Unidos, sus decisiones serán examinadas en busca de responsabilidad.
El senador republicano Tom Cotton (Arkansas), dice que planea ofrecer la legislación para revivir la recolección de datos por parte de la NSA, y esperamos que obtenga una votación en el pleno. Será fascinante en particular ver cómo votaría Ted Cruz. El senador de Texas votó por el proyecto de ley para matar la recolección de metadatos, y en mayo dio un florido discurso en el pleno vendiéndose como un libertario civil por hacerlo.
El senador por Florida, Marco Rubio, quien también está candidateándose para presidente, se opuso al proyecto de ley y ahora está atacando al Sr. Cruz por mal juicio en matar una herramienta antiterrorista útil. Los votantes pueden decidir si el Sr. Cruz fue sabio en ponerse del lado de Obama y los progresistas para arrebatar algunos votos en las primarias libertarias.
El FBI y la CIA también están preocupados por el encriptado “extremo-a-extremo” de los teléfonos celulares que hace más fácil para los terroristas bloquear todo monitoreo telefónico o digital. Apple y Google han encriptado sus últimos sistemas operativos en tal forma que las empresas no pueden acceder a comunicaciones de teléfonos celulares ni siquiera bajo una orden. Esto les permite decir a los usuarios que los gobiernos no pueden monitorear sus mensajes.
Hay bueno argumentos a ambos lados del debate por el encriptado, pero la masacre de París hace más urgente resolver la cuestión. Si el encriptado realmente ciega a los servicios de seguridad gubernamentales ante las conspiraciones terroristas, entonces es necesario algún compromiso. Los CEOs de estas empresas privadas deben pensar cuidadosamente acerca de la reacción política si hay un ataque con víctimas masivas y los terroristas protegieron su conspiración detrás de teléfonos encriptados.
Los terroristas tienen una ventaja asimétrica de atacar primero contra las sociedades libres, lo que hace esenciales a la información e interrogatorios para la defensa de las democracias. Primero Obama diluyó los interrogatorios estadounidenses, y el pánico por Snowden ha hecho lo mismo con la recolección de información. Esto equivale al desarme unilateral en un mundo donde, como nos recuerda París, los terroristas pueden matar por cientos o miles.
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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