La revista estadounidense dedicó un artículo a las elecciones del pasado domingo en la que tilda a Cristina Kirchner de “polémica” y “caudillo” y menciona que Scioli “entró a duras penas en la segunda vuelta mostrándose solo y debilitado”.
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“La era de los Kirchner termina en la Argentina” se titula el artículo en el que la revista estadounidense The New Yorker analiza las elecciones del pasado domingo y vuelve a dar sus impresiones sobre la presidenta, Cristina Kirchner.
De esta manera, la política argentina volvió a las páginas de la revista neoyorquina que causó un terremoto político en la Argentina cuando uno de sus periodistas entrevistó a Cristina Kichner en una charla grabada por la Casa Rosada que parecía condescendiente pero que terminó transformándose en un duro artículo sobre la Argentina, el gobierno de la Presidenta y la dudosa muerte del fiscal Alberto Nisman a comienzos de este año.
Al comienzo del texto, el periodista señala que los tres principales candidatos dieron sus discursos el domingo por la noche antes de que se publicaran los resultados (que “tomaron una curiosa cantidad de tiempo en materializarse”) y que la gran duda era cómo cada uno interpreta cómo “la polémica presidenta actual, Cristina Fernández de Kirchner” quedará parada después de esos números, que terminaron siendo de alrededor de 36 puntos para Scioli y 34 para Mauricio Macri (Cambiemos), obligándolos a enfrentarse en un ballottage el próximo 22 de noviembre.
“El candidato que Kirchner apoyó, Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires, quedó primero, con más para perder”, dice el texto, que remarca que “casi nadie predijo” los resultados del domingo.
“Scioli no se hizo ningún favor a sí mismo en la noche de las elecciones. Cuando, unas dos horas antes de que se anunciaran los resultados, comenzó a atacar a su principal rival, el jefe de gobierno conservador de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, parecía estar dando un discurso de prematura concesión”, expresa el periodista, al analizar el discurso en el que “sin usar la palabra balllottage, [Scioli] empezó la campaña hacia ella”.
“Para Macri, un conservador contumaz en un país dirigido por una icónica populista de izquierda, el objetivo era bajo: sólo tenía que hacer que la pelea terminara de cerca para que la noche pareciera suya”, analiza, y menciona que además de obtener el 34 por ciento de los votos, Cambiemos ganó también las gobernaciones de Buenos Aires y Jujuy. Además, menciona que desde el lunes, Macri “ha recibido un inesperado apoyo de quien quedó tercero, Sergio Massa”, quien obtuvo 21% de los votos.
Más adelante, resalta que Scioli el lunes mismo dijo que debatiría con Macri. “Con Macri en un gran momento político (momentum), Scioli va a intentar reposicionarse – no sólo frente a su rival, pero también, crucialmente, en relación a Cristina Kirchner”, analiza.
“Desde el inicio de la campaña, Scioli ha tenido que caminar una línea muy fina en lo que se refiere a Kirchner”, continúa.
“Por un lado, Scioli se ha mostrado como un sucesor de Kirchner, quien, aunque divisiva, goza de una amplia base de apoyo en el electorado de clase media. Por el otro, necesita crear distancia porque la economía está tocando fondo -el PBI bajó, la inflación se disparó, las exportaciones se hundieron, el desempleo crece- y el público está preocupado”, contrapone.
Los fondos buitre
En ese sentido, menciona que Scioli siempre ha marcado que él buscará “el gradualismo y moderación”, al mismo tiempo que se muestra como un exponente de “continuidad y cambio”. Pone el ejemplo de su postura ante los fondos buitre, una batalla que los Kirchner convirtieron en una “causa célebre populista”.
“Mientras que los precios mundiales de los commodities eran altos, Kirchner podía darse el lujo de estar excluida de los mercados de capital -parte de los daños colaterales de su línea dura en el tema [de los holdouts]- pero las circunstancias han cambiado; lo más probable es que su sucesor tendrá que lograr algún tipo de acuerdo”, analiza la revista.
“Scioli, por su parte, ha sonado tan belicoso como Kirchner cuando se le preguntó acerca de los buitres en público. Pero, extraoficialmente, sus asesores han dicho que el candidato entiende que tendrá que negociar”, agrega.
La “tensa relación” de Scioli y los Kirchner
“Una de las ironías de la situación de Scioli es que siempre tuvo una relación tensa con Kirchner”, señala el periodista, y agrega que “los resentimientos” comenzaron cuando el ex motonauta era vicepresidente de Néstor Kirchner.
Además, menciona que el apoyo de Cristina a Scioli siempre fue “poco entusiasta” y agrega que los “leales” de Kirchner siempre han sido “menos ambiguos sobre sus reparos sobre Scioli”. “De más está decir que esto representa problemas para un candidato que se muestra como el candidato ungido por Kirchner”, analiza.
Más adelante, contrapone que mientras que “el pensamiento general es que, si el candidato de Kirchner se tambalea, es una señal del final del propio peso [de Cristina], (…) algunos analistas sostienen que sus objetivos en estas elecciones fueron maquiavélicos desde el principio: que tenía la intención de entregar el mando a un sucesor que llegaría a la presidencia con un mandato limitado con el que hacer frente a una economía cada vez más intratable”.
“Esto no parece improbable tras el domingo y podría fortalecer a Kirchner si quiere volver al gobierno. (Y una victoria de Macri, después de todo, podría no ser lo peor para ella). Aún así, sus bastiones de apoyo dentro del partido Peronista tendrán que adaptarse a la vida sin ella, si ella planea o no postularse de nuevo dentro de cuatro años”, añade.
El problema del sucesor
Entonces el periodista del New Yorker estima que “la verdadera muestra de la debilidad de Kirchner es, sin embargo, puede ser que ella nunca tuvo un sucesor adecuado en primer lugar”.
“Es difícil, incluso ahora, definir qué es el kirchnerismo exactamente. Después de los últimos ocho años, parece ser una mezcla de populismo, elementos de progresismo genuino, feroz partidismo, nacionalismo económico y la astucia política (incluso si se lee como bravuconadas en el extranjero)”, esboza.
“Una parte central de eso fue el auge económico que financió las políticas por las que Kirchner es más querida. Y sin embargo, estos años han estado marcados por crisis internas incansablemente graves”, continúa y menciona la pelea con el grupo Clarín. “Desde el inicio de su primer mandato, hubo repetidos llamados a su renuncia, que nunca desaparecieron”, menciona.
Hacia el final, Blitzer destaca que “hubo dos personas que mantenían el kirchnerismo a flote como una armadura retórica, una postura política y un conjunto desordenadas: los propios Kirchner”. “Su plan original parecía ser turnarse los mandatos presidenciales para prolongar su tiempo en el cargo”, dice, y menciona que el plan no se pudo concretar por la muerte de Néstor Kirchner hace cinco años. En ese sentido, menciona que en 2011, “Kirchner eligió a dedo a su vicepresidente, posiblemente con un ojo puesto en su posible sucesor, pero él fue casi inmediatamente involucrado en un escándalo de corrupción y pasó el resto del mandato en las sombras”, en referencia a Amado Boudou.
“Decidirse por Scioli fue una especie de derrota para Kirchner, porque él era el único candidato que podría ser tanto nominalmente leal a ella y ganar una elección”, continúa el texto que termina con una definición: “Usted pensaría que un caudillo nunca tiene que hacer concesiones, pero estaría equivocado”.
Fuente:.lanacion.com.ar
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