Irán expulsa a un profesor universitario por su voz de mujer

De entre todas las razones que el comité de evaluación de conocimientos generales podría haber elegido para expulsar al doctor en Física Qasem Exirifard de su puesto en la Universidad Khajeh Nasir de Teherán, escogió la más pueril, la más zafia, la más inverosímil.

ZAHIDA MEMBRADO

“Inhábil por tener la voz demasiado aguda”, le comunicaron el 1 de septiembre de 2014. Poco, o más bien nada, importó que Exirifard sea una eminencia. Una celebridad reconocida por toda la comunidad científica iraní. Su voz recuerda a la de una mujer, y esto ha sido suficiente para defenestrarlo. La última pregunta que deslizó el cuerpo evaluador durante el interrogatorio confirmó la naturaleza dogmática del mismo: “¿Qué haría si los estudiantes se ríen de usted en clase por culpa de su voz?”. Exirifard miró fijamente a los seis miembros del comité, entre los que se encontraba un mulá estrechamente ligado al líder supremo, y respondió: “Les agradecería sus comentarios y continuaría con la lección”.

Probablemente, esa última pregunta, la que desmontó al científico, no se habría producido jamás si Exirifard fuese un hombre del sistema. Uno de los suyos. Un buen musulmán. Pero la ristra de cuestiones que precedieron a la guinda final destapó a un individuo de personalidad impertérrita, a un científico imposible de doblegar, a un profesor más preocupado por el cosmos y la gravedad de los cuerpos celestes que por la lectura del Corán. “Tras conocer el veredicto, pregunté por qué no soy apto para enseñar física debido al tono agudo de mi voz. No me dieron ninguna razón.

Solo dijeron que quien me había evaluado era ‘gente importante’ y esa era su conclusión final”, explica Exirifard en una entrevista con EL MUNDO. A partir de ese momento, lejos de quedarse callado, este profesor ha iniciado una larga batalla contra el sistema universitario, denunciando su falta de transparencia. Pero su caso no es único. Muchos prominentes profesores han sido apartados de las aulas tras ser descalificados por alguno de los tres comités que evalúan a los docentes, de los cuales solo uno tiene carácter científico y analiza la cualificación profesional de los candidatos.

La función de los otros dos consiste en certificar que las creencias políticas, religiosas y culturales del docente se ajustan a los valores de la revolución islámica. Y es en ese punto donde Exirifard, aun habiendo podido mentir, prefirió la verdad, y cuando el comité -Salahiyate Omomi- le preguntó qué pensaba de los occidentales con los que se había relacionado durante su estancia en la universidad de Sissa, Italia, donde cursó su doctorado, él respondió que “todos somos humanos y semejantes”. Y cuando en la siguiente pregunta el comité quiso saber si hablaba de Dios en sus clases, él respondió que “la Universidad me paga para enseñar física y como profesional que soy en esta materia, solo hablo de física”.

Ésta no ha sido la primera vez que este profesor desafía al sistema. Hace unos años, durante el proceso para acceder como profesor a otra universidad, Exirifad fue preguntado si durante los eclipses practicaba el rezo de manera diferente, tal como obliga el Islam. El docente metió tranquilamente la mano en su bolsillo, sacó un boli, lo tiró al suelo y preguntó al comité si durante esa acción había también que rezar diferente. Nadie contestó. A lo que Exirifard explicó: “La causa que produce los eclipses es la misma que explica que este bolígrafo caiga al suelo: la gravedad. No entiendo por qué hay que rezar distinto en el primer supuesto y no en el segundo”. Fue automáticamente descalificado para el puesto. Pero las indagaciones que realiza la maquinaria del Estado para certificar si un profesor es apto para un puesto van todavía más lejos. Y de eso se ocupa el tercer y último de los comités -Gozinesh-, el cual se dedica a indagar en la vida privada de los aspirantes. Uno o varios agentes se desplazan hasta el domicilio del docente y preguntan a los vecinos acerca de sus hábitos y estilo de vida: “¿Cómo viste fuera del horario lectivo? ¿Cómo es su mujer? ¿Lleva chador o solo hijab? ¿Con qué tipo de gente se relaciona?…”

GRAN HERMANO

Difícil escaparse de las respuestas de terceros acerca de la vida de uno, en un país donde la comunidad de vecinos puede rechazar a una inquilina por ser soltera y presumirle ‘malos hábitos’ contrarios al Islam, como le ocurrió a esta periodista. Exirifard no se rinde, pero la suya parece una guerra perdida. El último de los esfuerzos ha sido la redacción de una carta abierta dirigida al presidente del país, Hasan Rouhani, pidiéndole una reforma del sistema de evaluaciones para que sea más transparente e informe a los profesores de las razones por las que son descalificados. Pero hasta hoy, solo ha recibido el apoyo masivo de su entorno: medio millar de firmas de sus estudiantes pidiendo su readmisión, una carta enviada por sus ex colegas de la universidad de Trieste denunciando su caso a las autoridades persas, y decenas de correos de la comunidad científica iraní apoyándole en su lucha. Por ahora, nada han servido para que Qasem Exirifard pueda volver a las aulas.

Fuente:cciu.org.uy

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