EVELYN GORDON
Al enfrentar el embate actual de ataques de lobos solitarios, la táctica que ha usado exitosamente Israel contra las organizaciones terroristas hasta ahora ha probado ser ineficaz. Eso ruega por la pregunta de qué se debe estar haciendo en su lugar. No tengo ninguna solución para el corto plazo, pero hay una medida obvia que debe tomar Israel si desea prevenir ataques como estos en el largo plazo. Esa medida surge de dos de los rasgos más salientes de la violencia actual: los residentes permanentes de Israel han cometido una enorme proporción de los ataques, pero los ciudadanos de Israel han cometido muy pocos.
Los residentes permanentes en cuestión son principalmente árabes de Jerusalén oriental, y han cometido más de ocho veces tantos ataques como los que han cometido los ciudadanos árabes, aun cuando los ciudadanos árabes superan en número a los residentes permanentes en más de 4 a 1. Esta brecha enorme ciertamente no puede ser explicada a través de la falacia popular que el terror es motivado principalmente por las preocupaciones económicas; como residentes permanentes, los árabes de Jerusalén oriental gozan del mismo acceso a empleos, la misma libertad de movimientos a lo largo de Israel y los mismos beneficios de salud y bienestar que los que gozan los ciudadanos. Concedido, los ciudadanos árabes están generalmente mejor, pero la diferencia no es lo suficientemente drástica como para explicar la brecha dramática en la actividad terrorista.
Hay, sin embargo, una diferencia bastante drástica para explicar esta brecha: Mientras que los ciudadanos árabes estudian el programa de estudios israelí en la escuela, la mayoría de los residentes permanentes de Jerusalén oriental estudian el plan de estudios de la Autoridad Palestina. Y ese programa de estudios, como han detallado informes amplios tanto por parte de Palestinian Media Watch como de IMPACT-SE, está lleno de vil incitación anti-Israel y antisemita.
Entre otros, como destaca el informe de PMW, este programa rechaza la legitimidad de la existencia de Israel (los manuales se refieren “al llamado Estado de Israel”), justifica la violencia contra él, define tal violencia como una obligación religiosa e informa a los estudiantes que los judíos y sionistas son irredimiblemente malvados (un libro, por ejemplo, se refiere a “los judíos que roban”; otro cuenta a los estudiantes que Israel “mató a sus hijos, abre los vientres de sus mujeres, toma de la barba a sus reverenciados ancianos, y los lleva a las fosas de la muerte”). Estos mensajes son luego reforzados por la transmisión de programas “educativos” en los medios de comunicación oficiales de la AP, donde los judíos son descritos como “monos y cerdos,” “enemigos de Alá” y la “más malvada de las creaciones,” entre otros epítetos encantadores.
Las escuelas de Jerusalén oriental han estado usando el programa de estudios de la AP, con el consentimiento de Israel, desde el establecimiento de la AP en 1994. En otras palabras, Israel decidió hace dos décadas permitir que la AP adoctrine a una generación de escolares de Jerusalén oriental para abominar a Israel – y ahora está sorprendido porque los graduados de este adoctrinamiento están saliendo y tratando de asesinar israelíes.
El plan de estudios de la AP obviamente no es el único problema; la AP contribuye también al clima de incitación que impulsa estos ataques en muchas otras formas, incluyendo declaraciones por parte de sus funcionarios de alto rango, transmisiones por parte de sus órganos de medios oficiales y comentarios en Facebook por parte de sus partidos políticos. Esta incitación tampoco puede ser excusada como una respuesta a la desesperación por el proceso de paz congelado: Así es como la AP eligió “educar” a su pueblo incluso en el apogeo del proceso de Oslo cuando la mayoría del mundo creyó que la paz estaba a la mano.
Pero terminar completamente la campaña de incitación masiva de la AP requeriría esencialmente regresar el reloj a los días antes de Oslo – eliminar a la AP, deportar a sus funcionarios, cerrar sus órganos mediáticos, proscribir sus partidos políticos y quitar su plan de estudios de las escuelas. Y aun cuando Israel puede ser impulsado a tomar tales medidas drásticas algún día, es difícil que suceda ahora mismo.
En contraste, Jerusalén Oriental está oficialmente bajo control israelí pleno, incluso según los Acuerdos de Oslo, así que no hay ningún impedimento para alterar su programa de estudios. Además, esta es una época oportuna en muchas formas para hacerlo. Durante los últimos años, ha habido un abrupto aumento en el número de árabes de Jerusalén Oriental que buscan tomar el examen de matriculación israelí en vez del palestino y un aumento del interés entre los árabes jerosolimitanos en mejorar su hebreo. Así, la medida es susceptible de encontrar menos oposición que la que habría encontrado hace algunos años cuando los árabes de Jerusalén oriental mostraban poco interés en la integración.
Pero oportuno o no, Israel debe remplazar el programa de estudios en Jerusalén oriental si quiere evitar futuras rondas de violencia como la actual. Es muy tarde como para hacer algo hacer algo acerca de la generación actual de árabes de Jerusalén oriental; ellos ya han sido adoctrinados minuciosamente en la visión que Israel es el mal encarnado. Pero no es muy tarde para impedir que la AP lave el cerebro a otra generación de niños.
Fuente: Commentary
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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