ISI LEIBLER
Para frenar el éxodo de millones de musulmanes a Europa, tiene que haber un esfuerzo intenso para estabilizar Oriente Medio y poner fin a la guerra civil en Siria y derrotar al Estado Islámico.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Sensible a la despreciable conducta de gran parte del mundo que negó asilo a los judíos europeos en vísperas del Holocausto, reacciono por instinto de compasión cuando oigo hablar de la difícil situación de los refugiados. Personalmente, soy sensible a este tema, afortunado de niño por haber recibido refugio en Australia en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de mi familia en Bélgica fue asesinado por los nazis durante el Holocausto.
Pero a pesar de esto, estoy asombrado de lo que considero que es una respuesta intestina peligrosa e irracional de humanitarios rabinos, líderes y organizaciones judías que piden a ciegas a los gobiernos absorber en masa a los llamados “refugiados sirios” y banalizar el Holocausto comparándolos con los judíos de la Europa nazi.
La principal razón para deplorar este enfoque es que la inmensa mayoría tienen su origen en países musulmanes distintos de Siria, y se estima que el 70 por ciento son hombres en edad militar. Por lo tanto, es evidente que la mayoría de esta población “refugiada” no son familias tradicionales que buscan refugio, sino hombres que buscan una mejora económica. Por otra parte, más del 95% de estos “refugiados” son sunitas, a quienes el Estado Islámico dice representar y, a diferencia de los judíos durante el Holocausto, no se enfrentan a un genocidio.
Países europeos importantes que ya albergan una población fundamentalista musulmana sustancial se debilitarán aún más con los nuevos “refugiados” que, chiítas o sunitas, todos comparten un desprecio común por la democracia, los valores occidentales, el cristianismo y, sobre todo, son patológicamente antisemitas. También sería ilusorio imaginar que estos migrantes se integrarán de manera más eficaz que sus predecesores que buscan crear sociedades paralelas dentro de sus países de acogida. A falta de una detección adecuada, los “refugiados”, sin duda, seguirán incluyendo yihadistas, especialmente teniendo en cuenta que el Estado Islámico (IS) se jacta de que ha incorporado miles de combatientes en el éxodo.
Ellos aumentarán y fortalecerán los abultados enclaves musulmanes – 50 millones ya viven en Europa – que tratan de imponer la ley Sharia. Bernard Lewis, el renombrado erudito islámico, ha pronosticado que si no se toman medidas drásticas para detener este movimiento, las altas tasas de natalidad de la población migrante irreversiblemente transformará toda la demografía de la región y logrará una mayoría musulmana a finales del siglo.
Dejando a un lado la amplio amenaza para la civilización occidental en Europa, serán los judíos los que soporten inicialmente el peso del odio fundamentalista islámico.
Por lo tanto, es absolutamente irónico que en un momento en que las instituciones y las escuelas judías en Europa requieren protección militar y muchos judíos están dejando el continente debido a la escalada de antisemitismo, encontremos judíos en todo el mundo a la vanguardia promoviendo un movimiento migratorio que comprende principalmente encarnizados elementos antisemitas.
Aún más increíble es la inclinación casi universal de los líderes judíos a hacer analogías entre el estado de los actuales refugiados de Medio Oriente y los judíos durante el Holocausto.
El ex gran rabino británico Lord Jonathan Sacks fue uno de los primeros en hacer esta analogía y su ejemplo fue tomado por una amplia plétora de otros líderes y organizaciones judías estadounidenses y globales que van desde el Museo del Holocausto en Washington a la Liga Anti-Difamación y el Comité Judío Americano, así como, grupos rabínicos reformistas, conservadores y ortodoxos. Todos transmiten un mensaje central: los judíos, por encima de todos los demás grupos, deben apoyar la entrada de refugiados a causa del dolor al que los judíos fueron sometidos cuando los antisemitas les negaron refugio de los nazis.
Una de las recientes declaraciones más impactantes vino del Rabino Jefe británico Ephraim Mirvis, un líder judío muy respetado y dedicado. The London Jewish Chronicle informa que Mirvis, junto con otros cuatro rabinos de Sinagoga Unida, visitó un campo de refugiados en la frontera con Macedonia. El rabino jefe y sus colegas fueron advertidos de no inflamar la hostilidad reinante contra los judíos y “vestir ropa informal” cuando entraran en el campamento y ponerse gorras de béisbol para ocultar sus kippot. Sin embargo Mirvis quedó aparentemente tan conmovido por la difícil situación de los reclusos que se sintió obligado a hacer comparaciones a “lo que como pueblo judío ya hemos visto antes. … He estado pensando en los búnkeres de Auschwitz donde hubo un final muy diferente”. Irónicamente, el viceprimer ministro de Suecia Asa Romson, después de hacer una declaración similar, se disculpó, diciendo que “fue un error hacer la comparación con Auschwitz”.
Si bien prestar asistencia a las familias de refugiados en peligro es muy loable, hacer tales analogías entre estos “refugiados” y los judíos que enfrentaron el genocidio nazi es abominable y banaliza el Holocausto.
Los judíos que obtuvieron refugio de los nazis se integraron en las sociedades de acogida y nunca trataron de imponer sus valores judíos – en marcado contraste con las tensiones creadas en Europa en las últimas décadas por los inmigrantes islámicos que buscan imponer la ley islámica en las sociedades de acogida.
De hecho, los refugiados judíos e inmigrantes de la persecución nazi eran todos defensores altamente comprometidos con el fortalecimiento de la democracia y habían hecho importantes contribuciones a los enriquecimientos económicos y culturales de los países que les proporcionaron refugio.
Tampoco se puede aportar un solo ejemplo de un judío de segunda generación transformado en terrorista extremista por rabinos como ha sido el caso de muchos musulmanes de segunda generación adoctrinados en países europeos por mulás extremistas para devenir yihadistas.
La idea de que judíos participen en terrorismo en los países occidentales es simplemente inconcebible.
Los problemas son ciertamente difíciles y no hay solución fácil.
Pero que la compasión determine la política sin tener en cuenta las repercusiones a largo plazo es absolutamente irresponsable y una receta para el desastre.
La realidad es que los valores democráticos occidentales están en peligro y si bien la multiculturalidad es un concepto idílico, sólo se pueden aplicar en un entorno en que todas las partes acepten una sociedad abierta.
Por desgracia, la situación es que los radicales musulmanes en las democracias occidentales están ganando fuerza y cada vez son más agresivos hacia las sociedades de acogida.
Mientras hay auténticas diferencias entre musulmanes moderados y radicales, toda la evidencia indica que la amplia expansión de poderosos elementos yihadistas antidemocráticos surgiendo y dominando cada comunidad musulmana de expatriados está transformando rápidamente las sociedades multiculturales en facciones enfrentadas.
Para detener el éxodo de millones de musulmanes a Europa, tiene que haber un esfuerzo intenso de estabilizar Medio Oriente y poner fin a la guerra civil en Siria y derrotar al Estado islámico. En este contexto, cabe señalar que la barbarie que actualmente domina la región podría atribuirse a los esfuerzos fallidos del presidente estadounidense Barack Obama para apaciguar a los iraníes y su enfoque de la construcción de puentes de estados canallas, a expensas de sus aliados.
El punto de inflexión fue la abrogación de su compromiso de actuar después que Bashar Assad utilizara armas químicas contra su propio pueblo.
También es escandaloso que la Liga Árabe y la Organización de 57 estados de la Conferencia Islámica se dirija a la comunidad internacional no musulmana para resolver los problemas creados por el extremismo islamista desde sus propias filas. El rechazo categórico de los países árabes ricos a absorber incluso un número mínimo de sus propios parientes es despreciable.
Arabia Saudita incluso tiene 100.000 tiendas de campaña con aire acondicionado vacías que podrían acomodar a tres millones de refugiados.
Aunque parezca increíble, los saudíes tratan de justificar su exclusión alegando que aceptar refugiados crea desorden y representan un riesgo para la seguridad.
El mundo occidental debe superar estos retos o estos malos elementos destruirán nuestra libertad y forma de vida. Como Judios, a pesar de sentir compasión por el sufrimiento desgarrador soportado por quienes tratan de encontrar una vida mejor y más próspera en los países occidentales, no debemos dejarnos dominar por las emociones o intimidar por acusaciones de islamofobia. En el mundo cruel que habitamos, no debemos en ningún caso permitir que se explote nuestra compasión para empoderar a los que tratan de destruir nuestras libertades democráticas, lo que en última instancia puede conducir a la muerte y la destrucción.
Debemos considerar racionalmente las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones y en lugar de apoyar ciegamente estos trastornos migratorios, unirnos a las convocatorias de los cristianos y yazidis, que a diferencia de los sunitas se enfrentan al exterminio genocida de EI, para que sean aceptados como refugiados en los países occidentales.
Eso no es, como falsamente afirma Obama, ser discriminatorio. Es actuar racionalmente tratando de poner en práctica una política humanitaria diseñada a proporcionar refugio a las minorías amenazadas.
Por encima de todo, debemos evitar la creación de una situación que, a falta de habilitación adecuada, sentará las bases para que los yihadistas logren sus objetivos por medios demográficos y devoren la mano que les da de comer.
Fuente: The Jerusalem Post / Isi Leibler (www.wordfromjerusalem.com. – ileibler@leibler.com)
Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
https://www.enlacejudio.com/2015/12/03/moderar-la-compasion-hacia-los-refugiados-musulmanes-con-la-realidad/
Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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