Seth M. Siegel, autor de ‘Let There Be Water’ (Que haya agua) espera que las prácticas de Israel en cuanto al agua creen un efecto dominó hacia la paz.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Cuando Seth M. Siegel, autor de “Let There Be Water: Israel’s Solution for a Water-Starved World” (“Que Haya Agua: La Solución de Israel Para un Mundo Sin Agua”), comenzó su gira de promoción, esperaba recibir muchas preguntas sobre Israel y los palestinos. Ni siquiera descartó la posibilidad de que los activistas pro-palestinos, indignados por el mensaje del libro de que Israel es líder mundial en la gestión y conservación del agua, se manifestaran en sus conferencias. Pero no ocurrió. Por el contrario, “Me ha sorprendido la respuesta”.
Siegel ha estado viajando por Estados Unidos, hablando en los campus universitarios, a grupos judíos, grupos políticos, en la ONU y con grupos de ejecutivos e ingenieros del agua. Se estima que el número de entrevistas y conferencias que ha dado desde que se publicó el libro en septiembre, es por lo menos un centenar, y todavía está de gira, con fechas próximas programadas. Además, el libro ha aparecido en el New York Times y en las listas de los más vendidos de Los Angeles Times.
“La gente está emocionada por el mensaje del libro – de que hay una solución para la próxima crisis mundial de agua – y después vienen a hablar conmigo, no me refiero a una ni a dos, sino cantidades significativas de personas. Me dicen que quieren venir a visitar Israel y aprender de Israel”.
Lo que quieren aprender, explica Siegel, es cómo un país con el 60 por ciento de desierto y cuya población se multiplicó por diez desde 1948 no sólo tiene agua suficiente para sí mismo, sino que además tiene superávit e incluso exporta agua a sus vecinos. En la década de 1930 los economistas británicos predijeron que toda Palestina – incluida Gaza, Israel y Cisjordania, tenía suficiente agua para sustentar a 2 millones de personas. Hoy en día, esta zona es el hogar de más de 12 millones de personas, una hazaña que Siegel atribuye en gran parte a la planificación y la gestión hidrológica de primera clase de Israel.
“Además”, escribe Siegel, “Israel ofrece grandes cantidades de agua de sus propios suministros tanto a los palestinos como al Reino de Jordania e incluso exporta miles de millones de dólares cada año de pimientos, tomates, melones y otros productos de alto consumo de agua”.
“Que los economistas británicos estaban equivocados”, resume, “sin duda”.
¿Cómo lo hizo Israel? Incluso antes de la creación del Estado, líderes como David Ben-Gurión y Levi Eshkol se dieron cuenta que el sionismo tendría éxito solo si hubiese suficiente agua para cubrir las necesidades de las masas de inmigrantes y expandir la economía. A través de los años, Israel ha implementado la centralización de precios para la planificación del agua, reguladores designados, ciudadanos educados en la conservación del agua, la desalinización del agua de mar, el riego por goteo y han tratado casi todas sus aguas residuales, reciclándolas para cultivos.
El resultado, dice Siegel a The Times de Israel, es que mientras Israel tiene muchos problemas, “en esta área estrecha es líder mundial”. Frecuentemente expuesto a la incredulidad de los israelíes que piensan que esto suena demasiado bueno para ser verdad, añade, “algunos israelíes no obtendrán un sí como respuesta. Israel celebra su proceso de absorción del ejército y de los inmigrantes. Debería añadir una celebración por sus aguas”.
¿De Nación de startups a Nación de agua?
Siegel sostiene que lo que Israel ha logrado con el agua es único y más parte de lo que significa ser israelí que su identidad como potencia de alta tecnología.
De hecho, se podría argumentar que la antigua nación de Israel se forjó por la inseguridad del agua. En Deuteronomio 11: 10-12, Dios amablemente explica que no hay ningún río grande en la tierra de Israel para que la nación riegue sus cultivos, y en su lugar tendrá que depender de las lluvias.
“Porque la tierra que estáis a punto de entrar y poseer no es como la tierra de Egipto, de donde habéis venido. Allí, el grano que sembrasteis tenía que ser regado con tu labor, como un vergel; pero la tierra que estáis a punto de cruzar y poseer, tierra de montes y valles, absorbe el agua de las lluvias del cielo”.
De hecho, esta inseguridad de agua preocupó a rabinos de períodos de la Mishná y talmúdicos, y desarrollaron una ley detallada especificando la propiedad de los pozos, normas sobre el régimen de tuberías de agua públicas, canales y embalses, los derechos de los viajeros sobre los pozos de agua, la prohibición de contaminación de las fuentes de agua y las normas para mantener el agua potable lejos del alcantarillado.
Siegel señala que los colonos sionistas eran abrumadoramente seculares pero llegaron con una familiaridad de la Biblia y la tradición judía. Esto, sin duda, contribuyó a su obsesión por la seguridad del agua.
Siegel, de 61 años, es nieto de inmigrantes judíos a Estados Unidos, “ninguno de los cuales tuvieron éxitos económicos”. Sus padres hicieron una “vida decente, pero difícil”. Pero Siegel cambió su rumbo cuando fue aceptado en la Universidad de Cornell y más tarde recibió allí su título de abogado. Comenzó un negocio para registrar marcas y patentes, lo que resultó ser un éxito fenomenal con clientes como Coca-Cola y celebridades como Paris Hilton. Siegel también ha producido espectáculos de Broadway, incluyendo una versión de “El Hombre de La Mancha”. Desde la venta de su empresa hace más de una década, ha estado involucrado en el servicio comunitario, y ayuda a la junta directiva de AIPAC.
La idea de este libro surgió cuando Siegel asistió a una reunión en el Consejo de Relaciones Exteriores. Oyó a un funcionario del gobierno de Estados Unidos decir a los miembros que el mundo estaba a punto de entrar en un período de escasez de agua prolongada.
“Salí con una sensación de ‘Dios mío, ¿por qué no sé nada de esto?’ Pregunté a amigos senadores y congresistas – y tampoco sabían nada de esto”.
Siegel comenzó a instruirse sobre el tema del agua y rápidamente se dio cuenta de que Israel, su otra pasión, era un caso atípico en la gestión del agua. Entrevistó a más de 220 personas – en su mayoría gente de alguna manera involucrada en el sector del agua de Israel, pero también jefes de ONG, palestinos y otros – para entender la historia.
“Israel superó obstáculos aparentemente insuperables. Ningún otro país con una población y economía en crecimiento, y con disminución de niveles de precipitación ha sido capaz de lograr algo remotamente parecido a lo que ha logrado Israel”, dice.
Dalia Tal, directora de campañas de Zalul, una ONG ambiental en Israel, es algo menos efusiva.
“En términos de hechos, Israel es un país líder en la gestión del agua. Somos un país semiárido y no tenemos una crisis de agua como nuestros vecinos. Tenemos un alto porcentaje de depuración de aguas residuales, reutilización del agua y desalinización. Tenemos seguridad de agua y la calidad de nuestra agua es buena”.
“Pero desde el punto de vista del medio ambiente, la mayoría de fuentes son apropiadas para el uso en la agricultura y los hogares. A pesar del hecho de que tenemos la desalación y la reutilización del agua tratada, el agua no consigue regresar a la naturaleza como debiera. Ayer estuve en Najal Betzet – estaba tan seco como una corriente en el desierto. Allí hay árboles gigantes y ni una gota de agua”.
Otro temor, dice Tal, es que cuando el agua residual tratada se devuelve a los campos, sala más la tierra, y con el tiempo esto puede disminuir el rendimiento agrícola.
Diplomacia del agua
Israel exporta $2,200 millones al año en tecnología relacionada con el agua y conocimientos. Siegel cita una fuente de la industria que predice que esta cantidad llegará a $10 mil millones en unos años.
Esto no sólo es un buen negocio, sino que también ha permitido a Israel superar parte de su aislamiento diplomático. Durante décadas, el régimen comunista chino se negó a tener contactos con Israel. Sin embargo, durante la década de 1980, el país se dio cuenta de que necesitaba ayuda para combatir las fugas de agua y la contaminación masiva. Al principio, los ingenieros de agua israelíes fueron admitidos en el país en secreto. Después, China acordó comprar equipos de riego por goteo y semillas de Israel, pero insistió en que se eliminara el “Hecho en Israel” de las etiquetas. En 1991, China le solicitó a Israel que enviara a un reconocido experto en agua para ser residente en China a fin de capacitar a los chinos y que aprendieran mejores prácticas. Un año más tarde, los dos países establecieron relaciones diplomáticas.
Algo similar ocurrió en la India, dice Siegel, y la asistencia con el agua también ayudó a cimentar las relaciones entre Israel e Irán antes de la revolución islámica. De hecho, según Siegel, la tecnología del agua israelí está siendo utilizada en más de 150 países, entre ellos algunos que no tienen vínculos formales con Israel.
En cuanto a los palestinos, la Autoridad Palestina firmó tratados de agua con Israel bajo los Acuerdos de Oslo II, algo que Israel no sólo continúa respetando sino que con el tiempo, Israel ha suministrado a los palestinos más agua de la que está pactado en los tratados. Aun así, muchos afirman que Israel toma más de lo que debería.
Siegel indica que en junio de 1967 sólo el 10 por ciento de Cisjordania estaba conectada con plomería moderna, mientras que hoy el 96 por ciento de los palestinos en Cisjordania tienen agua limpia y potable en sus hogares, aunque, como él mismo señala en el libro, se necesita más volumen y mejor agua.
Lamenta lo que llama la “politización” del agua de la AP y su reciente política de no cooperar con Israel en asuntos de agua, intentando ganar puntos políticos.
En Gaza, controlada por Hamas, la situación del agua es mucho más grave, dice Siegel. Gaza está a pocos años de distancia de una crisis de agua tan severa que su gente no tendrá nada que beber.
“Los problemas del agua son un indicador de mal gobierno”, afirma, y desde su toma de control de la Franja de Gaza en 2007, Hamas ha administrado mal el suministro de agua de la zona, permitiendo a los residentes cavar demasiados pozos, contaminar su acuífero y verter aguas residuales sin tratamiento en el Mar Mediterráneo.
El analista de asuntos árabes Pinhas Inbari dijo a The Times of Israel que cree que los palestinos de Gaza ya se están muriendo del agua contaminada y llena de bacterias pero que Hamas prefiere dejar que su gente muera a pedir ayuda a Israel.
En algún momento, Inbari cree, Israel tendrá que intervenir, pero espera que Israel haga que Hamas desmantele su infraestructura de misiles.
“El agua es una cuestión estratégica”, dice Inbari. “Nosotros no podemos darles agua mientras continúan disparándonos”.
Vencer las espadas con tuberías de agua
Siegel confía que el agua puede construir puentes. La entrevista más conmovedora en el libro, dice, fue con el jubilado ejecutivo Moshe Gablinger de la empresa de construcción e ingeniería de agua TAHAL, quien inició los proyectos de agua en los países subdesarrollados.
“Fue un honor poder ayudar a las personas y naciones pobres a mejorar la calidad de sus vidas”, dijo Gablinger en el libro de Siegel. “Fue casi como un mandamiento de la Biblia, este sentimiento que teníamos de querer ayudar a la gente en todo el mundo”.
Siegel dice que a veces, algún enfadado interrogador pro-Israel se levanta en una de sus conferencias a preguntar por qué Israel no utiliza el agua como arma.
“Yo digo que los orígenes y el patrimonio de Israel deben de ser luz para las naciones. El deseo de hacer justicia es parte de la herencia de Israel. Pero pragmáticamente, Israel ha visto una y otra vez que sus conocimientos de agua ayudan a abrir puertas”.
Siegel admite que sus antecedentes como una historia de éxito americana judía pudo haber influido en la redacción del libro, concediendo, “Soy un gran creyente de que el trabajo duro, el comportamiento ético y un servicio de valor añadido darán sus frutos con el tiempo”.
Pero “Let There Be Water” (Que haya agua), que cuenta la historia de muchos ingeniosos planificadores de agua israelíes que trabajaron duro, es “también una historia puramente israelí y sionista”, dice.
“Mira a estos ingenieros hidráulicos indiferentes a que se sepan sus nombres. Mira a David Yogev, que transformó a Israel con su visión de la reutilización de aguas residuales tratadas. O a Simja Blass, que le dio el riego por goteo al mundo. O a Sidney Loeb, que concibió la desalinización. En mi libro, el lector encuentra un montón de gente como ellos, en su mayoría sin grandes egos, personas injustamente olvidadas de la historia. Su credo era ‘Estoy aquí para servir’. E Israel, y ahora el mundo, son mejores por su visión y sacrificio”.
Fuente: The Times of Israel
Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
https://www.enlacejudio.com/2015/12/04/como-se-convirtio-israel-en-una-superpotencia-de-agua/
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