THE WALL STREET JOURNAL
El FBI confirma lo que el Presidente Obama se niega a admitir.
El Presidente Obama entró a la Casa Blanca creyendo que la “guerra contra el terror” era una exageración equivocada impulsada por el miedo político, y su gobierno incluso dejó de usar el término. Siete años más tarde, Obama está presidiendo sobre un renacer yihadista mundial que ahora amenaza a la patria estadounidense más que en cualquier momento desde los ataques del 11 de septiembre del 2001.
Esa es la lección dolorosa de la ola reciente de bombardeos terroristas que llegó esta semana a un centro para discapacitados en San Bernardino, California. El director del FBI, James Comey, dijo el viernes que su agencia está investigando ahora como un acto de terrorismo la masacre del miércoles de 14 personas y que los dos asesinos musulmanes mostraban “indicios de radicalización.”
Comey agregó que aún cuando hasta ahora no hay pruebas que los asesinos fueran parte de una célula o conspiración terrorista mayor, hay algunos indicios de potencial “inspiración” terrorista extranjera. Lo último tendría que significar Estado Islámico o al Qaeda, tal vez a través de internet.
El director del FBI dijo más de una vez que la investigación está en etapa temprana, pero él merece apoyo por hablar francamente acerca de la evidencia y peligros. Todo instinto de esta administración, comenzando por el Presidente, ha sido minimizar el riesgo terrorista en suelo estadounidense -tal vez porque contradice la creencia política de Obama que a todo lo que tenemos que temer es al propio miedo al terrorismo.
El Presidente explicitó esto en su discurso del 23 de mayo del 2013 en la Universidad de Defensa Nacional en el que dijo que los estadounidenses deben dejar atrás el pie de guerra del país posterior al 11/S y comparó la amenaza terrorista islámica con “muchas formas de extremismo violento en nuestra historia.” Pocos discursos en la historia presidencial han sido repudiados tan rápidamente por los acontecimientos.
San Bernardino es un ejemplo de la pesadilla del terror local contra la que ha estado advirtiendo el Sr. Comey cuando ha contado al Congreso sobre los miles de estadounidenses que ahora son simpatizantes del Estado Islámico. Que ni el estadounidense-pakistaní Syed Farook, nacido en Illinois, ni Tashfeen Malik, su esposa de Arabia Saudita, estuvieran en la lista de vigilancia del FBI es aún más inquietante.
Su almacenamiento tranquilo de armas de fuego, municiones y material para fabricación de bombas aún mientras llevaban vidas aparentemente promedio, muestra que EE.UU. puede tener un problema mayor a partir del terrorismo de cosecha propia que lo que el gobierno ha querido admitir.
Los estadounidenses han tendido a pensar que están más seguros que los europeos y sus enclaves inmigrantes musulmanes de Saint-Denis, Molenbeek, y Birmingham. Pero según el relato de sus amigos e incluso de su familia, Farook no dio pistas de ninguna conversión radical hasta que sesgó a los mismos colegas que habían hecho un baby shower a su esposa. Él muestra que la yihad es posible incluso entre los estadounidenses nativos que dan toda señal de acatar las normas estadounidenses.
San Bernardino muestra también que las consecuencias pueden ser tan asesinas viniendo de un yihadista que es “inspirado” por el Estado Islámico como las que vienen de un ataque ordenado por éste. Funcionarios estadounidenses dijeron que Tashfeen Malik había jurado su lealtad al Estado Islámico en un comentario en Facebook el día del ataque. Si el ISIS fue su inspiración, esto demuestra que el califato no necesita una red de agentes para difundir el terror. Su genialidad perversa de la era de internet es afirmar que habla por todos los musulmanes suníes en cualquier parte, quienes pueden infligir dolor a los infieles y apóstatas.
La falla del Presidente Obama en responder en forma suficientemente enérgica, o siquiera en comprender aparentemente la amenaza, ha permitido que esta inspiración malvada se difunda cuando el Estado Islámico afirma ser la vanguardia de la historia islámica. En las últimas semanas, agentes del califato o sus acólitos distantes han cometido actos terroristas letales en el Sinaí contra un avión ruso, Beirut, París, y ahora, en San Bernardino.
A raíz de los asesinatos en París, nosotros escribimos un editorial instando al Presidente Obama a “despertar” ante la creciente amenaza terrorista. Estados Unidos no debe tener que soportar más San Bernardinos antes que Obama enfrente la tormenta yihadista que se ha reunido bajo su mandato.
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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