La guerra estadounidense contra los judíos

CAROLINE GLICK

 

A pesar de los fondos sustanciales que han sido dedicados a combatir a las fuerzas anti-Israel en los campus, ellas no han sido disminuidas.

Las bases de la vida judía estadounidense están bajo ataque hoy en formas que eran inimaginables hace una generación. El ámbito académico es la zona de impacto del embate. Los movimientos de protesta en los campus son ante todo movimientos anti-judíos.

Durante la década pasada o algo así, los líderes comunitarios y activistas judíos se han concentrado en apenas un aspecto de esta campaña anti-judía. Los líderes judíos se han dedicado a ayudar a los estudiantes judíos a combatir el antisemitismo directo inherente a los movimientos estudiantiles anti-Israel.

A pesar de los fondos sustanciales que han sido dedicados a combatir a las fuerzas anti-Israel en los campus, ellas no han sido disminuidas. Al contrario, cada año que pasa se han vuelto más poderosas y amenazantes.

Consideren una muestra de los incidentes anti-judíos que tuvieron lugar durante las últimas semanas.

Hace dos semanas, se le ordenó a Daniel Bernstein, un estudiante judío de la Universidad de California Santa Cruz y miembro del gobierno estudiantil de la universidad, que no votara sobre una resolución pidiendo que la universidad desinvierta de cuatro empresas que hacen negocios con Israel.

Bernstein representa al Stevenson College de la UCSC en el gobierno estudiantil de la universidad. Es también vicepresidente de la Unión Estudiantil Judía de su universidad. Antes de la votación anti-Israel, Bernstein recibió un mensaje de un miembro del consejo estudiantil de su facultad ordenándole abstenerse de la votación acerca de la desinversión en Israel.

Bernstein fue informado que el consejo estudiantil había determinado que él estaba motivado por “un programa judío”, y por lo tanto no se podía confiar en que viera en forma justa la resolución.

En el mismo mensaje, el corresponsal de Bernstein le dio un “aviso” amistoso que sus colegas estudiantes estaban considerando quitarlo del cargo debido a que él es un judío apoyado por la comunidad judía.

Bernstein ignoró sus órdenes y votó para oponerse a la resolución anti-Israel.

Luego del incidente, Bernstein publicó una declaración censurando la discriminación y odio contra los judíos que son ahora rampantes en su campus.

Entre otras cosas, escribió, “deseo que el hecho de que yo sea sometido a antisemitismo fuera una asombrosa nueva ocurrencia. Pero la verdad es que no estoy asombrado. No estoy asombrado porque este odio e ignorancia me han seguido en todas partes. No estoy asombrado porque los estudiantes judíos han sido atacados con este vil racismo en todo el sistema de la UC [Universidad de California] durante años, y especialmente desde que el BDS se volvió una cuestión importante de discusión. El antisemitismo se ha vuelto una parte inseparable de la política del campus aquí mismo en la UC Santa Cruz y a lo largo del sistema de la UC.”
Luego está el movimiento creciente de asociaciones profesionales que boicotean a Israel.

La semana pasada, la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres (NWSA) aprobó una resolución para unirse al movimiento BDS. La resolución, escrita en prosa turgente e incomprensible, proclamaba que el único estado en el Medio Oriente que ofrece derechos plenos e iguales a las mujeres es tan malvado que debe ser acusado y boicoteado, sancionado y se debe desinvertir en él.

Mientras que Bernstein fue tomado personalmente como blanco, y la NWSA criminaliza a Israel, en CUNY, el 12 de noviembre, un grupo de manifestantes tomó como blanco a la comunidad judía como un todo.

Ese día, como parte de una “marcha del millón de estudiantes” nacional, donde los estudiantes exigieron enseñanza gratis, estudiantes anti-judíos en CUNY marcharon en la universidad Hunter y presentaron una nueva demanda: la expulsión del campus de todos los partidarios de Israel. Congregándose en el centro del campus, unos 50 estudiantes cantaron al unísono, “Sionistas fuera de CUNY!”

Aparte de una declaración anodina en favor de la “libertad de expresión,” los administradores de CUNY no tuvieron nada que decir sobre el asunto.
Por su parte, los administradores de Hunter publicaron una declaración “condenando los ataques antisemitas,” cometidos por los participantes de la concentración.

Pero no fue tomada ninguna medida disciplinaria contra alguno de ellos.

Hablando al Algemeiner, el director regional del nordeste de StandWithUs, Shahar Azani, dijo que el incidente en Hunter “es otro ejemplo del secuestro de varias causas sociales por parte del movimiento anti-Israel.”

Al hacer esta afirmación, Azani estuvo meramente repitiendo la posición tomada por los líderes y activistas comunitarios judíos involucrados en la lucha para defender a los judíos y a Israel en los campus universitarios. Lamentablemente, esta posición es incorrecta.

Según la sabiduría prevaleciente que guía las respuestas comunitarias judías ante el embate contra los estudiantes judíos en los campus, los movimientos anti-Israel y anti-judío son distintos de las fuerzas anti-liberales más amplias que están ahora trastornando la vida en los campus a lo largo de EE.UU. Como ven las cosas los líderes judíos, no hay conexión inherente entre los manifestantes que adoptan la victimización y exigen restricciones sobre la libertad de expresión, consulta y reunión (y enseñanza gratuita), y los que buscan expulsar a los judíos de la esfera pública en los campus universitarios.

El movimiento de “los matones llorones”, que exige que las universidades restrinjan la libertad de abastecer a los grupos víctimas, es necesariamente hostil hacia los judíos. Esta es la razón por la que al mismo tiempo que las “víctimas” desde negros a transgénero son mimadas y acariciadas, los judíos han surgido como el único grupo que no es protegido. De hecho, el movimiento BDS exige que las universidades discriminen a los estudiantes judíos.

El conflicto inherente entre los principios del movimiento “progresista” y los derechos judíos es expuesto en una guía para las “micro-agresiones” raciales publicada este año por la Universidad de California. Estudiantes y profesores deben evitar cometer estas “micro-agresiones” si quieren permanecer en el lugar correcto de las autoridades del campus y la ley.

La UC define “micro-agresiones” como, “intercambios verbales o no verbales breves y sutiles que envían mensajes denigrantes al receptor debido a su pertenencia a un grupo (tal como raza, edad o estatus socio-económico).”

Los transgresores pueden esperar ser acusados de engendrar un “ambiente de aprendizaje hostil,” un acto que puede hacer que te expulsen, te despidan y seas sometido a investigaciones penales.
Como informó el profesor de derecho Eugene Voloch en el Washington Post en junio, entre otras cosas, la lista de delitos incluye abrazar el mérito como una forma de avanzar en la sociedad. Una declaración en las líneas de “Yo creo que la persona más calificada debe obtener el empleo” puede destruir la carrera académica de una persona.

Así también, las declaraciones rechazando la raza como un factor significativo al juzgar la competencia de una persona son consideradas ahora racistas. Por ejemplo declaraciones al efecto de, “Hay sólo una raza, la raza humana”, “Estados Unidos es un crisol” o “No creo en la raza” pueden hacer aterrizar a un estudiante o instructor.

La semana pasada, en una columna, Dennis Prager destacó que la lista castiga como racismo a todos los pilares de la sociedad liberal en Estados Unidos. La lista, escribió él, muestra que “la universidad estadounidense está ahora más cerca del fascismo que de la libertad tradicional.”

Prager tiene razón, por supuesto. Pero la captura fascista del ámbito académico no afectará en forma igual a todos los estadounidenses.  Los judíos son las mayores víctimas de este estado de cosas.

Durante la mayor parte de los últimos cien años, la movilidad hacia arriba de la judería estadounidense ha estado correlacionada en forma directa con la adopción de valores meritocráticos por parte de Estados Unidos. Cuanto más los estadounidenses han mirado más allá de la raza y la etnicidad y juzgaron a la gente por sus talentos, caracteres y competencia profesional, más alto han subido los judíos. Por el contrario, donde las cualidades distintas a la competencia, talento y profesionalismo han determinado el estatus social y profesional, los judíos han sufrido. Ellos han enfrentado discriminación y sus oportunidades de avanzar han sido limitadas.

El ámbito académico no es más que un componente pequeño de la sociedad estadounidense. Pero para ganar un lugar en las clases media, media alta y alta de Estados Unidos, necesitas al menos un título universitario. Además, los graduados universitarios pasan a poblar y a dirigir el estado y las burocracias gobernantes federales, el mundo empresarial, el sector de entretenimientos y toda otra área importante de la empresa humana en la sociedad estadounidense.

Los simultáneos rechazos de los principios liberales centrales y la legitimación de fuerzas antisemitas por parte del ámbito académico no son una coincidencia, Los judíos son un recordatorio constante que la capacidad humana – en vez de la raza y otras identidades grupales – tiene todo que ver con la capacidad de una persona de sobresalir en lo académico y más allá. Para que los principios fascistas se sostengan, los judíos deben ser demonizados y odiados. El vínculo intrínseco entre el antisemitismo y el fascismo y su adopción simultánea por parte de una institución estadounidense clave significa que los derechos iguales y libertad de los judíos son mucho más amenazados en Estados Unidos hoy que lo que han advertido la mayoría de los líderes y activistas judíos. El fracaso de la comunidad judía a la fecha en derrotar exitosamente a las fuerzas antisemitas en los campus se debe al menos en parte a su fracaso en reconocer o contender con la naturaleza dual del problema.

Fuente: The Jerusalem Post

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México   

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