Cuando más arreciaba la persecución nazi fascista en los años 1943 y 1944, un pueblito de montaña del centro de Italia se convirtió en una “Casa de vida” para acoger a una familia judía perseguida.
JESÚS COLINA
Terzone di Leonessa, localidad que hoy tiene 340 habitantes, cercana a Rieti, realizó una auténtica gesta al arriesgar la vida de sus hombres, mujeres y niños para dar casa y alimentación durante meses a los cinco componentes de la familia Pisetzky (la madre, el padre, dos hijos adolescentes, y la abuela), que huyeron de Roma para escapar de la deportación segura a los campos de exterminio nazis.
Por este motivo, en una emotiva celebración, que congregó el 21 de diciembre pasado a los habitantes de varias de las localidades cercanas, la Fundación Internacional Raoul Wallenberg entregó el reconocimiento “Casa de Vida” a la Iglesia y la casa parroquial de San Pedro, donde la familia encontró refugio.
En la ceremonia, el alcalde, Paolo Trancassini, aclaró que “este reconocimiento es particularmente importante en un momento como éste, en el que la comprensión y el respeto de culturas y mundos diferentes son discutidos por fanatismo de carácter religioso”.
“Deseo que el ejemplo de nuestros abuelos y abuelas sea una enseñanza para las futuras generaciones, educándolas en los valores de la dignidad humana, del respeto y de la tolerancia recíproca”, añadió Trancassini.
El obispo de Rieti, monseñor Domenico Pompili, reconoció la importancia pedagógica que tiene esta iniciativa de la Fundación Wallenberg y propuso a los habitantes del pueblito que repitan el ejemplo que dieron sus abuelos, acogiendo a una de las miles de familias que hoy huyen de la persecución, buscando refugio en Europa, como ha pedido el Papa Francisco.
En realidad los hechos que ocurrieron en Leonessa durante la Segunda Guerra Mundial han sido reconstruidos gracias al testimonio de Marco Pisetzky, recientemente fallecido, uno de los dos hijos de la familia refugiada.
Pisetzky, en enero de 2013, regresó a Leonessa para revivir junto a la población local aquellos meses que, paradójicamente, en su adolescencia, fueron de “los más felices de su vida”, pues en medio de la persecución, la población le ofreció una acogida extraordinaria.
La familia de Marco, de origen polaco, llegó a esta aldea por sugerencia de una de las señoras que trabajaban como sirviente en su casa de Roma, quien les puso en contacto con el párroco de la Iglesia, don Lorenzo Gnocchi.
“Don Lorenzo —ha testimoniado Marco Pisetzky— nunca trató de convertirnos ni nos pidió dinero. Es más, sabiendo que no contábamos con dinero líquido, iba él mismo al campo a pedir a los campesinos huevos y carne”.
Los habitantes del lugar sabían que los Pisetzky eran judíos. Los partisanos les daban de comer por la noche.
En la ceremonia participó el profesor Andrea Ungari, profesor de Historia en la Universidad LUISS-Guido Carli, quien ilustró el valor de los campesinos: por una parte, se arriesgaban a sufrir las represalias de los soldados alemanes si descubrían que escondían a judíos.
Por otro lado, los campesinos denunciando a la familia judía hubieran podido recibir una recompensa y crecer en reconocimiento por parte de la ocupación.
Y, sin embargo, como siguió subrayado Ungari, ninguno de aquellos humildes montañeros, que pasaban un momento de grave carestía y dificultades, traicionó a la familia judía.
Fue la oportunidad solemne para esta población montañera de unirse al Jubileo de la Misericordia que ha convocado el Papa Francisco.
La Fundación Wallenberg, presidida por Eduardo Eurnekian, y fundada por Baruj Tenembaum, entregó este reconocimiento en forma de una lápida, que fue colocada en la fachada de la iglesia parroquial del pueblito.
Esta placa, explica la Fundación, “recordará a todos los visitantes que, si bien el Holocausto fue uno de los períodos más oscuros de la humanidad, muchas personas se opusieron a ese terrible mal y de ese modo hicieron la diferencia”.
El proyecto “Casas de vida” no sólo reconoce el ejemplo de personas que dieron refugio a perseguidos durante el Holocausto, sino también en otras situaciones de persecución y genocidio, como sucedió en el caso de los armenios, quienes en ocasiones pudieron salvarse gracias a la generosidad de ciudadanos turcos.
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg, que cuenta entre sus primeros miembros a Jorge Bergoglio, cuando era obispo en Buenos Aires, alienta a compartir información fidedigna sobre otras “Casas de vida” ya sea por e-mail ([email protected]), o por teléfono en las distintas sedes de la institución: Nueva York: 212-7373275; Jerusalén: + 972-2-6257996; Buenos Aires: + 54-11-43827872
Más información: https://www.raoulwallenberg.net
Fuente:Aleiteia.org
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