El movimiento islamista puede parecer más fuerte que nunca, pero un vistazo de cerca sugiere dos puntos débiles que podrían condenarlo, y tal vez de forma rápida.
Por Daniel Pipes
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Sus puntos fuertes son evidentes. Los talibanes, Al-Shabaab, Boko Haram, e ISIS adoptan el islamismo – la ideología que llama a aplicar la ley islámica en su totalidad y gravedad – hasta extremos insoportables, arrasando y embruteciendo su camino al poder. Pakistán podría caer en sus manos. Los ayatolás de Irán gozan de nuevos vientos gracias al acuerdo de Viena. Qatar tiene el ingreso per cápita más alto del mundo. Recep Tayyip Erdogan se está convirtiendo en dictador de Turquía. Agentes islamistas pululan el Mediterráneo en dirección a Europa.
Pero las debilidades internas, sobre todo las riñas y el descontento, podrían deshacer el movimiento islamista.
Las luchas internas se volvieron despiadadas en 2013, cuando los islamistas detuvieron abruptamente su patrón previo de cooperación entre sí y en su lugar comenzaron luchas intestinas. Sí, el movimiento islamista en su conjunto comparte objetivos similares, pero también contiene diferentes intelectuales, grupos y partidos con afiliaciones variantes étnicas, tácticas e ideologías.
Sus divisiones internas se han extendido rápido y lejos. Estas incluyen sunitas contra chiítas, especialmente en Siria, Irak y Yemen; monárquicos contra republicanos, especialmente en Arabia Saudita; no violentos frente a estilos de violencia, en particular en Egipto; modernizadores vs renovadores medievales, especialmente en Túnez; y las simples viejas diferencias personales, sobre todo en Turquía. Estas divisiones obstruyen el movimiento girando sus armas hacia el interior.
La dinámica aquí es antigua: Cuando los islamistas se acercan al poder, luchan entre sí por el dominio. Las diferencias que difícilmente importaban cuando estaban en el desierto cobran gran importancia cuando los riesgos aumentan. En Turquía, por ejemplo, el político Erdogan y el líder religioso Fethullah Gülen cooperaron hasta que se deshicieron de su enemigo común, los militares, de la política, cuando se volvieron unos contra otros.
La impopularidad, el segundo problema, puede ser el mayor peligro para el movimiento. Como las poblaciones experimentan el gobierno islamista de primera mano, lo rechazan. Una cosa es creer en abstracto en los beneficios de la ley islámica y otra muy distinta sufrir sus privaciones, que van desde los horrores totalitarios del Estado Islámico a la dictadura emergente relativamente benigna en Turquía.
Los signos de este descontento incluyen las grandes mayorías de iraníes que rechazan la República Islámica, la ola de exiliados fuera de Somalia, y las manifestaciones egipcias masivas de 2013 que protestaban a solo un año de la Hermandad Musulmana en el poder. Al igual que con los gobiernos fascista y comunista, la soberanía islamista conduce a menudo a las personas a votar con los pies.
En caso de que estas dos tendencias se mantengan, el movimiento islamista enfrentará problemas. Algunos analistas ya ven la era islámica terminada y el surgimiento de algo nuevo de sus restos. Por ejemplo, el erudito sudanés Haidar Ibrahim Ali sostiene que ha comenzado una era “post-islamización”, cuando “la vitalidad y el atractivo del islamismo se han agotado, incluso entre los más ardientes de sus partidarios y entusiastas”.
Los enemigos del islamismo tienen mucho trabajo por delante. Los musulmanes deben luchar tanto para combatir este movimiento como para desarrollar una alternativa convincente a su objetivo de implementar la ley islámica, explicando de manera constructiva lo que significa ser musulmán en 2016. Los no musulmanes pueden servir como sus votos auxiliares, ofreciendo de todo, desde un aplauso a financiar las armas.
Los crecientes problemas del islamismo ofrecen motivos para la confianza, pero no para la complacencia, puesto que otro retroceso en curso podría tener lugar en cualquier momento. Pero si las tendencias actuales se mantienen, el movimiento islamista se habrá limitado, tanto como el fascismo y el comunismo antes, a dañar la civilización occidental, no a destruirla.
Sea cual sea la tendencia, derrotar el islamismo sigue siendo el desafío.
Sr. Pipes (DanielPipes.org,DanielPipes) es presidente del Foro de Medio Oriente. © 2016 por Daniel Pipes. Todos los derechos reservados.
Fuente: Middle East Forum – Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
https://www.enlacejudio.com/2016/01/04/dos-puntos-debiles-podrian-acabar-con-el-movimiento-islamista/
Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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