“Israel ha optado por no enredarse en los conflictos serios entre suníes y chiíes”

El analista político internacional, Julián Schvindlerman, dialogó acerca del conflicto que se generó entre Arabia Saudita e Irán tras el asesinato del clérigo chiíta, Nemer-al Nemer, que desató la furia de ciudadanos iraníes que incendiaron la embajada saudí en Teherán. Además, se refirió acerca de cómo queda posicionado Israel ante este conflicto y de quiénes son los beneficiados con este conflicto entre sunitas y chiítas.
 
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

– Con la ruptura de las relaciones diplomáticas entre algunos países árabes e Irán, ¿qué panorama se presenta para el futuro cercano? ¿Se va a recrudecer el conflicto?– Ha llegado a un pico de tensión una situación de prolongada confrontación -abierta y encubierta- entre Ryhad y Teherán. Arabia Saudita ejecutó días atrás a casi medio centenar de hombres acusados de terrorismo, mayormente sunitas, y varios de ellos miembros de Al-Qaeda. También mató a un clérigo chií muy prominente, llamado Nemer al-Nemer. A éste se le atribuía pertenencia a Hezbolá al-hejaz, un grupo armado en la provincia oriental de Arabia y lealtad ideológica al (difunto) ayatolá Khomeini, y haber declarado ilegítima a la monarquía de Saúd. El gobierno saudí tiene un pésimo récord en cuanto a derechos humanos, pero es igualmente claro que Nemer al-Nemer no era un pacifista. La reacción iraní fue permitir que manifestantes atacaran la embajada saudí en Teherán y su policía intervino tardíamente. En respuesta, Ryhad cortó lazos diplomáticos. El trasfondo es la puja religiosa y política entre suníes y chiíes y los Estados que los representan y respaldan, a saber, Arabia e Irán primordialmente

_¿Cuánto influye el acuerdo nuclear firmado entre Irán y Estados Unidos, y el combate contra el Estado Islámico? ¿Qué rol tiene Rusia en este conflicto?–  Arabia Saudita ve con mucho recelo este acuerdo pues eleva el estatus de Irán como miembro legítimo de la comunidad internacional, a pesar de ser una tiranía clerical promotora de terrorismo regional. Además sospecha que el acuerdo no impedirá que el país persa acceda a la bomba nuclear, un gran temor de la monarquía saudita bajo el trasfondo de su competencia política y religiosa histórica con este adversario chií. El grupo Estado Islámico es un enemigo común pero más lo es de Irán pues es sunita y además desafía al régimen de Damasco, aliado de Irán. Algunos miembros ricos de la Casa de Saúd han financiado a grupos integristas, a su vez, de manera que la ecuación no es enteramente limpia en ningún lado. En el lío geopolítico actual en Medio Oriente, Rusia está más emparentada en sus intereses con Irán que con los de Arabia Saudita.

– Ante esta situación tensa, ¿Cómo queda posicionado Israel? ¿Crees que va a tomar un posicionamiento contra el régimen iraní o se va mantener pasivo?

– Israel hasta el momento ha optado por no enredarse en los entuertos serios entre suníes y chiíes. Ha buscado preservar su integridad territorial, evitar un derrape de los conflictos hacia su territorio y sabotear los esfuerzos iraníes en armar a Hamas y Hezbollah. Jerusalén monitorea con alta inquietud los desarrollos complejos de su vecindario, balanceando la necesidad de mantenerse a salvo de múltiples amenazas, del deseo de no verse arrastrada hacia estas confrontaciones.

– Se sabe que en Latinoamerica hay células terroristas como Hezbollah que responden a los chiítas ¿Crees que eso puede activar para generar conflictos en Medio Oriente?

– Los agentes de Irán y Hezbollah tienen presencia en América Latina y hace poco hubo supuestos esfuerzos iraníes en atentar contra la embajada israelí en Uruguay. Pero parece lógico imaginar que Irán, a quien Hezbollah responde, no estará interesado en adicionar otro frente complicado en el mundo a los que ya tiene en Medio Oriente. El pacto nuclear a priori induciría al régimen ayatolá a no activar estas células aquí, aunque no siempre la racionalidad o la prudencia han guiado las políticas de Irán.

– ¿Quiénes se benefician con este conflicto?

– Irán y Rusia están apoyando a los enemigos de Arabia Saudita en el Medio Oriente, especialmente en Siria, pero Irán también buscó desestabilizar Bahrein y Yemen en el pasado, y Ryahd acudió en su defensa. La monarquía saudí sostiene una política petrolera que ha llevado a una caída significativa del precio del barril, a menos de 40 dólares, lo que daña las economías de Irán y Rusia, ambos importantes productores. Moscú y Teherán confluyen en su interés en debilitar geopolíticamente a Ryhad.

Fuente: Vis-à-Vis

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