PIERRE ITSHAK LURÇAT
En un volumen de su gran fresco “El palacio de los jarrones rotos”, que se desarrolla en Jerusalém durante los años de 1920-1930, el novelista hebreo David Sahar describe al personaje ridículo pero muy realista de Léa Himmelsach. Judía alemana, pacifista provista de buenas intenciones, que arenga las masas árabes y les intenta sin éxito enseñar los rudimentos de la teoría marxista de la “lucha de clases”. Un día, viendo a una campesina árabe joven, embarazada, que iba tras de su padre que montaba un asno, ella intenta explicarle que el hombre debería ir a pie para que su hija reposase…Y se organiza un lio: ella es insultada y golpeada por la joven árabe, indignada de que esta maldita judía haya faltado al honor de su padre.
Me ha venido a la memoria el personaje de Léa Himmelsach leyendo esta mañana en el diario Makor Rishon un artículo titulado “Recomendación confidencial para los manifestantes izquierdistas de Biliin: cómo afrontar las agresiones sexuales de sus camaradas palestinos”. El artículo, firmado por Ishai Friedmann, describe las múltiples agresiones sexuales (incluyendo tentativas de violación) sufridas por las militantes de izquierda, las cuales participan cada viernes en las manifestaciones contra la “Ocupación” al lado de jóvenes palestinos, y a ojos de los cuales estas israelíes tan ligeramente vestidas (para afrontar el calor) que vienen a sostener su lucha son en suma unas prostitutas.
En ciertos casos, los notables árabes del lugar han rogado insistentemente a las manifestantes que se presenten con un vestuario “decente” para que no atenten contra los valores del Islam y arrastren a la juventud musulmana en el “desenfreno“… En otros casos, son los propios jóvenes árabes quienes aprovechándose del gentío y de los gases lacrimógenos en medio de los cuales transcurren estas manifestaciones tratan de ver más de cerca lo que las manifestantes israelíes esconden tras su reducida falda.
Este episodio ilustra perfectamente la fosa cultural que separa a la sociedad árabe de la judía, fosa que existe desde los comienzos del sionismo político y que a menudo ha sido descrita por periodistas y escritores. Lo que resulta novedoso y muy interesante – y casi divertido, no tengamos vergüenza en decirlo – en este affaire de Biliin, como en la historia relatada en la novela de Shahar, es que son precisamente las militantes de la izquierda radical, presentes precisamente por simpatizar con los árabes y sostenerlos en su “justo combate contra la Ocupación”, quienes son las víctimas de las agresiones sexuales de sus camaradas palestinos, a la vez que descubren por si mismas el sexismo y el desprecio por las mujeres que reina en la sociedad árabe. Esta historia que parece una fábula, muy bien podría servir de parábola que ilustrara la situación de Israel en el Oriente Medio y la actitud ciega de los izquierdistas israelíes, prestos a sufrir todas las humillaciones para acudir en ayuda de los “pobres palestinos”… Cuando las mujeres de la izquierda radical de Tel Aviv llegan a Biliin con su mini falda para combatir el calor y sus buenos sentimientos para luchar contra el “Muro” (la barrera de seguridad que impide y ha impedido a los terroristas y kamikazes palestinos entrar en Israel para atentar contra la población civil, pero que aun así es comparado por la propaganda pro-palestina con el Muro de Berlín), directamente se dan de bruces y chocan con otro verdadero Muro bastante más alto e infranqueable: el del estatuto de la mujer en la sociedad árabe musulmana.
De igual manera, en otra escala y con otras consecuencias más graves, cuando nuestros políticos y dirigentes vienen, provistos de sus intenciones pacíficas y de su mala conciencia oddicental, a ofrecer a los palestinos en una bandeja la mitad de nuestro país, se dan de bruces (lo cual es una suerte para Israel) con un muro de rechazo e intransigencia árabe. Pues a los ojos de los árabe-palestinos, de Hamas, de Fatah, los Barak, los Peres y los Netanyahu que multiplican las concesiones unilaterales y están dispuestos a toda renuncia, para obtener un “acuerdo de paz” no valen más que las sharmutot judías (sic) de Biliin y otros lugares…
Los vecinos árabes no tienen ningún respeto por la mujer que enseña los muslos, ni por el hombre político que revela su debilidad y renuncia a su propia tierra en nombre de una paz hipotética. No puedo saber si las manifestantes izquierdistas de Biliin aprenderán algo en ese stage,organizado por asistentes sociales, para defenderse de los violadores árabes. Pero espero que nuestros políticos, ojalá, aprendan un día a comportarse de cara a nuestros enemigos y no olviden la lección.
De los árabes, de costumbres crueles, despreciadores de las mujeres, enemigos de Judíos y occidentales, debemos sin duda aprender su modo de llevar las negociaciones y defender el honor nacional.
Fuente:bajurtov.com
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