Por Yossi Melman
Los iraníes de línea dura temen que el cambio económico y la apertura traerán ideas tales como democracia, derechos humanos y permisividad sexual, lo que debilitará su control sobre el país.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La liberación el sábado de cinco ciudadanos iraní-estadounidenses, parte de un acuerdo más amplio de intercambio de prisioneros entre Irán y EE.UU., es sólo el dramático primer acto de algo mucho más importante: La implementación del acuerdo nuclear y el levantamiento de las sanciones contra Irán.
La liberación de presos también sugiere que el acercamiento en las relaciones entre Teherán y Washington es más profundo y más amplio que la estricta cuestión nuclear. Las dos naciones podrían potencialmente reanudar las relaciones diplomáticas en el futuro, pero será una tarea mucho más difícil.
De cualquier manera, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó el sábado que Irán había cumplido con su parte del acuerdo de Viena firmado en julio de 2015 con seis potencias mundiales. Los ministros de Exteriores de Irán y Estados Unidos se quedan en Viena para garantizar que el proceso continúa sin complicaciones.
Los requisitos sobre Irán, la mayoría de los cuales se han cumplido, debían reducir el número de centrifugadoras que enriquecen uranio de 20.000 a 6000, desmantelar el reactor nuclear de Arak, reducir el stock de uranio enriquecido, enviar lo que se ha enriquecido al 20 por ciento, y seguir dando acceso a los inspectores del OIEA a sus instalaciones nucleares.
El acuerdo tiene una validez de 10 años.
Tan pronto como el OIEA dé su aprobación, el proceso gradual pero rápido comenzará a eliminar las sanciones económicas contra Irán, poniendo así fin a la década de esfuerzos de la comunidad internacional por estrangular y paralizar la economía iraní como una forma de reducir su programa nuclear.
Las sanciones comenzaron a raíz de una decisión de 2006 contra individuos y empresas asociadas a los programas nucleares y misilísticos de Irán por el Consejo de Seguridad de la ONU. Fueron ampliados de manera unilateral por los países occidentales, y finalmente por la mayor parte del mundo, a las industrias de petróleo y gas, las industrias de transporte y seguros y los bancos de la República Islámica.
¿Quién tenía la sartén por el mango en esta larga y agotadora lucha? Es una pregunta ideológica y política.
La respuesta está en el ojo del que mira. Hay quienes lo ven, especialmente el presidente estadounidense Barack Obama y su administración, como una victoria de Occidente y Estados Unidos: La sumisión de Irán a reducir su programa nuclear y evitar la construcción de un arma nuclear.
Sin embargo, Israel, las naciones árabes y algunos países de Europa ponen mala cara y consideran que el acuerdo es una rendición por parte de Estados Unidos a Irán, que aceptó el acuerdo sólo después de haberse garantizado solo la tecnología, los materiales y el equipo que le permiten permanecer en el umbral nuclear con la bomba a su alcance.
En esencia, la eliminación de las sanciones dará a Irán aproximadamente $ 100 millones de dólares que habían sido congelados en sus cuentas en el extranjero y el derecho a exportar una media extra de un millón de barriles de petróleo por día.
En Irán se han disparado las expectativas.
El presidente Hussein Rouhani ha prometido que 2.016 será ”un año de prosperidad económica”. A pesar de que el levantamiento de las sanciones contra Irán es una bendición, está llena de riesgos para el régimen y podría decepcionar las altas expectativas.
La economía iraní se basa principalmente en los ingresos por exportaciones de petróleo. La exportación de un promedio extra de un millón de barriles al día inundará el mercado internacional, lo que reduce aún más el precio del petróleo, que ya ha bajado a menos de $ 30 el barril.
En resumen, los ingresos del petróleo de Irán serán mucho más pequeños de lo que Irán había esperado que fueran durante las negociaciones del acuerdo nuclear. El ingreso no será suficiente para todos los ambiciosos planes que el gobierno iraní tiene reservados para mejorar la economía y aliviar la presión sobre sus ciudadanos.
El gobierno iraní tendrá que priorizar sus decisiones y tendrá dificultades para cumplir con todas las expectativas y demandas de los militares y la Guardia Revolucionaria, así como las organizaciones que dependen de ella para su financiación, como Hezbolá, para actualizar su equipo militar obsoleto como Israel temió que haría.
Los líderes israelíes han expresado su preocupación sobre las desaforadas compras esperadas de los militares iraníes y sus representantes, que pueden traer más inestabilidad y patrocinio del terrorismo para el régimen. Sin embargo, deliberadamente tienden a olvidar mencionar que Israel sigue siendo la mayor potencia militar en Medio Oriente y más allá, como dijo el jefe saliente del Mossad, Tamir Pardo, recientemente en su entrevista de despedida: Irán y Hezbollah están sangrando en los campos de batalla regionales de Siria, Irak y Yemen, e Israel mantiene su monopolio de armas nucleares, según informes extranjeros.
Por otra parte, la Guardia Revolucionaria de Irán, que en realidad sirve como un Estado dentro del Estado y controla al menos el 30 por ciento de la economía iraní, teme que las inversiones de las empresas occidentales en Irán disminuirán su poder económico e influencia y fortalecerán al sector privado. La Guardia Revolucionaria, al igual que los clérigos religiosos extremistas y el resto de la línea dura conservadora en Irán, también están muy preocupados de que la apertura del mercado iraní a inversores occidentales traerá influencias occidentales en el país a las que la clase media, especialmente los jóvenes, darán la bienvenida. Los de la línea dura temen que el cambio económico y la apertura traerán ideas tales como democracia, derechos humanos y permisividad sexual, que debilitarán su control del país.
Fuente: The Jerusalem Post – Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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