Los Cabalistas que se establecieron en Eretz Israel ya hace varios siglos acostumbraban a celebrar de una manera peculiar ese día. Ellos instituyeron lecturas especiales para la noche de Tu Bishvat, tomada de citas de la Torá, el Talmud y el Zohar referentes a los frutos y árboles.
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Acostumbraban a leerla en una ceremonia de frutas, que eran no menos de quince. De aquí la costumbre hoy en día de comer distintas clases de frutas en Tu Bishvat, sobre todo de las que fueron mencionadas por la Torá como alabanzas de Eretz Israel: “Tierra de trigo, y de cebada, de la vid, de la higuera, del granado, tierra de olivas, de aceite y de miel [de dátiles. N. del T.]” (Dvarim 8:8).
En nuestra época, cuando nuestro pueblo ha comenzado a retornar a la tierra de la que fue exiliado hace tantos años, se ha convertido en la “Fiesta del plantado”: Los niños de las escuelas en Eretz Israel suben a las colinas y descienden a los valles, donde plantan decenas de miles de retoños, para cumplir la gran mitzvá de plantar en Eretz Israel y embellecer nuestra hermosa tierra que D’s nos entregó.
Preparación: Se necesita vino (rojo o blanco), alguna torta o bizcocho de harina de trigo u otro cereal (que no sea considerado “pan”, desde el punto de vista de la halajá), frutas de las siete especies (aceitunas, higos, granadas, dátiles), verduras y frutas varias. Es bueno que esta noche – y también en todo momento – todos esos productos sean originarios de Eretz Israel. Es conveniente que todo ello este presente sobre la mesa cuando se recitan las bendiciones respectivas.
Comenzamos con las dos especies más importantes: Trigo y cebada. Se toma un trozo de la torta, y se bendice:
“Baruj ata… bore minei mezonot”
Luego de haber comido un bocado, se recitan los siguientes versículos:
“Guarda, pues, los mandamientos del Eterno, tu D’s, andando en Sus caminos y temiéndole a Él. Porque el Eterno, tu D’s, te trae a una tierra buena, tierra de arroyos de aguas, de fuentes y hondos manantiales que salen por los valles y por las montañas, tierra de trigo, y de cebada, y de la vid, y de la higuera, y del granado, tierra de olivas, de aceite y de miel, tierra en donde no con escasez comerás pan, puesto que nada faltará en ella, tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyas montañas podrás extraer el cobre. Y siempre que comieres y te saciares, bendecirás al Eterno, tu D’s, por la buena tierra que Él te ha dado. Cuídate, no sea que te olvides del Eterno, tu D’s, y así dejes de observar Sus mandamientos y Sus leyes y Sus estatutos que yo te ordeno hoy. No sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado para ti casas buenas, y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tu ganado menor se hayan multiplicado, y tu plata y tu oro abunden, y todo lo que tuvieres se aumente, que entonces se ensalce tu corazón, y te olvides del Eterno, tu D’s, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, el cual te condujo por el desierto grande y espantoso, de serpientes ardientes y escorpiones, y de sequía, en donde no hay aguas, el cual sacó para ti aguas de la dura roca, el cual te dio de comer el man en el desierto, que no conocieron tus padres, a fin de humillarte y a fin de probarte, para hacerte bien en tu porvenir, de manera que digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza. Antes bien, te acordarás del Eterno, tu D’s, porque Él es quien te da poder para adquirir riquezas, a fin de cumplir el pacto que juró a tus padres, como se ve el día de hoy” (Dvarim 8:6-18).
Se continúa con la tercera especie: La vid. Se sirve un vaso de vino, y se bendice:
“Baruj ata… bore pri haguefen”
Luego de haber probado el vino, se recita el siguiente Salmo:
“Bendice, oh alma mía, al Eterno, oh Señor, D’s mío, Tú eres muy grande, Te has vestido de gloria y majestad. El que se cubre de luz como de una vestidura, que extiende los cielos como una cortina, que edifica Sus altas cámaras entre las aguas, que pone las nubes por Su carroza, que anda sobre las alas del viento, que hace los vientos Sus emisarios, los flamígeros rayos Sus ministros. Él fundo la tierra sobre sus bases, no será jamás removida. El abismo lo cubriste, como con un vestido, sobre las montañas estaban las aguas. A Tu reprensión huyeron, a la voz de Tu trueno se apresuraron elevándose las montañas, bajando los valles a este lugar que fundaste para ellas. Pusiste les término que no pueden traspasar, ni volverán más a cubrir la tierra. Aquel eres que envía fuentes en los valles, entre los montes se van corriendo. Abrevan a todas las bestias del campo, los asnos monteses sacian su sed. A sus orillas habitas las aves del cielo, gorjean entre las ramas. Eres el que riega los montes desde Sus cámaras, la tierra se harte de fruto de Tus obras. Aquel que hace producir la hierba para las bestias, y las plantas en que trabaje el hombre, para sacar pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite para hacer relucir el rostro, y el pan que fortalece el corazón del hombre. Los árboles del Eterno están llenos de vigor, los cedros del Levanón que Él plantó, donde anidan las aves, la cigüeña tiene en los cipreses su casa. Las altas montañas son para las cabras monteses, los peñascos sirven de refugio para los conejos. Hizo la luna para los tiempos, el sol conoce su ocaso. Traes las tinieblas y se hace noche, en ella se ponen en movimiento todas las bestias de la selva. Los leoncillos rugen por la presa, y piden a D’s su alimento. Se levanta el sol, ellos se recogen, y se echan en sus cuevas. Sale el hombre a su obra, y a sus labores hasta la tarde. Cuán multiformes son Tus obras, oh Eterno!. Con sabiduría las has hecho todas, la tierra está colmada de Tus criaturas. He allí el grande y anchuroso mar, en donde se mueven seres innumerables, animales, así pequeños como grandes. Allí transitan las naves, y el Leviatán que hiciste para juguetear con él. Todos ellos esperan en Ti, para que des su alimento a su tiempo. Tú les das, ellos recogen, abres Tu mano, se hartan de bien. Escondes Tu rostro, se turban, les quitas su espíritu, expiran y vuelven a su polvo. Envías Tu espíritu, son creados, y renuevas la haz de la tierra. Sea la gloria del Eterno para siempre, regocíjese el Eterno en Sus obras, el cual mira a la tierra, y ella tiembla, toca los montes, y humean. Cantaré al Eterno en mi vida, a mi D’s tañeré salmos mientras yo viva. Gratas séanle mis palabras, yo me alegraré en el Eterno. Sean los pecados consumidos de sobre la tierra, y no habrá inicuos!. Bendice, oh alma mía, al Eterno. Haleluyá!” (Tehilim, Cáp. 104).
Se continúa con las frutas. La fruta más importante de las siete especies restantes, es la aceituna. Se bendice tomando una aceituna, cuando se exime de la bendición a todas las otras frutas presentes sobre la mesa que serán comidas:
“Baruj ata… bore pri haetz“
Luego de haber bendecido y haber comido un bocado de la aceituna, se leen las citas pertinentes a cada fruto y se prueba de él, según el orden siguiente:
Aceituna: “‘El Eterno te puso el nombre de Olivo verde, hermoso y de fruto vistoso’ (Irmya 11:16). De la misma forma que el aceite alumbra, el Beit HaMikdash (El Templo) alumbra a todo el mundo, como dice el versículo: ‘Y naciones caminarán a tu luz’ (Ishaya 60:3). Por ello, los patriarcas fueron llamados ‘Olivo verde’, porque alumbran a todos con su fe” (Shmot Raba 36).
Dátil: “Dijo Rabí Jia Bar Luliani: Qué quiere decir ‘el justo florecerá como la palma, crecerá como el cedro del Levanón’ (Tehilim 92:13)?. Si fue comparado con la palma, por qué también con el cedro?. Y si es semejante al cedro, por qué se lo compara con la palma?. Si sólo lo comparase con la palma y no con el cedro, podría pensar que de la misma forma que su tronco no se regenera, también el justo – D’s no lo permita! – su tronco no es regenerado: Por ello, se lo comparó también con el cedro. Si sólo lo comparase con el cedro y no con la palma, podría pensar que de la misma forma que el cedro no da fruto, también el justo – D’s no lo permita! – no da frutos: Por ello, se lo comparó con la palma y con el cedro” (Taanit 25A).
Higo: “Dijo Rabí Jia Bar Aba, citando a Rabí Iojanan: Qué quiere decir ‘quien cuida de la higuera comerá de su fruto’ (Mishlei 27:18) ¿Por qué fue comparada la Torá con una higuera? Porque de la misma forma que cuando uno busca en la higuera siempre encuentra otro higo, también el que medita en la Torá siempre encuentra buen gusto” (Irubin 54A).
Granada: “Dijo Reish Lakish: El fuego del infierno no puede dañar a los malvados de Am Israel. Porque si el Altar de Oro – que sólo tiene una delgada capa de oro [y por debajo es de madera. N. del T.] – el fuego no lo consumió durante tantos años, los malvados de Am Israel, que se encuentran repletos de mitzvot como una granada – como dice el versículo ‘como gajo de granada es tu sien’ (Shir HaShirim 6:7) – por supuesto que el fuego no podrá consumirlos. Ya que dijo Rabí Shimon Ben Lakish: No leas en el versículo ‘rakatej’ [tu sien], sino que ‘reikataij’ [tus vacíos], ya que incluso los que se encuentran vacíos, están llenos de mitzvot como una granada” (Irubin 19A).
Luego se dice sobre alguna verdura la bendición correspondiente:
“Baruj ata… bore pri haadama“
Se prueban las demás frutas y verduras. Hay quienes acostumbran probar más de 30 frutas distintas, y también hay otras costumbres. Al finalizar, se dice la bendición Meein Shalosh (¡no olvidar los agregados por haber bebido vino y haber comido frutas!), y luego Nefashot Rabot.
Fuente: alumbrar.org
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