Unas 1,421 personas profesaban el islam en México (45 en Chiapas) en el año 2000, una cifra que se elevó a 3,760 musulmanes (110 en Chiapas) en 2010.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
De entre la niebla que rodea las tupidas montañas de Chiapas, un estado mayoritariamente indígena de México, sobresale una imponente mezquita de cúpula y arcos arábigos, mientras mujeres veladas con coloridos pañuelos pululan en las polvorientas comunidades que próximamente recibirán al papa Francisco.
Mientras los adeptos del islam en México aumentaron más de 260% entre 2000 y 2010, cuatro templos de corrientes musulmanas divergentes se implantaron a las afueras de San Cristóbal de las Casas, en los Altos de Chiapas.
La humilde mezquita de la comunidad islámica Ahmadía, improvisada en una casa con techos de lámina, contrasta con la que se erige en la acera de enfrente, perteneciente a los Murabitún y que cuenta con una gran cúpula y un alminar.
“Yo no nací siendo musulmán, me hice musulmán en 1995. Fui el primero de mi familia”, dice orgulloso a la AFP el imán Ibrahim Chechev, quien nació bajo el nombre de Anastasio Gómez.
Originario de la etnia maya tzotzil, Chechev lidera a sus 34 años la comunidad Ahmadía e inicia cada conversación con un “As-salamu alaykum” (que la paz esté contigo, en árabe).
Portando un taquiya (una pequeña gorra ritual musulmana) sobre la cabeza, este hombre vela para que sus 60 seguidores realicen los cinco rezos diarios, la purificación de pies, manos y cara, el ayuno del ramadán y las lecturas del Corán.
La comunidad de Chechev ora en un frío salón sin ventanas, en una casa habitada por dos familias musulmanas.
Antes, Chechev formaba parte de los prósperos Murabitún, un grupo sufí encabezado por españoles. Aunque ellos fueron los pioneros del islam en este rincón del país, varios de sus adeptos se deslindaron para fundar sus propias comunidades.
“Les chocaban nuestras costumbres tzotziles, como la lengua y comida a base de maíz. Por eso me separé de ellos”, asegura Chechev.
Así, además del grupo Ahmadía y el Murabitún, también existen otras comunidades musulmanas: una wahabí de rama suní y otra, de influencia sufí, fundada por un sirio.
Mosaico religioso
Cuando el papa visite las comunidades indígenas de Chiapas durante su viaje a México del 12 al 17 de febrero, se encontrará con el estado menos católico del país y en el que cohabitan las más diversas religiones, desde católicos hasta budistas, pasando por evangélicos y judíos.
Después de Brasil, México es el segundo país más católico del mundo, más del 82% de su población se declara católica. Sin embargo, en Chiapas solo el 58% de los habitantes son católicos, según el último censo de 2010 del oficial Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).
Unas 1,421 personas profesaban el islam en México (45 en Chiapas) en el año 2000, una cifra que se elevó a 3,760 musulmanes (110 en Chiapas) en 2010. Actualmente, hay unos 300 adeptos del Corán en los Altos de Chiapas, según expertos.
A medio mundo de distancia de La Meca, Chiapas supo sobre Mahoma a través de los Murabitún en 1994, en pleno estallido de la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Los musulmanes españoles acudieron al legendario subcomandante Marcos para reclutar adeptos del Corán entre las tropas zapatistas, pero ante la negativa de la guerrilla, convirtieron a líderes de otras religiones en Chiapas.
El islam “está en auge en las comunidades indígenas” de Chiapas, donde existe “incertidumbre, pobreza y marginación” y cuyos habitantes creen en la promesa de “una vida mejor”, indicó Pedro Faro, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y experto en derechos indígenas.
De la Meca al mundo maya
Además de las tensas diferencias entre los grupos musulmanes de Chiapas, existe suspicacia por parte de otras comunidades religiosas, sobre todo a raíz de los ataques del grupo Estado Islámico en Francia.
“Cuando vamos por la calle nos preguntan, ’¿son musulmanes? ¿son de la gente que mata y asesina?’ Y nosotros tenemos que decirles que están muy equivocados”, lamenta Chechev.
El obispo de San Cristóbal de las Casas ha defendido públicamente a las comunidades musulmanas asegurando que no representan ninguna amenaza, mientras los imanes saludan “el mensaje de paz” que traerá el papa Francisco a sus feligreses.
Las mujeres de Chiapas tampoco se sienten intimidadas por las exigencias del islam.
“No me molesta el velo, ya es parte de mí. Siento que eso me hace única ante todas las demás” dice enfundada en su hiyab (pañuelo islámico que cubre el pelo) turquesa Guadalupe Gómez, una sonriente chica de 20 años cuyo nombre árabe es Aysha, igual que una de las esposas del profeta Mahoma.
El islam proliferó en esta zona fundamentalmente indígena y católica gracias a sus similitudes con la cultura tzotzil y a un opacamiento de la Iglesia.
A esto se aúna que “los musulmanes rezan en voz alta y a determinadas horas del día”, y tienen un “perfil de trabajo” comunitario que se asemeja mucho a la cultura indígena, estimó Pedro Humberto Arriaga, párroco católico del cercano San Juan Chamula.
Chechev coincide con él, al explicar que su abuelo, antes de convertirse en musulmán, “se lavaba la cabeza y los pies y se sentaba a meditar solo, agradeciendo, varias veces al día”.
Fuente:cronicadechihuahua.com
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