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jueves 21 de noviembre de 2024

Un judío es el “escritor fantasma” del Presidente de Argentina

Alejandro Rozitchner vive a 32 pasos de la Quinta de Olivos. Si tomara envión, podría saltar el muro naranja que envuelve la residencia a la que pronto se mudará el Presidente de la Nación. Pero lo suyo no es treparse, sino atravesar las paredes con palabras. Y si tuviera que elegir una y solo una para colar en los mensajes oficiales, optaría por “entusiasmo”: es él el pensador que metió ese concepto en la cabeza de Mauricio Macri.

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Rozitchner, su computadora y Father, uno de sus dos gatos. Lo encontró cuidando de sus cachorros en una vereda. / Ariel Grinberg

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO-

Filósofo, escritor, dueño de dos gatos, padre de tres hijos, cartonero de libros del 1700 que encuentra en la calle, Rozitchner integra el equipo de discurso del Gobierno y fue el autor principal del mensaje que leyó Macri ante la Asamblea Legislativa. Es un ghost writer a la criolla, menos “fantasma” que los de Hollywood, porque actúa a la vista, con oficina en la Casa Rosada y sin prohibición de contar los secretos de su oficio.

¿Ejerce influencia un “escritor oculto” sobre las decisiones políticas? La evidencia con la que se tropieza Viva en el living de la casa de Rozitchner es un caballo de madera que le regalaron calesiteros porteños, agradecidos porque él los contactó con Macri, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, para que pudieran pedir apoyo a la actividad.

Pero no demos vueltas, ¿quién es este hombre que a los 55 años usa alpargatas psicodélicas de colores pastel? ¿Cómo, desde la filosofía, convence a un ingeniero sobre qué decir y qué callar? ¿Qué pasa cuando un ministro utiliza una expresión polémica para justificar los despidos en el Estado?

“No creemos en la lucha de los relatos, eso es parte de un microclima en el que no nos encerramos. Al relato le oponemos realidad y trabajo concreto para intentar mejorar la vida de la gente”, sostiene Rozitchner, mientras se toca la barba y sirve café fuerte, a tope.

¿Cómo se construye un discurso presidencial?

Somos un equipo bastante grande, que no sólo ayuda a Mauricio en sus alocuciones públicas, sino también a otros referentes del espacio. Ayuda también a pensar y construir el contenido de la comunicación del Gobierno. Son trabajos hechos con muchas manos, algunas de las cuales son las del propio Mauricio, que interviene activamente. Intercambiamos ideas por mail, corregimos, damos vueltas, es un proceso bastante caótico, en el sentido de que hay muchas cabezas participando, pero al final se logra una unidad satisfactoria.

¿Hay temas prohibidos? La gestión pasada no mencionaba las palabras pobreza, desempleo, inflación.

No, en esos casos se va muy directamente al problema. La “pobreza cero” fue un eje en el discurso inaugural. La decisión es no ocultarla, sino más bien ir a su encuentro y solucionarla. En general, tantos gobiernos populistas se han llenado la boca hablando de los pobres sin ofrecer solución alguna que resulta muy llamativo que la Argentina siga teniendo estos niveles de pobreza, con toda la plata que ha entrado y se ha desviado de manera oscura.

¿Quiénes integran el “equipo de discurso” y qué estadísticas dan por buenas, dado que hay índices todavía en construcción?

Hay especialistas que hacen el seguimiento de temas más duros, los que tienen necesidad de datos, vinculados a la Fundación Pensar. Es un equipo joven. En general, no manejamos muchos números en el discurso de Mauricio, se trata más bien de aclarar ideas de fondo. Se creó una nueva dirección, que depende de Marcos Peña, secretario general de la Presidencia.

¿A quiénes abastecen?

Se hace un seguimiento de las apariciones públicas de los referentes y una especie de coucheo conceptual y anímico: cómo van apareciendo, qué cosas habría que cuidar, cómo transmitir mejor los mensajes. Se sabe en general qué es lo que queremos decir y entonces hay que tratar de decirlo bien. La gente está acostumbrada a trabajar en lo suyo, no a dar notas, y hay que aprender a manejar eso, a darle la importancia que tiene, que no es tan grande ni deja de ser irrelevante. Se trabaja con los voceros, para que cada uno sea capaz de expresar fielmente nuestras ideas de fondo. En general hay mucha receptividad. Y el más receptivo es Mauricio, a quien le podés decir cualquier cosa que te va a escuchar. Es difícil hacer un culto a la personalidad de Mauricio, porque no tiene cualidades exorbitantes. Sus cualidades son las de ser una persona normal, sencilla, trabajadora, que arma equipos y es respetuoso.

Junto al caballito de madera, hay tres bajos y una guitarra, que sonaron años atrás en presencia de Luis Alberto Spinetta, testigo de boda de Rozitchner y amigo entrañable. Vivieron juntos unos meses, por circunstancias de la vida. Y el filósofo fue bajista del grupo Illya Kuryaki and the Valderramas. Luego, formó un banda con el actor Juan Acosta que se llamaba Los navegando por adentro, y hoy toca en sobremesas con el trompetista Gillespie, jazz y rock. Y hablando de rock, Viva pregunta:

¿Cómo reacciona tu ego cuando ves tus palabras dichas por otros?

Por supuesto que hay un golpe al narcisismo. Como escritor, no me gusta que metan mano a mi texto, pero tal vez sea un buen aprendizaje formar parte de un equipo donde hay gente que valoro. Hay que bancársela. Tuve una experiencia parecida cuando hacía guiones para Gasalla: los actores no los estudiaban como uno quería. Antonio no se sabía el libreto a la perfección, tenía unos carteles que lo ayudaban y más o menos iba diciendo algo, pero muchas de las cosas graciosas que habíamos preparado con mi socio se perdían. Igual, él agregaba otras que hacían que el sketch resultara bien de todas formas. Quiero decir, si sos escritor y estás metido en zonas de la realidad, y no aislado en tu habitación, en tu texto tenés que aprender a tolerar esas intervenciones y tratar de participar de ellas lo mejor que puedas.

¿Cómo es meterse en la mente de Macri y traducir eso en ideas?

Bueno, no sé si es “meterse en la mente”, creo que hay más bien una afinidad que te permite proponer cosas que el otro siente que van en la misma línea. Es ayudar a decir algo que tal vez ya está sentido y no hecho del todo explícito. No pensamos en un arquetipo de receptor, queremos que las cosas se digan con sencillez, con claridad, y que se muestre bien cuál es nuestra posición.

En el discurso oficial hay un esfuerzo por desetiquetar al Presidente de su perfil de derecha…
Nosotros creemos que izquierda y derecha no son términos relevantes. Al votante no le importa eso, se da cuenta de que no son términos reales. Es mucho más relevante la diferencia entre viejo y nuevo que entre izquierda y derecha, es el siglo XXI y el siglo XX. Mauricio plantea el liderazgo de un Estado menos ideológico y más real, al servicio de la gente. El progresismo, en cambio, es un fenómeno discursivo, es decir no tiene que ver con lo que se hace sino con lo que se dice, si vos decís lo correcto y que estás muy preocupado por el pueblo, después podés robar todo lo que quieras y ser completamente ineficaz que igual vas a tener valor de progresista. Ese discurso progresista te llama “derechista” porque a ellos les conviene, pero es un equívoco enorme, gigantesco diría.

Arrancó la gestión, hubo medidas fuertes y reacciones, ¿cómo se sostiene la idea del “entusiasmo”?

Cuando uno avanza frente al mundo haciendo cosas que uno quiere, se entusiasma. Y así como se mide el colesterol, podemos medir el nivel de entusiasmo para saber cómo está la salud. Una persona entusiasmada es una persona bastante sana, en el sentido de que ha logrado superar sus trabas neuróticas y se pone en línea con lo que quiere. Se puede entonces pensar el liderazgo como una gestión de entusiasmos. La clave es cómo ayudás a que esos entusiasmos se expresen, crezcan y se hagan cargo de la escena. Es lo opuesto a la pasión negativa de la crítica. No hay que vivir obsesionado con tus defectos, sino alentar tus capacidades y virtudes. Y tus entusiasmos, porque vivir puteando no arregla las cosas.

En julio, Rozitchner tendrá el desafío de apuntalar el discurso de Macri por los 200 años de la Independencia. Pero hay un tema: al filósofo rockero, la influencia de los símbolos en la vida mental del país lo “embolan”.

Fuente: El Clarin

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