BORIS ZILBERMAN
Desde el inicio de las conversaciones sobre el programa nuclear de Irán hace más de dos años, Rusia e Irán han pasado a profundizar los vínculos económicos y estratégicos en anticipación de la reintegración de Teherán dentro de la economía global. Una de las áreas en las cuales esa cooperación puede ser más pronunciada es también una de las más peligrosas para la seguridad internacional: el programa de misiles balísticos de Irán.
El año pasado, Moscú y Teherán firmaron acuerdos acerca de expandir la infraestructura espacial de Irán. Teherán, sin embargo, parece estar interesado en utilizar esta tecnología para misiles balísticos, los cuales continúa probando en infracción de un embargo del Consejo de Seguridad de la ONU. La tecnología de lanzamiento de satélites, después de todo, no es drásticamente diferente de la usada para disparar misiles balísticos. En el pasado, la Unión Soviética, Francia y China han utilizado todos sus programas espaciales para mejorar las capacidades de misiles balísticos.
La cooperación en misiles balísticos entre Rusia e Irán comenzó en 1992, según funcionarios de inteligencia estadounidenses. El primer satélite de Irán – en el 2005 – fue a la vez de fabricación rusa y lanzado desde un puerto espacial ruso. Luego de ese lanzamiento, el gobierno de George W. Bush llegó a temer que Irán estuviera buscando utilizar la tecnología rusa de lanzamiento de misiles para mejorar la línea de sistemas de misiles Shahab, y presionó al Kremlin para que terminara su colaboración con Teherán. (Los sistemas de misiles Shahab-3 y 4 – y el Shabab 5 de última generación – son desarrollados con ayuda y componentes rusos, según evaluaciones militares y de inteligencia.)
Los iraníes han admitido que su programa espacial es una prioridad de defensa. Como dijo el año pasado el Presidente Hassan Rouhani, la tecnología espacial sirve a objetivos tanto “estratégicos” como de “prevención de amenazas.”
La ONU también ha intervenido – un panel de expertos del Consejo de Seguridad en el 2012 concluyó que los programas de misiles balísticos y lanzamiento espacial de Irán compartían “bastantes” materiales y tecnología. Por lo tanto no debe sorprender que diplomáticos rusos buscaran el mes pasado ahogar los llamados a nuevas sanciones de misiles balísticos contra la República Islámica.
A raíz del acuerdo nuclear y del anuncio de que Teherán ha accedido a u$s100 mil millones en activos congelados, Moscú y Teherán tienen mucho que ganar. Para los iraníes, sin embargo, uno de los mayores beneficios posteriores al acuerdo podría ser el avance de su programa de misiles balísticos – con la ayuda de Vladimir Putin.
Fuente: Informe Político de la Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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