Israel, donde proporcionar agua es un delito

¿Cómo creas un estado para gente que no lo quiere crear? Esa es la pregunta obvia que surge del último capítulo en la saga actual de Rawabi, la nueva primera ciudad palestina.

EVELYN GORDON

Es un proyecto emblema que los diplomáticos internacionales elogian rutinariamente como un modelo de creación del estado palestino, pero no se ha ganado tal elogio de los compatriotas palestinos. En su lugar, las mismas personas a las que estaba destinada a beneficiar están acusando ahora al fundador de Rawabi de colaborar con el enemigo por haber cometido el “horroroso delito”–  no es una broma – de proporcionar electricidad y agua corriente a los residentes.

Rawabi fue fundada con la meta de proporcionar viviendas decentes y accesibles para los palestinos de clase media – teóricamente un objetivo que debe ser bienvenido por la Autoridad Palestina y sus residentes, quienes se quejan rutinariamente ante la comunidad internacional acerca de cuán desgraciada es su situación. Desde el inicio, sin embargo, la AP hizo lo mejor que pudo para debilitar el proyecto; a pesar de repetidas promesas de apoyo, se negó a proporcionar siquiera la infraestructura básica que proporcionan rutinariamente los gobiernos a los nuevos desarrollos residenciales. Por lo tanto, como informó JTA la semana pasada, el sistema de agua y cloacas, calles, escuelas y clínica médica de Rawabi fueron financiados todos, como las casas mismas, por el emprendedor Bashar Masri y el gobierno qatarí.

La AP incluso trató de impedir que Rawabi obtuviera agua corriente, al negarse, durante cinco largos años, a convocar al Comité de Aguas Conjunto Israelí-Palestino que se supone debe aprobar todos los nuevos proyectos hídricos. Rawabi obtuvo su agua cuando Israel finalmente perdió la paciencia y aprobó su conexión a las fuentes de agua en forma unilateral.

A pesar de este obstruccionismo, Masri persistió, y Rawabi finalmente abrió sus puertas a los nuevos residentes en agosto. Pero desde entonces, se ha mudado apenas una pequeña cantidad de personas, incluso cuando Masri afirma que Rawabi tiene precios más bajos y mejores servicios que la cercana Ramala. De los 637 departamentos que ya están listos (de un total planeado de más de 6000), apenas han sido ocupados 140.
En parte, esto se debe a la situación de seguridad, dijo Masri: La ola de ataques palestinos con puñal contra los israelíes que comenzó en octubre ha causado una caída económica en la AP, así que la gente está reticente a sacar préstamos para comprar un departamento.

Pero como destacó JTA, otra disuasión son las acusaciones de colaboración que están siendo arrojadas a Masri y Rawabi por los compatriotas palestinos:   El Comité Nacional Palestino de Boicot, Desinversión y Sanciones ha acusado a Masri de “colaborar con Israel que le ayuda a blanquear su ocupación en curso, colonización y apartheid contra el pueblo palestino.” Wasel Abu Yousef, un funcionario palestino de alto rango, dijo a Al-Monitor que “todas las facciones palestinas” deben estar boicoteando a Israel, “incluida Rawabi.”

Para ser claros, Masri no está siendo acusado de cooperar con los asentamientos; de hecho, él exigió que toda empresa involucrada en construir Rawabi firmara un contrato prometiendo no utilizar ningún producto de los asentamientos. De lo que él es acusado es de trabajar con funcionarios israelíes para obtener cosas básicas que la mayoría de los otros palestinos obtienen también de Israel, como electricidad, agua y hormigón. Como señaló Masri, “El 85% del hormigón en toda Palestina — en toda la Margen Occidental y Gaza — está llegando desde Israel. En la Margen Occidental, toda nuestra electricidad es de Israel.”

Pero según los activistas “anti-normalización”, es mejor que los palestinos estén sin casas nuevas, electricidad y agua corriente que cometer el delito de hablar con un israelí. Rawabi tampoco es excepcional; los activistas “anti-normalización” se oponen igualmente a cualquier intento por construir su estado mejorando la vida palestina. En el año 2013, por ejemplo, estos activistas obligaron a dos empresarios árabes israelíes a cancelar planes de abrir una filial de una tienda de ropa israelí en Ramala. La tienda habría ofrecido empleos a 150 personas, pero ¿quién necesita empleos? En el año 2012, UNICEF fue obligada a desechar un plan para levantar una planta de desalinización en Gaza – un territorio donde el 90 a 95% del agua es considerada contaminada – debido a que tanto el gobierno de Hamás como grupos de la sociedad civil objetaron su decisión de invitar a la licitación a un líder cercano en tecnología de desalinización, también conocido como la entidad sionista. Cuatro años después, Gaza todavía no tiene planta de desalinización, y sus residentes todavía toman agua contaminada.

Durante los 21 años de su existencia, la AP ha sido el mayor receptor mundial per cápita de ayuda extranjera. Pero no ha construido un sólo hospital o universidad o realojado a un solo residente de los campamentos de refugiados localizados en el territorio de la AP; preferiría pagar salarios a terroristas y financiar campañas contra Israel en organizaciones internacionales. Y ahora, no conforme con fallar meramente en construir la misma Palestina, está incluso tratando de impedir que los emprendedores privados lo hagan.

La mayoría del mundo occidental parece desesperadamente dispuesto a crear un estado palestino. Pero no es apenas una bandera y un nombre en un mapa; tiene que ser construido en el terreno también. Y como demostraron la experiencia de Irak y Afganistán, ninguna cantidad de ayuda exterior puede construir un estado en funcionamiento si la masa crítica de los residentes locales no está dispuesta a cooperar.

De ahí que en tanto muchos palestinos ven como la más alta prioridad aislar a Israel antes que proporcionar a su propio pueblo las necesidades básicas tales como electricidad y agua corriente, el sueño de Occidente de un estado palestino seguirá siendo un castillo en el aire. No puedes construir un estado para gente que preferiría destruir al vecino antes que construir el propio.

Fuente: Commentary

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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