ISRAEL – Los acontecimientos regionales han conspirado para dejar a Turquía sin más opción que la de acercarse a Israel
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Los turcos no tienen horas para marcar el tiempo, ni hitos para marcar distancias”, informó un divertido embajador austríaco de la corte de Suleiman el Magnífico en 1554.
La Turquía de hoy tiene muchos relojes e hitos, pero le indican que la frontera se agrieta y el tiempo se agota.
Nunca, desde la abolición del califato, hará 92 años el próximo mes, la situación internacional de Turquía ha sido casi tan caótica y explosiva como en las últimas semanas. Esta semana, como si los conflictos con siete vecinos y una superpotencia no fueran suficientes, incluso Naciones Unidas se unió a la lista de adversarios de Ankara.
Es en este contexto que el acercamiento de Ankara con Jerusalem se dirige constantemente hacia un improbable final feliz, aun cuando el gobierno islamista se aferre firmemente al poder.
Turquía ha recorrido un largo camino desde el Asunto del Mavi Marmara en la primavera de 2010, cuando nueve ciudadanos turcos murieron en un enfrentamiento con comandos navales de las Fuerzas de Defensa de Israel.
En aquel entonces, medio año antes del estallido de las guerras civiles árabes, Turquía estaba aliada con Siria, construyendo puentes para el resto del mundo árabe, amistosa con Irán, y armónica con todos las superpotencias.
Eso era entonces. Ahora Bashar Assad es enemigo jurado de Turquía, las relaciones con Rusia, Israel, Egipto y el Vaticano están en ruinas, los conflictos con Chipre y Armenia siguen intratables, y la paz que Ankara comenzó a construir con su minoría kurda ha dado paso a un nuevo ciclo de violencia.
Peor aún, los últimos avances en el campo de batalla sirio son decididamente contra Turquía, en el más profundo sentido estratégico.
A menos de medio año desde que fuera detectada, la concentración aérea rusa en el oeste de Siria ha madurado, y ahora se está propagando desde Latakia al extremo opuesto de la frontera entre Turquía y Siria, a Qamishli, cerca de la frontera iraquí.
La llegada a esa ciudad reportada esta semana de ingenieros rusos asignados con la tarea de ampliar una pista de aterrizaje local significa que el bajo vientre sudeste de Turquía, que ya burbujea con kurdos inquietos y árabes desplazados, también está mezclada ahora con lo que se ve como rusos imperialistas.
Lo que es peor, en cuatro meses, la intervención del ejército ruso está dando resultados, y los expertos creen ahora que después de cinco años de retiradas y derrotas, la marea está cambiando a favor de Assad.
Alepo, latido comercial antes de la guerra de Siria, esta semana llegó casi por completo al estado de sitio, con las milicias locales de la oposición mostrando signos de agotamiento y los civiles huyendo en masa.
Si Alepo cae en su regazo, Assad y sus aliados habrán consolidado su control sobre todo el oeste de Siria. Dentro de eso, toda la franja costera de Siria será un protectorado de facto de Rusia.
Ya en la actualidad existen áreas considerables entre la base naval rusa en Tartus y su base aérea exterior Latakia, donde sirios comunes no pueden poner un pie. Todo esto está ocurriendo a las puertas de Turquía, una situación a la que Ankara no se ha enfrentado desde la Guerra Fría, cuando tenía fronteras con la Unión Soviética donde ahora limita con Armenia y Georgia.
Lo que es peor, Siria está proyectando una sombra de Irán, cuando Ankara encuentra a Teherán del lado vencedor de la guerra, en la que Turquía está del lado perdedor.
Y lo peor de todo, la intensificación de los combates en torno a Alepo está enviando nuevas oleadas de refugiados a la frontera con Turquía. Ahora, con una psicosis de asedio barriendo el noroeste de Siria, Turquía tomó la medida drástica de construir ciudades de tiendas de campaña en el lado sirio de la frontera, ocupando de hecho territorio sirio.
Esto es lo que denunció esta semana el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, William Spindler, haciendo que el primer ministro, Ahmet Davutoglu, parezca un diplomático israelí cuando llama a la ONU “dos caras” por no condenar los bombardeos de civiles de Rusia, y haciendo caso omiso de la admisión de 2,6 millones de refugiados de Turquía, en el recuento de Davutoglu.
Los rusos, por su parte, parecen estar burlándose de Turquía como cuestión política, tras el derribo de Turquía de un bombardero de combate ruso hace 10 semanas.
Después de haberle impuesto sanciones comerciales a Turquía, esta semana Moscú ha menospreciado la posibilidad de una invasión turca de Siria, cuando el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, afirmó que Turquía estaba haciendo tales preparativos, y tildó de “locos” esos planes. Esta afirmación, y su evaluación de que el aliado estadounidense de Ankara “no le permitirá que” invada Siria, eran la manera de su jefe el presidente Vladimir Putin, de retar a duelo a Recep Erdogan.
Turquía respondió blandiendo su propio sable, al advertir Davutoglu a Rusia esta semana que dejará a Siria tan derrotada como la URSS dejó Afganistán.
Turquía, en suma, está viendo desentrañarse su misión neo-otomana de construir puentes en todo Oriente Medio: en Siria, su archienemigo es dominante; en su frontera sur, una superpotencia hostil está echando raíces; al norte de allí, Turquía es desafiada por la presión masiva de refugiados; al norte de allí, se está librando una insurgencia kurda; y al sur de todo esto, está en desacuerdo con el poderoso presidente de Egipto Abdel Fattah al-Sisi, abiertamente del lado de sus archienemigos islamistas.
Además de todo esto, Turquía siente que Washington la ha abandonado a disposición de Rusia, y tampoco la respalda en su guerra contra los kurdos.
Acusando a la pasividad de Estados Unidos como causa del derramamiento de sangre regional, Erdogan preguntó esta semana: “¿Qué clase de relación es esta?”. Los asuntos exteriores de Turquía, en definitiva, son un gran lío, y Ankara está luchando por recortar el frente amplio a lo largo del cual se expanden múltiples crisis. El lugar más conveniente para iniciar este proceso es Israel.
De todas las desavenencias en las que está envuelta Turquía, la menos natural es con el estado judío.
Las tensiones entre Turquía y Rusia siguen a siglos de guerras imperiales entre los dos, su conflicto con Chipre y Grecia se basa en guerras sangrientas antes, durante y después de la caída otomana, la hostilidad árabe sigue a 400 años de sometimiento de Turquía, y las tensiones con Irán son alimentadas por un antagonismo histórico sustentado por la rivalidad religiosa.
No hay nada equivalente a esto en las relaciones turco-israelíes.
Por otra parte, la esperanza de Erdogan de impresionar al mundo árabe con exabruptos anti-israelíes nunca dieron los resultados esperados. Al mismo tiempo, Israel puede suministrar a Turquía el gas que compra actualmente en Moscú, proveedor estratégico en el que Ankara ya no confía.
Turquía siguió de cerca la cumbre sin precedentes la semana pasada en Nicosia entre los líderes de Israel, Chipre y Grecia. El acuerdo allí para explotar conjuntamente el gas del Mediterráneo constituye otro revés para la diplomacia turca, que ahora veía a sus víctimas caer en brazos de otro.
Es por ello que un frío cálculo de la situación de la región de Ankara pide remendar las vallas con Israel.
En comparación con lo que enfrenta en otro lugar, un acercamiento con Jerusalem es barato. Los dos países no comparten ninguna frontera e Israel no tiene perro en las peleas a ambos lados de las fronteras de Turquía.
Esta semana han crecido las señales de que Ankara ya ha tomado la decisión de reconciliarse con Jerusalem, cuando Erdogan recibió una delegación de 20 personas de la Conferencia de presidentes de las principales Organizaciones judías estadounidenses, encabezadas por el hombre de confianza del primer ministro, Benjamin Netanyahu, Malcolm Hoenlein.
Las conversaciones de normalización entre los dos estados se han realizado durante casi media década, cuando los contornos de un acuerdo se resumían en los pagos a las familias de las víctimas mortales del incidente de la flotilla, que Israel ha aceptado; una disculpa, que Israel ya ha hecho; el levantamiento de cargos contra oficiales de las FDI en los tribunales turcos; la restauración de las relaciones diplomáticas; y algún tipo de cambio en Gaza, donde Turquía quiere jugar de salvador.
Eso era antes de que Turquía se viera boxeando con Rusia, defendiéndose de los refugiados y sedienta de gas.
Ahora Israel está en condiciones de hacer nuevas demandas, como el desalojo de Hamas de Turquía y el retorno de Gaza de los soldados caídos Hadar Goldin y los restos de Oron Shaul, antes de cerrar el acuerdo que conducirá las tuberías desde los yacimientos del Mediterráneo de Israel en Asia Menor.
Según los informes, las conversaciones entre representantes turcos e israelíes se llevaron a cabo esta semana en Ginebra, y los diplomáticos confían que el acuerdo es inminente.
La mejor muestra de ello fue el reciente pronunciamiento de Erdogan de que “la normalización de relaciones con Israel beneficiará a toda la región”.
Lo peor, entonces, ya quedó detrás en la relación turco-israelí.
Volviendo al verano de 2010, con Turquía, Egipto e Irán encabezados por Erdogan, Mohamed Morsi y Mahmoud Ahmadinejad, Israel se enfrentaba al mismo tiempo, por primera vez desde su creación, a gobiernos hostiles de Ankara, el Cairo y Teherán.
Ahora, el país aislado es Turquía, que está hasta el cuello en múltiples conflictos de la región. Israel, al mismo tiempo, se está convirtiendo en una isla de neutralidad en un Medio Oriente que se inclina bajo el peso de guerras tribales, étnicas y religiosas, mientras ansía un comercio políticamente imparcial.
Curiosamente, el comercio bilateral entre Turquía e Israel se mantuvo a paso ligero, incluso mientras se tensaron las relaciones diplomáticas. Perdieron sólo la dimensión militar y el turismo. No se espera que la primera se restaure en el corto plazo, pero los turistas israelíes pronto volverán a Turquía, y en su momento una tubería de transporte de gas de Israel se extenderá bajo sus rutas de vuelo. El esfuerzo de Turquía por dominar a Israel, la tubería dejará constancia de ello, ha fracasado. Www.MiddleIsrael.net
Fuente: The Times of Israel – Reproducción autorizada con la mención:©EnlaceJudíoMéxico
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