GABRIEL NADDAF
“Por amor a Sion no callaré”, desafió el salmista. Es una petición que se ha hecho eco a través de los siglos y culminó con el regreso de los judíos – los nativos del Sion bíblico – a la Tierra de Israel.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Después de 2000 años de exilio el pueblo judío es finalmente libre de habitar en la casa que Dios les prometió como señal de su pacto eterno.
Es sobre este desafío salmista que me encuentro, sacerdote ortodoxo griego, guiando a la comunidad aramea. Porque la mayoría de los arameos son una comunidad urbana y muy educada hacia la que Israel siempre ha demostrado una actitud considerada, por lo cual estoy agradecido.
Anhelamos integrarnos plenamente en la sociedad. Sin embargo experimentamos mucha oposición. Lobos con piel de cordero tienen la intención de devastar mi rebaño y sabotear todos nuestros esfuerzos para impedir que nuestra integración suceda. Durante años estas personas han tratado de imponernos una cultura que no es la nuestra, una etnia que no es nuestra, una lengua que no es la nuestra y un nacionalismo palestino que no es nuestro. Han hecho todo lo posible para discriminarnos y vender libelos de sangre, que no somos árabes israelíes cristianos, sino más bien palestinos – meras víctimas “que sufren bajo una ocupación judía”.
Ha llegado el momento de rechazar esta mentira y declarar a los cuatro vientos, “Por amor a Sion no callaré”.
Como hombre que se guía por la Palabra de Dios, veo mi cometido hacer todo lo que puedo para cambiar nuestra respuesta a esta intimidación. Para ello debemos saber de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. Entonces, y sólo entonces podremos entender por qué nunca hay que guardar silencio.
Los orígenes arameos, la cultura, las costumbres y el lenguaje están enraizados en Tierra Santa desde la época de Jesús, nuestro Señor. Como cristianos sabemos que todo lo que tenemos, lo hemos heredado de los judíos. A pesar de que todo cristiano está obligado a las Escrituras Hebreas, (la única Biblia que Jesús ha leído), algunos cristianos afirman que estas mismas Escrituras – las palabras de Moisés, los Escritos y los Profetas – son ahora cosa del pasado. Los verdaderos seguidores de Jesús saben que el antiguo Testamento judío solo es “viejo” en el sentido de respeto. El Nuevo Testamento afirma que el Antiguo Testamento es Escritura respirada por Dios.
El Antiguo Testamento se ha conservado durante siglos por los judíos, trágicamente a costa de millones de personas que enfrentaron la conversión forzada, expulsión y muerte. Estos actos cometidos por los que escalofriantemente se llamaban a sí mismos “cristianos” fueron posibles porque teológicamente habían considerado el “Antiguo” Testamento irrelevante e incluso hostil a Jesús mismo. “Donde se queman libros seguramente también se quemará a la gente”, son palabras de Heine que dan que pensar y han quedado grabadas para siempre en el lienzo de la historia.
Desafiar los intentos cristianos de desenmascarar el Antiguo Testamento ha sido la determinación inquebrantable de los judíos por mantener su fe y la ética de Moisés. Afortunadamente, es esta misma piedad de la devoción y la fidelidad judías lo que ha conservado la base para el verdadero cristianismo y para la propia sociedad civilizada.
Vivimos en un tiempo en que hay una amenaza muy real para destruir al pueblo de Dios. Sólo a unas pocas millas al este hay un régimen tiránico que ni siquiera esconde sus malas intenciones de destruir a Israel. Estos son tiempos para que la Iglesia adoptar una posición y presione a su propia gente y a los gobiernos de Occidente libre para impugnar cualquier retórica, acción social o acuerdos políticos que allanen el camino para la destrucción de Israel. Hacerlo es abrazar el más serio de los cometidos; hacerlo es no guardar silencio, por amor a Sion.
“Por amor a Sion …” es el compromiso eterno que asumimos, el juramento de ser guardianes de nuestra nación, el pueblo judío y la Palabra de Dios. Cualquier persona con corazón y un pequeño conocimiento de la historia está obligado no sólo a apoyar el derecho de los judíos a establecerse en su patria histórica, sino a garantizar que habiten aquí en seguridad. Nos sumamos a las filas de los cristianos valientes que han protegido desinteresadamente a los judíos en peligro y, a veces, al costo de sus propias vidas. Cristianos como Corrie Ten Boom que los ocultó en el Holocausto. Cristianos, como Dietrich Bonhoeffer que habló de los males de los regímenes tiránicos. Cristianos, como el influyente, aún desconocido, sacerdote anglicano, William Hechler que rezó por Theodore Herzl, lo fortaleció con su amistad y le instó a no rendirse nunca en la búsqueda de la patria nacional que le corresponde al pueblo de Herzl.
De esta tierra salieron las enseñanzas de nuestro Señor Jesús, un judío y un hombre que amaba a su pueblo, su lenguaje, su ley y su tierra. Como seguidores de Jesús, defendemos los derechos de los autóctonos judíos a vivir aquí en seguridad, porque es lo correcto y porque Dios lo ha prometido en su Santo Pacto.
Vivimos tiempos cambiantes y turbulentos. Guerras musulmanes rugen en Medio Oriente y la civilización occidental destaca frágil e inquieta bajo la insurgencia de islamistas radicales que cometen sus viles actos de terrorismo y violaciones en las calles europeas. Sin embargo, también se está haciendo historia aquí en Oriente. Nunca antes ha habido tanto alistamiento cristiano en el ejército israelí. Nunca antes ha sido testigo la sociedad israelí de semejante movimiento en el que los arameos se están sacudiendo abiertamente y sin temor su cultura arabista declarando que no son palestinos, sino ciudadanos orgullosos fieles al Estado de Israel. Nunca antes ha habido un momento tal donde judíos, cristianos y musulmanes, incluso una comunidad pro-Israel naciente finalmente están de pie juntos como una sola, para defender nuestra nación – la única democracia en Oriente Medio.
El cometido es nuestro. No es una opción. Juntos debemos oponernos a la tiranía de los que tratan de destruirnos, y destruirnos desde dentro.
Por amor a Sion, no podemos callar, no debemos callar, y nunca lo haremos.
Fuente: The Jerusalem Post – Reproducción autorizada con la mención:©EnlaceJudíoMéxico
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