RICHARD MATHER
Se debe considerar incluso el heroico remedio de la transferencia de poblaciones […] las dificultades del movimiento son grandes, pero menores que el sufrimiento constante de las minorías y la repetición constante de la guerra – Presidente de Estados Unidos Herbert Hoover, 1943.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El asesinato implacable de judíos de Israel y el colapso irreparable del proceso de paz significan que Israel y la comunidad internacional deben considerar el “heroico remedio” de la transferencia de población. Después de décadas de terrorismo, es evidente que la mayoría de los árabes en Judea-Samaria y Jerusalén Este son incapaces de vivir junto a sus vecinos judíos. El fracaso de los Acuerdos de Oslo, la criminalidad rampante dentro de la Autoridad Palestina, así como décadas de terrorismo islámico y la incitación antisemita, demuestran claramente que los judíos no pueden permitirse el lujo liberal de la desinhibida coexistencia con una población árabe que se aferra a la ideología fascista e inmoral de Palestinismo.
Es importante recordar que Palestinismo no es un movimiento genuino de liberación. Es una estrategia anti-semita diseñada para socavar la legitimidad y la seguridad del estado judío. La invención de Palestinismo – simbolizada por la invención de la Nakba y la ambición de dividir Jerusalem – es una herramienta política que tiende a quebrantar la existencia y la seguridad de Israel. La absurda noción de que los “palestinos” son los indígenas de un país llamado “Palestina” es una invención diseñada para socavar los fundamentos morales y legales de único Estado judío del mundo. Los árabes han rechazado la posibilidad de coexistencia pacífica con los judíos y no tiene sentido pretender lo contrario.
Desde el comienzo del siglo 21, los árabes palestinos han tenido tres grandes oportunidades para establecer un estado independiente. Arafat se retiró de las conversaciones de Camp David en 2000, a pesar de habérsele prometido el 92 por ciento de la llamada Cisjordania, el 100 por ciento de Gaza y el este de Jerusalem. Las conversaciones mantenidas en Taba en 2001 también se rompieron debido a la insistencia irracional de Arafat de que los palestinos controlaran el muro occidental, el kotel. Una resolución también fue presentada por los israelíes en 2008, en la que los árabes recibirían Gaza, la mayor parte de Cisjordania, partes del este de Jerusalem, el paso seguro entre Cisjordania y Gaza, y el desmantelamiento de los asentamientos en el Valle del Jordán y el este de Samaria. Por desgracia, el líder palestino Mahmoud Abbas no dio una respuesta definitiva sobre el asunto y las negociaciones terminaron.
En lugar de aceptar alguna de estas generosas propuestas, Arafat y Abbas han provocado – y patrocinado – ataques terroristas contra civiles israelíes (y otros occidentales). Ellos han pedido en repetidas ocasiones la destrucción del estado judío y han manipulado la culpabilidad occidental sobre el Holocausto forjándose a sí mismos como los “nuevos judíos” merecedores de simpatía y ayuda exterior. En lugar de planear para el futuro, los maestros árabes y programas de televisión enseñan a los niños a odiar y matar judíos. Mientras tanto, los terroristas árabes se comportan como “bestias salvajes”, que vagan por el país en busca de judíos que apuñalar. La situación es intolerable y no se puede permitir que continúe. Una única opción queda sobre la mesa – y es la transferencia de la población árabe de Jerusalem y Judea-Samaria.
En 2009, Daniel Pipes, un respetado comentarista de Oriente Medio, se opuso a la idea de “transferencia”, es decir, mover por la fuerza a los árabes de Judea y Samaria. Pipes decía que era “moralmente incorrecto” porque “un gobierno no puede obligar a las personas a abandonar sus hogares sólo porque habla el idioma equivocado, tiene la fe equivocada, o ejerce la política equivocada”. Sí, es cierto que el lenguaje no es una buen razón para expulsar a los árabes. Sin embargo, es erróneo sugerir que la religión y las creencias políticas no son relevantes. Por el contrario, la religión del Islam y la política antisemita de Palestinismo y nacionalismo árabe son las fuerzas impulsoras detrás del asesinato de judíos inocentes. Hasta que el Palestinismo no se apague en Ramallah, Hebrón, Belén, Naplusa y Jericó, el asesinato de hombres, mujeres y niños seguirá su curso.
La segunda objeción de Pipes es que la expulsión forzada “haría israelíes contra su estado” y que algunos israelíes dejarían Israel. Bueno. Si los israelíes antisionistas de la izquierda radical quieren salir de Israel, que lo hagan. ¿Israel necesita gente como Ezra Nawi, un activista judío de extrema izquierda y un violador legal convicto que ayuda a las autoridades palestinas a encontrar y matar a los árabes que venden tierras a judíos? ¿Israel necesita gente como Gideon Levy, un periodista de Haaretz que apoya el boicot económico, cultural y académico a Israel? Si esas personas quieren salir de Israel, dejarlos salir. El desacuerdo es una cosa, pero el apoyo a una entidad enemiga que quiere destruir la patria judía es traición.
La tercera objeción de Pipes es que la expulsión forzada de los árabes enfurecería a los Estados Unidos. No le falta razón, pero ¿Estados Unidos no es ya hostil al Estado de Israel? Obama ya ha sacrificado a Israel en varias ocasiones. ¿Quién puede decir que un futuro presidente democrático o incluso republicano no será hostil a Israel? Israel ya ha comenzado a girar hacia el Este construyendo vínculos con la India y China. Además, si el poder y la influencia de Estados Unidos continúan disminuyendo en las próximas décadas, Israel no tendrá más remedio que construir nuevas alianzas con las potencias emergentes.
El último punto de Pipes es que la expulsión podría inflamar al enemigo árabe. En mi opinión, me parece un poco tarde para empezar a preocuparse por despertar las pasiones de los países árabes que han pasado la mejor parte de un siglo de agitación contra la patria judía. Haga lo que haga Israel, los árabes están en contra. Los árabes no necesitan ninguna excusa para demonizar o atacar a Israel, por lo que Israel también puede tomar medidas ahora con el fin de asegurar su futuro.
Los miembros de Hamas demuestran en Cisjordania
No se puede permitir que continúe el status quo. La intifada de puñaladas, la historia de rechazo árabe y las fronteras indefendibles de Israel ilustran que un estado árabe en Judea y Samaria es imposible. Y el sueño de un solo estado de Israel con una población árabe grande que tiene ciudadanía israelí de Caroline Glick es ahora impensable. Después de décadas de terrorismo, es inconcebible que los árabes que residen en Judea y Samaria puedan vivir en paz junto a sus vecinos judíos. Aparte del número de muertos, se han perdido miles de millones de dólares apuntalando a la Autoridad Palestina.
La única opción – de hecho, la opción más humanitaria – debe ser algo en la línea de la solución propuesta por el profesor Martin Sherman. Él cree que Israel y la comunidad internacional deben proporcionar generosas subvenciones de reubicación a los árabes que viven actualmente en los territorios administrados por israelíes, con la condición de que se haga sobre una base individual / familiar y no a través de ninguna organización oficial palestina como la AP, la cual debe ser desmantelada. Las donaciones ayudarían a las familias árabes palestinas a construirse una vida mejor en países terceros de su elección.
Existe alguna evidencia de que tal plan podría funcionar. Una encuesta encargada en 2004 por la Cumbre de Jerusalén (y llevada a cabo por Maagar Mohot y el Centro Palestino para la Opinión Pública) mostró que más del 40 por ciento de los árabes palestinos en los territorios había considerado la emigración, mientras que hasta el 50 por ciento eran susceptibles a la posibilidad, incluso sin ningún tipo de incentivos materiales. De manera significativa, la cifra aumentó a más del 70 por ciento, cuando se sugirió una compensación material. Estos resultados se corroboraron mediante una encuesta realizada por la Universidad de Bir Zeit, que mostró que casi la mitad de la juventud palestina emigraría si tuvieran la oportunidad.
En palabras del profesor Sherman, “Cada sostén de la familia se enfrenta a tres opciones posibles: vivir bajo los rigores del dominio israelí; vivir bajo las penalidades desgarradoras de algún régimen palestino, con perspectivas inmensamente inferiores de una vida mejor para la familia; o una suma de dinero equivalente a la ganancia de la vida de un ciudadano promedio en los países que podrían servir como lugar alternativo adecuado de residencia – probablemente, pero preferentemente países árabes o musulmanes de Oriente Medio y el Norte de África, o países con comunidades significativamente árabes / musulmanas en el África subsahariana y el sudeste asiático”.
Los árabes que opten por permanecer en la llamada Cisjordania serían clasificados como extranjeros residentes o puestos en la ciudadanía israelí – pero sólo después de haber sido sometidos a rigurosos controles de seguridad. Por otra parte, se les pediría jurar lealtad al estado judío. La negativa a hacerlo, así como cualquier acto de terrorismo o insurrección, resultaría en que el delincuente sea deportado, junto con sus familiares a cargo, y sin compensación.
También me gustaría añadir que los árabes que viven actualmente dentro de la Línea Verde, es decir, en el Israel “adecuado”, se les debe permitir quedarse, pero los actos de terrorismo o incitación deberían resultar en la expulsión del infractor y la familia del delincuente – quizás a Gaza. Dicho esto, también se necesita una solución a largo plazo en Gaza. La erradicación de Hamas y la reconstrucción de Gaza bajo los auspicios de un mandato internacional es una opción. O podríamos aplicar la solución del profesor Sherman a Gaza y Hamás de derivar por completo, ofreciendo subvenciones generosas de reubicación a las familias de Gaza. Israel podría entonces anexar el territorio y asegurar permanentemente su frontera suroeste.
Algo hay que hacer – y ahora es el momento de hacerlo. ¿Por qué esperar? Suficiente sangre judía se ha derramado a causa del Palestinismo. La creación de hechos irreversibles sobre el terreno enviaría un mensaje al mundo árabe de que Israel es un elemento permanente en el paisaje del mundo. Si Netanyahu quiere pasar a la historia como el hombre que resolvió el conflicto árabe-israelí, debe escuchar al profesor Martin Sherman y explorar la opción de transferencia humanitaria. Puede ser la única solución a un conflicto que ha durado casi un centenar de años.
El escritor es un periodista independiente que vive y trabaja en Manchester, Inglaterra. Escribe para el Arutz Sheva y la agencia de medios judía, que se dedica a la tarea de luchar contra el antisemitismo y el antisionismo.
Fuente: Jewish Media Agency – Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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