EMBAJADOR ALAN BAKER
Francia comete perjurio, faltando a sus propios compromisos con el Consejo de Seguridad de la ONU.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El ultimátum de Francia a Israel es contrario a la ley y políticamente imprudente.
El 28 de enero de 2016, el Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, en una declaración emitida después de reunirse con el jefe de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, expresó una especie de advertencia y amenaza curiosa y de muy mal agüero, dirigida únicamente contra Israel: si los inminentes esfuerzos organizados por Francia para poner fin al estancamiento de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos conducen a la falta de resultados, Francia tiene la intención de “estar a la altura de (sus) nuestras responsabilidades como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y reconocer un estado palestino”.
Este extraño ultimátum, sin precedentes en la historia, de argumentación deformada y muy lejos de ser amable, plantea algunas cuestiones jurídicas y diplomáticas acerca de la capacidad y el estatus de Francia, tanto en el contexto del proceso de paz árabe-israelí, como respecto a las “responsabilidades” de Francia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Como miembro dominante de la UE, Francia está involucrada en la firma de la UE, como testigo del Acuerdo Provisional Israelí-Palestino de 1995, sobre la Ribera Occidental / Judea y Samaria y la Franja de Gaza. Este acuerdo constituye la columna vertebral del reconocimiento internacional del proceso de paz entre israelíes y palestinos.
Francia sabotea los Acuerdos de Oslo de los que se supone debe dar testimonio (perjurio: falso testimonio).
Los compromisos establecidos en este convenio consisten en negociar el estatus permanente de los territorios y otras cuestiones básicas tales como Jerusalem, las fronteras, los asentamientos y los refugiados. Formalizaron las obligaciones palestinas e israelíes que Francia, junto con sus socios de la UE, así como con los Estados Unidos, Rusia, Egipto, Jordania y Noruega, está obligada a respetar y honrar, después de haber estampado su firma en este acuerdo a título de testigo.
Al mismo tiempo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución A / 50/21, de 4 de diciembre de 1995, con el apoyo de Francia, expresó su pleno apoyo a los Acuerdos de Oslo y el proceso de negociación para la paz.
En su calidad tanto de testigo signatario del acuerdo, así como de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es responsabilidad de Francia, que votó a favor de la resolución de la ONU aprobando el acuerdo y el proceso de negociación, no intentar de ninguna manera socavar este mismo acuerdo y este mismo proceso ni prejuzgar los resultados, que siguen siendo aleatorios y a negociar.
Francia prejuzga los resultados destinados a obtenerse solo a través de la negociación.
Amenazando de reconocer de forma unilateral y arbitraria, un estado palestino, Francia hace muy clara visualización de sus prejuicios respecto a los resultados que se deben aplicar al status permanente de ese territorio, que, según se establece en el acuerdo en sí, es un problema a negociar que aún se debe resolver. En este contexto, Francia y sus colegas europeos no pueden ni deben actuar de forma que socaven las obligaciones palestinas establecidas en las Cláusulas Finales del acuerdo, según las cuales no se dará curso a ninguna medida “que pueda cambiar el estado de la Ribera occidental de Judea y Samaria (territorios en disputa) y la Franja de Gaza en espera del resultado de las negociaciones sobre el estatuto permanente.
Entonces, actuando para organizar unilateralmente una “conferencia internacional de las partes en presencia, y sus principales socios americanos, europeos, árabes, en particular para preservar y lograr la solución de dos estados”, Francia trata tanto de esquivar como de sabotear el proceso de negociación al cual llaman las resoluciones de la ONU, en virtud de varias resoluciones que Francia reclamó a todos apoyar y aprobar desde 1967.
Francia también sabotea los diversos acuerdos recíprocos entre los círculos dirigentes palestinos y de Israel, incluyendo una carta de Yasser Arafat a Isaac Rabin, de fecha 9 de septiembre de 1993 en la que Arafat declaró que “Todos los temas cruciales relacionados con el estatus permanente sólo pueden resolverse en el marco de las negociaciones”.
Como tal, involucrándose en un proceso paralelo y competidor, que no está obligado por ningún acuerdo, con el objetivo declarado de imponer a una de las partes -Israel- las decisiones de una conferencia internacional, Francia está, de hecho, en el proceso de actuar ultra vires – por puro abuso de poder – en violación de todas las normas y principios aceptados en el contexto de la resolución de conflictos. Puesto que todas las cuestiones cubiertas por el acuerdo entre Israel y los palestinos, como las fronteras a definir entre ellos, Jerusalem, los asentamientos, los refugiados, la seguridad y la cooperación, así como la condición permanente de los territorios, requieren negociaciones recíprocas, Francia no tiene derecho a equivocarse, ni a engañar a la comunidad internacional haciendo creer que estos problemas pueden conducir a la imposición arbitraria de una “solución” acordada en conferencia alguna o por cualquier otro organismo nacional o internacional.
Imponiendo su ultimátum y esta amenaza de reconocer unilateralmente un Estado palestino, si alguna vez fallan los esfuerzos de Francia por “lograr la solución de dos estados” Francia recompensa, de hecho, a la parte palestina, para que se involucre en negociaciones bona fide – de buena fe- con Israel, sabiendo que pase lo que pase, Francia ofrecerá unilateralmente a los palestinos lo que exigen (de Israel).
Como tal, esta declaración del Ministro de Asuntos Exteriores de Francia ha demostrado ser la antítesis de lo que se espera de un miembro permanente respetado y responsable del Consejo de Seguridad que supuestamente debe “estar a la altura de sus responsabilidades como miembro permanente del Consejo de Seguridad”. [Está claro que ya no es digna de sentarse allí].
A la vista de todas estas consideraciones, hacemos un fuerte llamamiento a Francia a reconsiderar su posición tan imprudente, como irresponsable y perjudicial para sí misma y para los demás.
Fuente: Jforum.fr – Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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