En la parasha Beshalaj la Torá nos dice que, cuando finalmente los israelitas llegaron hasta el mar Rojo, se dieron cuenta de que el Faraón y su ejército los perseguían. Estaban atrapados entre el ejército del Faraón y el mar. Pero Dios le dijo a Moisés que elevara su bastón por sobre el agua y entonces el mar se abrió para dejar pasar a los hijos de Israel y luego se cerró sobre los egipcios, ahogándolos.
MARCOS GOJMAN
Tan pronto como los israelitas cruzaron el mar, se olvidaron rápidamente de su buena fortuna y empezaron a quejarse de la falta de agua y de comida. Decían que la esclavitud en Egipto era preferible a su nueva situación. Dios, a través de Moisés, sacó agua de una roca y desde el cielo hizo caer el maná. El midrash Shmot Rabah cuestiona los reclamos de los hijos de Israel y les pregunta: ¿Acaso se han olvidado de todos los milagros que Dios realizó para ustedes?
Al respecto el rabino Bradley Shavit Artson nos dice: “Claramente pareciera que los milagros no fueron una manera efectiva de inculcar la conciencia de Dios. De hecho, toda la Biblia puede leerse como un libro que narra lo difícil que era poder enseñarle al hombre a comportarse correctamente.” Consideren lo siguiente, nos dice Rab Artson: “Primero Dios trató el problema con un jardín paradisiaco. Adán y Eva lo desobedecieron de todos modos. Después mandó el diluvio. Esto también falló. La gente continuó actuando de forma violenta. Entonces Dios esclavizó a los hebreos, les mandó un libertador y los redimió de Egipto. Aun así, después de las diez plagas y la partición del mar, los hebreos siguieron siendo un pueblo testarudo. En el Sinaí les da instrucciones de cómo comportarse con los mandamientos de la Torá y los israelitas los ignoran. Dios manda a profetas con su visión y los judíos se revelan en contra de ellos. Pareciera que los milagros no funcionan. Inicialmente la gente se maravilla con ellos y después los olvidan.”
El rabino Bradley continúa: “El reformar el carácter del hombre requiere mucho más que “efectos especiales”, como en las películas, aunque sean milagros de origen divino. El transformar la conducta humana requiere de una educación constante y gradual, con refuerzos, disciplina y una comunidad.” El cambio se logra con pequeñas acciones. No son los milagros externos los que hacen el cambio. Si fuera así, con una palabra de Dios la gente cambiaría. Dios no busca hacer grandes milagros por el hecho de hacerlos, lo que quiere es que el hombre cambie por sí mismo.
Ahad Ha-am nos lo explica diferente: “En esta hora de felicidad, el corazón de Moisés se desborda con emoción y se vierte en una canción. Él no sabe que todavía está en el inicio de su viaje, él no sabe que la verdadera tarea, la tarea más difícil, aun no se ha iniciado. El Faraón se ha ido, pero su obra permanece, el amo ha dejado de ser el amo, pero los esclavos no han cesado de ser esclavos. Un pueblo formado por generaciones en la casa de la esclavitud, no puede desechar en un instante los efectos de esa formación y volverse verdaderamente libre, aun cuando las cadenas hayan sido arrancadas.” Lo importante no fue el milagro de haber partido el mar, sino iniciar el cambio interior dentro de cada persona que salió de Egipto.
Bibliografía: “The Bedside Torah” de Rabi Bradley Shavit Artson y otras fuentes.
Puente:alreguelajat.com
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