ARNOLDO KRAUS
En la actualidad los polacos no torturan ni queman vivo a nadie; sin embargo, su política actual dista mucho de ser tolerante.
El gobierno de Polonia está muy molesto con Jan T. Gross. Gross es un historiador afincado en Estados Unidos, originario de Varsovia (1947′). En 2001 publicó “Neighbors: The Destruction of the Jewish Community in Jedwabne, Poland”, traducido en 2002 bajo el título, “Vecinos: El exterminio de la comunidad judía en Jedwabne, Polonia” (Editorial Crítica). El libro describe la masacre perpetrada por ciudadanos polacos contra la comunidad judeo-polaca afincada en Jedwabne durante la ocupación nazi.
Tras la publicación del libro, las autoridades polacas confirmaron parcialmente las observaciones de Gross. Fueron dos las discrepancias: el gobierno polaco concluyó que en la matanza participaron también los alemanes nazis; Gross sostiene que fueron mil 600 las víctimas: las autoridades polacas consideran que fueron entre 250 y 340 los asesinados. Algunas víctimas murieron tras ser torturadas y vejadas; otras fueron quemadas vivas en un pajar.
En 2016 los polacos no torturan ni queman vivo a nadie; sin embargo, su política actual dista mucho de ser tolerante. Los países miembros de la Unión Europea se encuentran preocupados por las actitudes del gobierno. La nueva administración de los ultraconservadores de Ley y Justicia (PIS), con Jaroslaw Kaczynski a la cabeza, busca controlar los medios de comunicación, prohibir el aborto -quienes buscan abortar viajan a la República Checa o Eslovaquia-, dotar de más poder a la policía y, entre otras barbaridades, hostigan a los homosexuales.
El PIS pretende aprobar una reforma del Tribunal Constitucional para llevar a cabo todos sus proyectos sin oposición. Controlar internet, prohibir obras pornográficas en los teatros, obligar a los medios públicos a ensalzar la historia e imagen actual del país, correr a informadores incómodos, perseguir a Donald Tusk, presidente actual del Consejo Europeo por no haber aclarado los sucesos en torno al accidente aéreo (2010) en el que falleció Lech Kaczynski, hermano gemelo del actual primer ministro, eliminar la educación sexual, cortar las subvenciones para la fertilización in vitro, retirar las subvenciones a publicaciones gais y… etcétera. Después del etcétera es necesario recordar la oposición a ultranza de Ley y Justicia para acoger refugiados y leer el discurso antimigratorio de Kaczynski, quien los acusa de portar enfermedades erradicadas en Europa.
La Polonia de los párrafos previos, por medio de su Fiscalía, estudia demandar a Gross por un texto publicado en septiembre de 2015, en el periódico alemán “Die Welt”, intitulado, “La vergüenza de Europa del Este”, donde reclama a Hungría, Polonia y Eslovaquia su falta de solidaridad hacia los refugiados. En el artículo Gross escribe, “Aunque los polacos están orgullosos con razón de su resistencia contra los nazis, mataron más judíos que los nazis durante la guerra”. Debido a esa aseveración, el gobierno ultraconservador polaco busca procesarlo.
El reciente artículo de Gross avivó la inquina que se tenía contra él desde la publicación de “Vecinos…”. El historiador, así como otros disidentes, abandonaron Polonia en 1968 por presiones del entonces gobierno comunista. En esa época fue perseguido “por la izquierda”; ahora Gross confronta una posible demanda, desde la “ultraderecha” por “insulto público a la nación” (El País, 18 de febrero de 2016). La historia no es predecible, el ser humano sí: Gross ha sufrido persecuciones de una y otra ideología.
La Unión Europea ha mostrado reiteradamente su preocupación por la actitud de Ley y Justicia. La política ultraconservadora del gobierno actual ofende y excluye, tanto a sus habitantes como a los refugiados. La ira desatada contra Gross, su auto destierro en 1968, revive, en mí, la historia de mi padre. Alguna vez la compartí en otro artículo. Regreso a ella.
Moisés, mi padre, nació en Polonia. Era polaco de origen judío. Ni en su casa ni en los quehaceres familiares y vivenciales había contradicción entre nacionalidad y credo. Cuando joven se enlistó en el ejército. Fue soldado polaco. Llevó el uniforme de su país con orgullo (en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México se pueden observar fotografías de Moisés con uniforme militar). Como parte del ejército sirvió a su nación. Al estallar la Segunda Guerra Mundial sus compañeros de armas le recordaron que era judío. Fue víctima de antisemitismo. Tuvo que huir del ejército.
Notas insomnes. En 2015, Julian Barnes, escritor inglés, al referirse a un libro de Anna Bikont, periodista polaca, sentencia, “…amplía nuestro conocimiento sobre el antisemitismo en Polonia encabezado por la Iglesia católica y las élites profesionales”. ¿Qué opina al respecto la Fiscalía polaca?
Fuente:elsiglodetorreon.com.mx
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