GHEULA CANARUTTO NEMNI
Su nombre es Faiza. Ella trabaja en un importante hospital privado de Israel.
Nos encontramos hace una semana, mientras que yo ayudaba a un pariente mío internado en el hospital.
Faiza dirige la unidad de cuidados intensivos Corre de un paciente a otro con una sonrisa dulce y una atención muy profesional.
Es oriunda de Shuafat, un barrio árabe de Jerusalem, donde hay frecuentes disturbios. Tiene diez hermanos, la mayoría de ellos graduados de universidades israelíes. Entre un paciente y otro, compartimos nuestras visiones sobre la vida.
“Yo amo mi vida. Me encanta vivir en Israel. Doy gracias a Alá todos los días por haberme dado la oportunidad de crecer hasta aquí,”dice ella. “Sé que si no fuese por este país, nunca sería lo que soy.”
“Aquí uno puede elegir,” comenta mientras termina su café durante su descanso y observa a los médicos y enfermeras árabes. “Israel te permite expresar tu potencial humano.”
Creo que en todas las universidades israelíes y puestos de trabajo, hay lugar para los ciudadanos árabes israelíes.
Mientras la escucho, observo algo especial en sus ojos. Puedo sentir su amor por la humanidad.
“He aprendido aquí, en Israel, que cada ser humano tiene su propia dignidad, además de su fe o su credo,” continúa Faiza.
“¿Has visto cómo los soldados israelíes ayudan a los sirios? ¿Has visto cómo arriesgan su vida cuando cruzan la frontera para trasladar a heridos sirios a hospitales israelíes?”
“Cuando voy a casa y me encuentro con mi familia, tengo que callar. Mi madre me dice que defendiendo demasiado a Israel delante de mis hermanos y sus familias, que no quiere arriesgar a sus hijos.”
Faiza solía viajar mucho cuando era joven. En una ocasión, visitó Londres en el marco de un programa de intercambio universitario.
“Pude haberme quedado en el barrio árabe, pero decidí alquilar un pequeño departamento en un barrio judío. Allí, entre las kipás y el silencio del Shabat, me sentí protegida. Sé que si alguien trata de hacerme daño, cualquier judío me defendería.“
“Nunca criaría a mis hijos en otro país. Aquí, puedo enseñarles a creer en sí mismos y en sus sueños. Mi hijo tiene once años y sueña con ser ingeniero. Mi hija tiene dieciséis y quiere ser abogada.“
“Y no he dejado de soñar. Me divorcié de mi marido y ahora estoy estudiando un doctorado.”
Las imágenes de lo que transmiten los medios de comunicación en todo el mundo acerca de Israel me hacen daño: el BDS en Londres, el boicot en las universidades.
Muchas mentiras se han dicho acerca de judíos a través de la historia. Libelos de sangre, veneno en los pozos. Se olvidan que los judíos no pueden comer siquiera un huevo con una pequeña mancha de sangre. Ignoran que los ángeles dejaron de alabar a D-os frente al Mar Rojo porque los egipcios, los nazis de esa época, habían muerto.
A pesar de todas las mentiras, nunca hemos dejado de luchar por una vida mejor en el mundo entero. Los miembros del movimiento BDS y los habitantes antisemitas de nuestro planeta deben vivir todo un mes en Israel.
Aquí existe la coexistencia.
Aquí los árabes son más felices que en otras regiones de Oriente Medio.
Jamal, el ayudante de Faiza en la unidad de cuidados intensivos nos sonríe.
“Ella es especial,” comenta.
“Todos somos especiales,” responde Faiza. “Porque vivimos en un lugar especial.”
“Nos abrazamos el uno al otro.”¿En qué otro país puede una musulmana hablar así con una judía ortodoxa?”
Gheula Canarutto Nemni
Fuente: The Times of Israel
Traducción: Esti Peled
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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