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La guerra en Siria está cumpliendo 5 años; inspirada en la Primavera Árabe, se inició con un levantamiento contra el régimen dictatorial de Bashar Al Assad (BA), quien se ha aferrado al poder desde el 2000, cuando lo heredó a la muerte de su padre. Ambos forman parte del Partido Beath Arabe Socialista que ha estado al frente del gobierno desde 1963.
El padre de BA fue un cruel gobernante que reprimió varias revueltas populares, entre ellas, la Masacre de Home, en la que murieron 10,000 personas. La familia Assad es aluita, una vertiente del Islam chiita, que representa a una minoría en Siria, en donde predominan los sunnitas. BA ha combatido sin miramientos a los rebeldes y ha provocado un número significativo de muertes de civiles, a tal grado que se le ha calificado de genocida.
Lo que había comenzado como un movimiento de oposición secular, tomó un giro islamita radical al participar en la guerra dos ramas de Al qaeda: el Estado Islámico (EI), y Jabhat al Nustra, que se convirtieron en las dos fuerzas dominantes en el norte de Siria. La proclamación del Califato del EI en agosto del 2014 en los territorios que esta milicia conquistó en Siria e Irak, significó el comienzo de una violenta etapa de exterminio de poblaciones asentadas en los mismos. Al Nustra opera en Siria y Líbano, su creación data del 2012, este grupo formado por 6,000 combatientes islamitas suníes, pretende derrocar al gobierno de BA e instaurar un Califato.
Las acciones bélicas se escalonaron en Siria con la participación de tropas extrajeras. El Irán chiita, una de las potencias del Medio Oriente, ha sido un aliado histórico de BA, a quien además de proporcionarle armas, le ha otorgado apoyo militar y financiero; para Irán la supervivencia de BA es clave para frenar la influencia de su rival sunnita en la región, Arabia Saudita; esta última, a su vez, ha sido uno de los abastecedores clave de armas a los rebeldes, entre ellos los de línea dura; Riad ha rechazado la acusación iraní de estar apoyando directamente a el EI; no obstante, se sabe que multimillonarios sauditas han enviado donaciones al EI y se calcula que el gobierno saudita ha mandado 2,500 efectivos para incorporarse a las filas del mismo.
En este ámbito, Irán también ha ayudado a BA a través de Hezbolá a quien ha abastecido de armas, capacitación y dado apoyo financiero. Hezbolá, una organización terrorista, compuesta por grupos radicales libaneses chiíes, fue creada en 1982 con el propósito de expulsar la presencia israelí y de Occidente de Líbano. Hezbolá se involucró en el conflicto de Siria en el 2013, desplazando efectivos y obteniendo importantes victorias militares para reforzar al régimen de BA.
Por otra parte, Turquía, de mayoría sunnita, es otra de las potencias de la región. Su implicación en el conflicto con su vecina Siria empezó con su apoyo al Ejército Libre Sirio, el principal de los movimientos rebeldes. En el pasado reciente, las relaciones entre Turquía y Siria habían sido amistosas, sin embargo, se fueron deteriorando desde el inicio del conflicto y, el punto de ruptura, se produjo en junio del 2012 cuando los sirios derribaron un caza turco. Turquía quiere derrocar a BA y que se establezca en Siria un gobierno sunnita y quitarle territorios que reclama como suyos, así como evitar la creación de un Estado Autónomo Kurdo en Siria y no permitir que los Kurdos sirios, con ciudadanía turca, se rebelen contra Turquía. Paralelamente Turquía, con el pretexto de combatir al EI, ha atacado a la minoría kurda residente en Irak. El Kurdistán turco, ubicado en la parte Sudeste de Turquía, es un área que abarca entre 190,000 y 230,000 km2, una tercera parte de ese país.
Con el propósito de frenar al EI, desde agosto del 2015, EU liderea una coalición militar de más de 60 países, que incluye, entre otros, a los de la Unión Europea, a las economías del Golfo Pérsico, Jordania y varias naciones árabes, que ha realizado una campaña sistemática de bombardeos aéreos contra ese grupo terrorista. Rusia se unió a los ataques aéreos desde el 30 de septiembre del 2015, en buena medida se han dirigido contra los opositores de BA que han debilitado al Ejército Sirio; la ofensiva de Rusia ha causado numerosas bajas civiles. Cabe destacar que Rusia ha sido una importante fuente de armas para que BA empezara el conflicto; asimismo, tiene una base naval en el mediterráneo sirio y busca imponer su hegemonía en el Medio Oriente. En este entorno, China también apoya a Siria, entre ambos países existe una importante relación comercial.
La tregua alcanzada entre las facciones combatientes en Siria el pasado 27 de febrero y que excluye al EI, difícilmente logrará la paz en ese país, en virtud de que Rusia e Irán se oponen a que BA abandone el poder; por lo demás, analistas políticos consideran que el cese de hostilidades se transformará para Turquía y Arabia Saudita en un problema político interno de pérdida de poder y de control del aparato represivo existente en esos países. El alto al fuego se ha sostenido con “pinzas” en los primeros días de su vigencia; se observan nuevas escaramuzas y bombardeos entre partidarios y detractores de BA.
Los daños de la guerra en Siria han sido cuantiosos; de acuerdo a la ONG Observatorio Sirio, con sede en Londres, Inglaterra, con observadores en el campo de batalla en Siria, hasta octubre pasado se habían registrado 250 mil muertos, entre ellos 70 mil civiles, más de dos millones de heridos y el desplazamiento de un tercio de la población siria; una parte ha huido de las zonas de guerra y otra más significativa se ha ido a Turquía y Jordania, principalmente. Tan sólo en el 2015 cerca de un millón de refugiados sirios llegaron a Europa.
El flujo masivo de sirios a Europa, se añade a la constante llegada de musulmanes de otras latitudes, que de acuerdo a expertos podría dar lugar a una de las más significativas transformaciones demográficas globales de la historia. La afluencia de musulmanes al continente, en el presente viven más de 50 millones en el mismo, ha causado una confrontación permanente entre dos mundos; alentada por el Islam radical y la ultraderecha racista, principalmente. La actitud humanitaria de parte de la ciudadanía europea para acoger a los refugiados sirios el año pasado, se ha borrado paulatinamente ante las actitudes vandálicas de estos últimos y la ausencia de una voluntad política de los Estados para resolver la crisis de los refugiados; preocupa de sobremanera que ante la oleada imparable de refugiados se justifique el descontrol de la población local y se exacerbe el discurso xenófobo del populismo radical.
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