ISRAEL – El escritor Payam Feili cuenta cómo el acoso en su país por ser gay le llevó a pedir asilo a Israel. Si se lo conceden, sería la primera vez que un iraní no judío reside en el país declarado pequeño Satán por la revolución del imán Jomeini (1979)
SAL EMERGUI – Cuando este espigado novelista y poeta pasea por las calles de Tel Aviv, es inevitable fijarse en sus uñas pintadas de azul y su poderoso anillo turquesa. Sus maneras, sin embargo, no llaman la atención en unas de las ciudades más amigables con los homosexuales del mundo. El Maguen David (Estrella de David) que lleva tatuado en su cuello sólo provoca algunas miradas de curiosidad.
Pero Payam Feili, de 30 años, es distinto. Hostigado y perseguido en Irán por su ideas y su orientación sexual, este escritor gay ha pedido asilo político al mismísimo enemigo. Al país recordado en manifestaciones organizadas por el régimen islámico en Teherán con un eslogan convertido en un clásico: “¡Muerte a Israel!”.
“Estoy muy a gusto en Israel, donde se respira libertad. Es incluso mucho mejor de lo que me imaginaba. Me gustaría vivir aquí”, afirma el iraní a EL MUNDO, mezclando inglés y persa en una entrevista que arranca con su nacimiento en la localidad de Kermanshan, sigue con detenciones e interrogatorios en Irán, avanza con la censura de sus nueve obras y el miedo por su vida y finaliza con su huida a Turquía hace dos años antes de llegar a su sorprendente Tierra Prometida.
Feili espera que la solicitud de asilo sea aceptada por las autoridades israelíes que de momento han ampliado su visado hasta octubre. Sería la primera vez que un iraní no judío reside en el país declarado pequeño Satán por la revolución del imán Jomeini (1979).
Mientras saborea un café cerca de su casa en el sur de Tel Aviv, Feili denuncia el acoso que ha sufrido toda su vida por la homosexualidad declarada en sus formas y libros.
A los 19 años debutó con La plataforma del sol y en el año 2010 su novela Creceré, daré frutos…, higos, publicada en Alemania, describió el amor entre dos soldados iraníes durante la guerra con Irak. Suficiente para ingresar en la lista negra.
“En Irán no aceptan que uno tenga y defienda su propia identidad, diferente a la que dicta el régimen. Ser homosexual es ilegal y está considerado como una enfermedad, lo que puede llevarte a la cárcel e incluso en determinadas circunstancias a la muerte. Mi abogado me dijo que nunca diga la palabra homosexual ante un tribunal. No quiero ni pensar en qué me puede pasar si vuelvo ahora», señala contando que debido a su nueva vida en Israel, “los medios me llaman trabajador sexual”.
¿Qué pasa si las autoridades iraníes se enteran que uno es homosexual? “Policía”, chapurrea la palabra en hebreo sonriendo. Una sonrisa que no lució en 2007 cuando su presidente Mahmud Ahmadineyad sentenció en la Universidad de Columbia de Nueva York que no existen los homosexuales en Irán. “Aquello no me hizo gracia porque me decía que yo no existía”.
La mirada de Feili se entristece cuando habla de su familia en Irán, con la que se comunica a través de Skype. “Desde pequeño yo supe que era gay y mi familia me apoyó desde el primer momento”, apunta con orgullo.
“Israel es mágico para vivir y escribir”
Tras 18 meses en Turquía, Israel le permitió a finales de año la entrada con motivo de la escenificación de una de sus obras. Se siente arropado por los homosexuales israelíes en Tel Aviv, su feudo y referente mundial para el colectivo LGBT.
Para los israelíes que desean conocer de primera mano la sociedad iraní más allá de los estereotipos perpetuados por los líderes, Feili es una oportunidad de oro. “Les digo que no todos en Irán odian a Israel, como quiere hacer ver la propaganda oficial. Teherán es como Tel Aviv, con vida cultural, nocturna, bares…aunque de forma clandestina y escondida”, señala el embajador del otro Irán.
No le importa que algunos le acusen de “servir a la propaganda pinkwashing de Israel”, un término que alude a la difusión de la tolerancia hacia los gays para desviar la atención de las políticas gubernamentales hacia los palestinos. “No he hablado con ningún dirigente israelí. Sólo digo que Israel es mágico para vivir y escribir”, insiste al tiempo que reconoce: «Me siento seguro en todo Israel, aunque en Jerusalén mucho menos». En el Desfile del Orgullo Gay de la ciudad santa de hace siete meses, la joven Shira Banki murió apuñalada por un ultraortodoxo judío.
Las recientes elecciones en Irán no varían su pesimismo. “Fue una obra de teatro del ayatolá Jamenei con candidatos seleccionados de antemano. Los opositores no podrán derrocar el régimen, ya que no tienen apoyo desde fuera”, pronostica con la misma resignación con la que acepta que no volverá a ver su familia en Irán.
¿Qué es más surrealista? ¿Pedir asilo en el enemigo o tatuarse la Estrella de David en Turquía? Tras aclarar que siempre profesó simpatías por el pueblo judío, bromea: “Es mi visa”.
Fuente: El Mundo / Sal Emergui – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
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