El embajador tenía a David Madí y a Carles Vilarrubí como posibles candidatos a cónsules honorarios del país en la Ciudad Condal
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – No pudo ser, Israel no lo vio apropiado. El embajador israelí en España sopesó a lo largo de los últimos meses la posibilidad de instalar un consulado del país en Barcelona. Incluso se trabajaba ya en quién debería ser el cónsul honorario, pero la escalada política del independentismo llevó a los responsables diplomáticos del país a congelar su iniciativa, según ha podido saber Crónica Global en fuentes próximas a las conversaciones.
Durante meses, el embajador israelí en España, Daniel Kutner, le había estado dando vueltas a la idea. Barcelona podía ser la sede de un consulado con características operativas que redujera una parte de la tramitación administrativa que se lleva a cabo en la sede madrileña de la calle Velázquez. Concesión de visados, permisos, certificación de documentos y otros menesteres burocráticos podían ser asumidos de manera parcial por un consulado barcelonés con una cierta proyección.
Candidatos empresariales
A la vista de la propia composición de la comunidad hebrea en Barcelona, la embajada abogó porque ese consulado fuera comandado por una persona de la sociedad civil, una especie de prohombre de la capital catalana bien relacionado con el país sefardí y sus intereses empresariales.
Además del nombre del publicista Lluís Bassat, siempre presente en las cuestiones vinculadas a la comunidad sefardí catalana, se barajaron dos candidaturas que han quedado en posición de espera por la parálisis del proyecto. Se trata del presidente de Endesa en Cataluña, David Madí, y del vicepresidente de la banca Rothschild en España, Carles Vilarrubí. Ambos fueron sondeados para ejercer el cargo de cónsul honorario de Israel en Barcelona, cargo que no existe.
Ningún respaldo al soberanismo
Otras zonas de España sí que disponen de estos delegados diplomáticos. Raphaël Cohen, por ejemplo, es cónsul honorario de Israel en Almería, Granada, Jaén, Málaga, Sevilla, Canarias, Ceuta y Melilla. Salvador Pascual Sánchez Gijón, por su parte, ejerce el mismo cargo para Cádiz, Huelva y Extremadura.
El proyecto para Barcelona, sin embargo, ha quedado frenado por razones políticas. El Gobierno israelí no ha querido sacar adelante el proyecto de un consulado operativo para que nadie pudiera interpretar esa iniciativa como un respaldo indirecto a la política desarrollada por el Gobierno de la Generalitat desde 2012. “Sobre todo, para evitar que pudiera entenderse como un reconocimiento al independentismo gubernamental, que no comparten”, asegura una fuente conocedora de los contactos.
Un viaje maldito para Mas
A finales de 2013, Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, viajó a Tel Aviv de forma oficial. Acompañado de una delegación extensa de empresas tecnológicas catalanas, del consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, y del alcalde de Barcelona, Xavier Trias. La delegación autonómica fue recibida con corrección aparente, pero aquel viaje supuso un largo tirón de orejas para Mas por parte de la administración israelí. Le pidieron expresamente que abandonara la pulsión independentista, cosa que supuso un duró revés para las pretensiones del jefe del Ejecutivo catalán sobre el reconocimiento internacional de su iniciativa política.
La perseverancia de Mas en las tesis soberanistas después de su viaje diplomático han sido determinantes para que Israel declinara, al menos en las actuales circunstancias políticas, la apertura de un consulado en Barcelona y mantenga el núcleo de sus relaciones internacionales basadas en Madrid.
Relación con el país
Entre los empresarios que fueron sondeados, Madí es miembro del patronato de la Fundación Casa Cresques de Barcelona, Israelí-Catalán Hub. En ese órgano de gobierno de la asociación, que aboga por la colaboración de la Ciudad Condal con Israel y otras comunidades judías, coincide también con Albert Carné, André Gebler, Roger Albinyana, Núria Betriu, Jorge Wagensberg y Kogon. La fundación fue inscrita en el registro de la Generalitat el 8 de abril de 2015.
La vinculación de Vilarrubí con la comunidad hebrea nace de su actividad profesional en el grupo Rothschild, dedicado a la banca de negocios en España. Su esposa, la empresaria que lidera el embotellado de Coca-Cola en Europa, Sol Daurella, tiene el cargo de cónsul general honoraria de Islandia en Barcelona. El empresario ofreció sus instalaciones profesionales en la zona alta de la ciudad para albergar el proyecto israelí.
Fuente: Crónica Global – Xavier Salvador – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
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