HILLEL NEUER
Una rara victoria para la justicia y la democracia tuvo lugar el viernes en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas. Las dictaduras se apilaban intentando impedirme, en un testimonio ante el plenario en nombre de UN Watch, que denunciara sus violaciones de derechos humanos y cuestionara su absurda pertenencia al organismo de 47 naciones.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Esta semana se cumple el 10º aniversario del CDH, fundado con la promesa de proteger los derechos humanos universales y abordar sus groseras y sistemáticas violaciones.
Diez años después, pregunté a los delegados reunidos, ¿está el consejo a la altura de su promesa fundadora?
Les pedí que prestaran atención a las voces de las víctimas. Las oímos hace tres semanas en la 8 ª Cumbre de Ginebra para los Derechos Humanos y la Democracia, organizada por UN Watch y más de otras 20 ONG.
Escuchamos a Daria safai de Teherán, que declaró que “la vida de las mujeres en la República Islámica de Irán está impregnada de discriminación. A una mujer no se le permite trabajar, estudiar ni viajar sin el permiso de su marido”.
Escuchamos a Ensaf Haidar, cuyo marido Raif Badawi fue condenado por Arabia Saudí a 10 años de prisión y mil latigazos. ¿Su crimen? Crear un sitio web para promover la libertad.
Escuchamos a Jigme Golog, un monje tibetano que testificó ser detenido y torturado por las autoridades chinas.
Escuchamos a la joven de 24 años, Antonietta Ledezma de Venezuela, cuyo padre Antonio Ledezma, alcalde de Caracas, fue detenido sin orden judicial el año pasado, en una incursión violenta en su oficina y encarcelado. Ahora se enfrenta a 26 años de prisión bajo cargos falsos.
Escuchamos a Rosa María Payá de Cuba, cuyo padre Oswaldo Payá, líder de la democracia disidente en ese país, fue muerto en circunstancias que nunca se han investigado adecuadamente.
Escuchamos a la MP iraquí Vian Dakhil, cuyas compañeras mujeres y niñas Yazdi están siendo capturadas por ISIS, vendidas como esclavas en Irak y Siria, y son sometidas a la violación en masa.
Escuchamos a Polina Nemirovskaia, sobre la represión en Rusia; y del periodista turco Orhan Kemal Cengiz, cuyo periódico Zaman fue simplemente violentamente secuestrado por el gobierno de Erdogan.
Y así, pedí al Consejo (que está previsto que en esta sesión adopte cinco resoluciones parciales que justifican eficazmente el terrorismo contra los israelíes):
¿Por qué no hay ninguna resolución en absoluto -cero- para las víctimas de los derechos humanos en China, Rusia, Cuba, Arabia Saudita y Venezuela? ¿Por qué, por el contrario, los gobiernos de esos países son elegidos miembros de este Consejo? ¿Por qué no hay sesiones urgentes sobre abusos graves y sistemáticos de los derechos de Irán, Irak, Siria o Turquía?
Mis preguntas sencillas y las citas de sus propios ciudadanos oprimidos provocaron una tormenta de fuego.
Asalto de Cuba, Venezuela, China, Rusia, Pakistán
Cuba interrumpido en primer lugar, con el pretexto de una cuestión de orden procesal: “En ningún momento, dado el mandato del Consejo de Derechos Humanos, puede un representante de una ONG cuestionar la pertenencia a un estado que pertenece a este consejo. No pueden hacer eso. Así que le pediría, señor, llamar al orden al representante de esta supuesta ONG”.
De hecho, no existe tal norma, y, por el contrario, el artículo 8 del documento fundacional de la CDH, la Resolución 60/251 de la Asamblea General, contempla la suspensión de países que cometen violaciones graves y sistemáticas.
De hecho, en 2011 desde UN Watch lideramos la campaña para utilizar ese mecanismo para expulsar al brutal régimen libio de Muamar Gadafi desde el Consejo, y lo conseguimos.
Sin embargo, los hechos y la ley no impidieron que los aliados del régimen comunista saltaran rápidamente a la refriega y añadieran presión sobre el presidente del Consejo para silenciarme.
“Creo que el representante de la organización política tiene que ser llamado al orden”, dijo el delegado de Venezuela”. Ninguna ONG puede señalar con el dedo a los miembros de los estados que representan al Consejo”.
Luego vino el Partido Comunista de China: “Sr. Presidente, la delegación de China apoya la respuesta hecha por Cuba y Venezuela. Creemos también que los representantes de las ONG no tienen derecho a impugnar la admisión de estados en el Consejo”.
A continuación, el régimen ruso de Vladimir Putin: “Estamos de acuerdo con los argumentos expresados por Cuba y Venezuela y China, y también le pediríamos que llame a la distinguida ONG -que no por primera vez, ha sido destacada y corregida en esto- a corregir su declaración”.
Pakistán, de quien no habíamos dicho nada, sin embargo, sintió la necesidad de mantener su parte en la alianza impía de las tiranías que demasiado a menudo controlan el Consejo, imitando a Cuba. “Mientras que las ONG deberían tener derecho a expresar sus puntos de vista”, dijo el delegado de Pakistán, “no se debe permitir cuestionar la composición del Consejo de Derechos Humanos”.
Yo no pude decir una palabra durante todo este ataque. Mientras que las ONG tienen la gran oportunidad de hablar al CDH, solo los Estados pueden impugnar cuestiones de orden. Así, si ningún país daba un paso al frente, como ocurrió en años anteriores, el Presidente del Consejo bien podría haber fallado en contra de mí.
Afortunadamente, sin embargo, ocurrió lo contrario: las democracias líderes acudieron en mi defensa.
Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido y Canadá defienden el derecho de UN Watch a hablar
Primero fue Estados Unidos, que afirmó que la declaración de UN Watch “era relevante para la cuestión objeto de debate, y como resultado, el Consejo debería permitir que continúe para terminar su declaración”.
Luego vinieron los holandeses -que, de manera significativa, refutaron el argumento sin fundamento que acreditaba que los activistas de las ONG no pueden poner en cuestión las calificaciones de los derechos humanos de los miembros del Consejo.
“Como dijo nuestro ministro en el segmento de alto nivel”, el delegado de los Países Bajos recordó a la cámara, “se espera de los miembros del Consejo en especial un alto nivel, y es también lo que el Consejo ha establecido en sus documentos fundacionales”.
El Reino Unido también dio su respaldo, seguido de una fuerte declaración canadiense que apelaba a los más altos estándares y, específicamente, refutó las objeciones de Cuba y sus aliados.
“Se trata de una cuestión de libertad de expresión”, ha subrayado el delegado canadiense. “Lo que hemos oído en la intervención hasta el momento es pertinente a la materia [y] respetuosamente solicitamos que se permita al delegado terminar su presentación”.
Victoria: La justicia prevaleció
Al final, prevaleció la justicia: el presidente rechazó las protestas de Cuba, y volvió a darme la palabra.
En los apenas 3 segundos restantes, respondí: “Pueden censurar en casa, pero no nos pueden censurar en Naciones Unidas”.
Los activistas de derechos humanos estallaron en aplausos. Cuba volvió a protestar – sin embargo, el presidente desestimó la denuncia de Cuba, y siguió adelante.
Es una lección, creo. Cuando las naciones libres nos levantamos y luchamos por nuestros valores de libertad de expresión, el estado de derecho, los derechos humanos universales, entonces la maldad de los malos, como novedad en la ONU, no es reforzada por la debilidad de los virtuosos.
Fuente: Blogs. Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
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