Mauricio Masri es dueño de tres tiendas de reparación de celulares y de una escuela de computación. Lo insólito es que sólo tiene 17 años y cursa tercero de preparatoria en el Colegio Maguén David. ¿Cómo lo logró?
“Mis hermanos, me prestaron una tarjeta de crédito con la que ordené una pantalla por Internet. Al recibirla me puse a investigar por Internet para ver cómo se podía reparar. Abrí el teléfono, lo rompí. Sabía de un amigo que se dedicaba a arreglar celulares en Pabellón Bosques y lo fui a ver diciéndole que un amigo me lo había roto y se ofreció ayudarme. Se lo llevé, cuando me lo entregó me cobró muy caro. En ese momento le propuse hacer negocio, pues muchos de mis amigos necesitaban arreglar sus celulares. Le dije: “Te los traigo y me das una comisión. Aceptó y comenzamos a trabajar juntos”.
“Cada día fueron aumentando los amigos que me entregaban sus celulares para su reparación. Este trabajo duró como mes y medio, pero el técnico se tardaba mucho en entregarme los celulares arreglados y mis amigos se desesperaban. Me di cuenta que esto no iba a funcionar”.
“Posteriormente, compré otra pantalla y comencé a practicar; la volví a romper y luego compré otra, hasta que aprendí a colocarla. Quedé con mi amigo que me mandaría cincuenta pantallas a la semana: yo las arreglaba desde mi casa. Un día mi papá me platicó de un local en Secretaría de Marina, Bosques de las Lomas donde yo podía poner un negocio más en forma, y darme a conocer con quienes van pasando por la calle”.
“Vimos el local, acordamos la renta con el propietario; con el dinero que había ahorrado, lo pude ir amueblando y adaptando poco a poco. Me fue muy bien dándome a conocer; cada día tenía más clientes“.
“Más adelante, me asocié con el dueño de una tienda de accesorios en Paseo Interlomas que se había enterado que yo arreglaba celulares. Capacité a varias personas para poder levantar el negocio, a una la coloqué en Secretaría de Marina y dos en Paseo Interlomas”.
“El negocio fue subiendo, abrí otra tienda por Six Flags y busqué clientela nueva en otro rumbo de la ciudad”.
“Mauri” se dedica a dar servicio técnico a los centros de Apple, tiene una certificación para hacer cambios de pantallas de dispositivos celulares.
“Otra idea me pareció buena: una escuela de computación. La fundé, la equipé y la semana pasada, ya se imparten en ella clases. Gracias a D-os “ahí va”, tenemos que darle tiempo para que la gente nos conozca”.
Los maestros que imparten los cursos en dicha escuela son jóvenes profesionistas especializados en diferentes talleres
“Cuando estaba entrando a Preparatoria, comencé a trabajar; no me dedicaba a los estudios y reprobé algunas materias. Mis papás me pidieron que me ‘pusiera las pilas’, organizándome y dando el tiempo necesario a los estudios”.
“Terminando la prepa me voy de Ajshará (año sabático en Israel) por seis meses. Estoy considerando varias universidades para decidirme en cuál cursar mis estudios, me interesa Robótica o Ingeniería en Sistemas”.
“Quiero decir a los jóvenes: no vean el dinero fácil: le pides a tus papás y sin pensarlo te lo gastas en el antro. Les recomiendo que aprendan a trabajar en forma ordenada. Adquieres muchos conocimientos trabajando”.
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