Judío y palestino claman en México el “racismo” de Israel

Israel no deja de sorprendernos por la calidad de su democracia. Cercada por un entorno hostil, bajo amenaza existencial permanente, podría aplicar las medidas pertinentes a  un estado de guerra:  desatada una carnicería en una de sus fronteras; “colado” el Estado islámico a lo largo de otra; en un tercer frente, Hamas ocupado a cavar túneles para sorprender a su población en los patios de sus casas; con atentados cotidianos en sus calles con niños- cuchillo dispuestos a inmolarse por matar a un judío; con una nación como un Irán enviando misiles con el mensaje “Los vamos a aniquilar”; con un Hezbolá amenazando a diario borrarlos del mapa; Israel envía a México, en  representación de su partido comunista, a dos personas  que lo descalifican ante los medios y que afirman, frente a las cámaras, que los terroristas palestinos que apuñalan a su población son “luchadores por la libertad”.

MAY SAMRA PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO-Esperamos que Pedro Goldfarb, judío que representa al partido Hadash, con 5 escaños en la Knesset, no se enfrente, el día de mañana, en su caminata matutina, a uno de estos hombres-cuchillo; dudo que tendría tiempo de explicarle que estuvo defendiéndolo del otro lado del mundo.

Agbaria y Goldfarb son miembros del partido Hadash, acrónimo hebreo de Frente Democrático para la Paz y la Igualdad) un partido político de izquierda radical de la Knesset. Surgió en 1977 como una unión del Partido Comunista de Israel (Rakah) con el movimiento Panteras Negras y otros grupos de izquierda. El partido se define como judío-árabe, aunque la mayoría de sus líderes y votantes son árabes israelíes.

Hadash es parte de la Lista Árabe Conjunta, la tercera fuerza de la Knesset desde hace exactamente un año, con 13 miembros de 120.

Afo Agbaria fue miembro de la Knesset y, mientras lo era, tuvo a su activo una pelea en una entrevista televisiva, en la que afirmó que Hamas no era un movimiento terrorista, sino “de liberación”.

Los dos hombres estuvieron en México, invitados por el Partido del Trabajo,  para asistir al seminario anual “El partido y la nueva sociedad”;  aprovecharon su estancia para participar a distintas actividades, entre ellas, una cena en casa del embajador palestino en México; así como una conferencia en el Museo de la Memoria Indómita, organizada por Corsopal, Coordinadora de Solidaridad con Palestina que encabeza un judío, Pedro Geller.

Allí, los pudimos entrevistar y conocer sus puntos de vista, algunos de los cuales compartimos, como la solución de dos estados y el hecho de que criticar a Israel no es antisemitismo, o que oponerse a la política de Netanyahu no es traición.

También estamos de acuerdo que es hora de dejar de enterrar muertos de cada lado. Es hora de la paz.

Pedro Goldfarb, Pedro Geller y Afo Agbaria en el Museo de la Memoria Indómita

En otros puntos, no coincidimos tanto. Como ejemplo, nos parece incorrecto que se diga que Israel no califica como democracia, cuando es ésta misma que permitió que la Lista Conjunta Árabe sea la tercera fuerza de la Knesset.

Nos sorprende que todavía se usen palabras como “imperialismo” y “marxismo leninismo”, palabras que ya ni siquiera se oyen en la Rusia de hoy.

O conceptos como aniquilamiento, transferencia de población y  expulsion de los árabes, presentándolos como ACCIONES de Israel, cuando ni siquiera son opciones en término de lo que proponen los israelíes en las negociaciones.

O el hecho de calificar a Meretz de partido “racista”.

Y creo que presentar a Israel como “nación apartheid” acaba distrayendo al interlocutor de una solución viable para el conflicto israelo- palestino, como es la de dos estados para dos pueblos.

Hadash quiere que Israel devuelva las alturas del Golán (¿A quién? ¿Al Estado islámico? ¿A El Assad? ¿A los rebeldes?)

Propone que (todos) los refugiados palestinos vuelvan a Israel “al lugar que ellos decidan”, a la vez que reconocen que, si lo hacen, acabarían con la razón de ser del estado judío, la cual es, según entendemos, ser un Estado judío.

Y lo anterior, por una razón matemática: si existen, como dicen, cinco millones de árabes y seis de judíos, el hecho que vuelvan al país tres millones por lo menos de refugiados palestinos y sus descendientes acabaría con la identidad judía. Me parece difícil que se le pida a Israel  que cometa tal suicidio.

Nos hubiera gustado escuchar más propuestas constructivas y menos justificación de
atentados terroristas. Más creatividad y acercamiento. Afortunadamente, propuestas de país, voces disidentes, se aceptan todas en Israel.

Sin embargo, fue interesante conocer la historia y narrativa de ambos hombres. Esperamos que, así, escuchándonos, daremos un pequeño paso hacia la paz.

En fin, nuestra reportera, quien es judía originaria del Líbano, pasó un buen rato intercambiando chistes y recetas con Afo Agbaria, palestino, en la hospitalaria calle de Regina, al atardecer, junto a un árbol que lucía las fotos de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Después de todo,  es un mundo pequeño.

 

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