Retiro ruso de Siria: interpretaciones diversas, por Esther Shabot

Siria está totalmente devastada, centenas de miles de personas han sido asesinadas y la mayor parte de su población civil sobreviviente se ha convertido en una doliente masa de desplazados buscando refugio.

El anuncio del lunes pasado de que Rusia empezaría de inmediato a retirar la mayor parte de sus fuerzas militares, que desde septiembre pasado han estado interviniendo arrasadoramente en la guerra civil en Siria, ha causado sorpresa, lo mismo que una diversidad de interpretaciones, en muchos casos contradictorias entre sí. Fue notable la coincidencia en tiempo entre el anuncio de Moscú y el reinicio de la reunión en Ginebra en la que las partes en conflicto dentro de esta atroz guerra presuntamente intentarán llegar a un mínimo principio de acuerdo.

¿Por qué justo ahora, en ese preciso día, Putin dio a conocer su decisión de retiro militar parcial? Las versiones dadas por observadores y analistas difieren notablemente. Enseguida algunas de las especulaciones vertidas por ellos:

a) Putin habría evaluado que gracias al apoyo de los inclementes ataques rusos,Bashar al-Assad recuperó ya buena parte del espacio que había caído en meses anteriores en manos de los grupos que conforman a la oposición moderada. Si ello es así, para los rusos la misión está cumplida y el  todavía presidente sirio llega a las pláticas en Ginebra con la suficiente fuerza como para imponer condiciones a sus contrapartes en un eventual acuerdo que pudiera alcanzarse con miras a establecer un nuevo gobierno en el que Al-Assad y su camarilla continuarían siendo su núcleo central.

b) Rusia ha decidido limitar su respaldo al régimen sirio y dejarlo librado a sus propias fuerzas en el proceso que se ha abierto en Ginebra. El cálculo de sus prioridades políticas y económicas, considerando las dificultades inherentes a las sanciones internacionales que pesan sobre Moscú por su intervención en Ucrania y su anexión de Crimea, le han hecho dar un golpe de timón a fin de no empantanarse indefinidamente en terreno sirio, aunque con la ventaja de seguir estando en posesión de su base naval en Tartus y de su base aérea en Latakia.

c) Ya sea que una u otra de las interpretaciones anteriores se acerquen a la verdad, está también el hecho de que, al parecer, Putin deliberadamente da con esto un fuerte impulso a su imagen de gran líder desafiante de Occidente y embarcado en la reconstrucción de la potencia que fue la URSS. Con su última decisión acerca de Siria prosigue en la línea de proyectar una imagen de político enérgico, sagaz, que calcula perfecta y maquiavélicamente sus jugadas y que logra llevar las cosas a donde quiere y le conviene. No obstante, la comprobación de que más que atacar al Estado Islámico —como fue su propaganda— estuvo embistiendo encarnizadamente puntos del resto de los grupos opositores sin consideración alguna por la población civil, que fue masacrada y cuyos remanentes están hoy varados en playas griegas a la espera de asilarse en Europa, Putin sigue transmitiendo su mensaje de que envió sus tropas generosamente a Siria para contribuir al combate al terrorismo.

A cinco años del inicio de las protestas populares contra el régimen de Al-Assad el panorama no podía ser más sombrío. El país se halla totalmente devastado, centenas de miles de personas han sido asesinadas y la mayor parte de su población civil sobreviviente se ha convertido en una doliente masa de desplazados buscando refugio. La pequeña luz que significan el parcial cese al fuego, el anuncio del retiro de las fuerzas rusas y el diálogo en curso en estos días en Ginebra es sólo eso: una modestísima luz amenazada por todas partes por intereses divergentes, fuerzas terroristas profundamente fanatizadas y un caos generalizado que en conjunto serán muy difíciles de  conjurar.

Fuente: Excelsior