Cada vez más jóvenes judíos ultraortodoxos en Israel quieren tenerlo todo: una vida religiosa y comunitaria con los beneficios de la modernidad y el trabajo.
ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Una silenciosa revolución está surgiendo en el mundo insular de la comunidad judía ultraortodoxa de Israel – que se aleja de los muros del gueto que levantaron sus líderes para protegerlos de los peligros del laicismo. Los jóvenes ultra-ortodoxos insisten en que pueden conservar su vida religiosa, y utilizar la tecnología para integrarse al mercado laboral al igual que sus colegas israelíes.
Los expertos han advertido desde hace tiempo que Israel enfrentará una ruina económica a largo plazo si su sector de más rápido crecimiento, conocido como los Haredis, siguen rechazando el sistema educativo general y evadiendo el servicio militar, mientras mantienen a sus familias con dádivas financiadas por el contribuyente y se dedican casi en su totalidad a su mundo de la escritura y el estudio de la Torá.
Los llamados actuales a una reforma, surgen de una comunidad que durante mucho tiempo ha resistido las presiones externas para producir un cambio.
Algunos optan por abandonar del todo el estilo de vida ultra-ortodoxo – uno de cada 10 elige integrarse al judaísmo más moderado o a la vida secular. Pero otros, como Avigdor Rabinovitch, soltero de 25 años de edad y estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Abierta, representan un movimiento que se esfuerza por dejar atrás la vida de carencias y aislamiento, para redefinir lo que significa ser un judío ultra-ortodoxo en Israel.
“Se trata de una nueva identidad del ‘Haredi israelí’,” comenta Rabinovich, quien organiza eventos para jóvenes ultra-ortodoxos con ideas afines. “No intentamos ser como todos los demás. Queremos ser nosotros mismos, al tiempo que nos abrimos a nuevos mundos. Deseamos participar y no sólo observar desde fuera.”
Tras generaciones de evitar el servicio militar, ahora más jóvenes Haredis buscan mejorar sus perspectivas de trabajo al unirse a unidades de combate y de inteligencia que han sido creadas para ellos. Según el ejército, aproximadamente 2,300 jóvenes ultra-ortodoxos fueron reclutados el año pasado, a diferencia de 288 en 2007, y mucho más jóvenes se integran a la educación superior también.
Si bien sólo un tercio de los hombres ultra-ortodoxos estaban integrados en el mercado laboral en 2003, actualmente el índice de empleo de hombres Haredis ha sobrepasado el 50 por ciento, señala Gilad Malach, investigador del Instituto de Democracia de Israel que se especializa en la comunidad ultra-ortodoxa. Las mujeres Haredis han sido tradicionalmente el principal sustento, con una tasa de empleo de cerca del 75 por ciento.
“Creo que éste es un cambio histórico,” expresa Malach. “Tradicionalmente, en tiempos de crisis, el mundo Haredi optaba por refugiarse aún más en su comunidad. Pero ahora se han dado cuenta que eso ya no funciona desde el punto de vista social, cultural y económico.”
Los Haredis – “los que temen a D-os” en hebreo – representan alrededor del 8 por ciento de los 8.5 millones de habitantes judíos de Israel. Muchos rabinos temen que una inmersión en la sociedad general los exponga al secularismo e intervenga con el rezo y el estudio de la Torá. Sus líderes hablan con orgullo de las tradiciones centenarias en las que practicaban el estudio de la Torá, que según sus creencias, permitieron al pueblo judío sobrevivir la Inquisición española, los pogromos europeos, el Holocausto y otras tragedias. El estudio en la yeshivá, dicen, no es menos importante que el ejército que protege al país de las amenazas modernas y no menos valioso que los títulos académicos.
Durante décadas, los gobiernos seculares israelíes han mantenido el status quo, ya sea a causa de su dependencia de los designadores de cargos políticos ultraortodoxos o por temor a una fuerte reacción de un sector que ha bloqueado carreteras, chocado con la policía y enviado a decenas de miles de activistas a las calles por orden de sus rabinos. Los esfuerzos para obligarlos a reclutarse al ejército e integrarse al mercado laboral han fracasado por lo general.
Menachem Eliezer Moses, diputado Haredi, comenta que, como individuos, los hombres ultra-ortodoxos pueden apelar a sus rabinos para pedir su aprobación del servicio militar, de los estudios universitarios y de una mayor integración. Pero, citando un antiguo proverbio, señala que, como regla el estudio de la Torá siempre tendrá prioridad.
“El estudio de la Torá es un objetivo en sí,” dijo. “Si uno traslada a un niño de 18 años de edad, que aún no se ha llenado a otra entidad, se crea un problema.”
Pero los defensores de la reforma dicen que la exclusión extrema es un fenómeno relativamente nueva en Israel, que ha perjudicado a la comunidad, alejando a judíos observantes. Sus hermanos de la diáspora laboran para ganarse la vida comerciando con no-judíos.
“En el pasado, los ultra-ortodoxos eran parte del mercado laboral y tenemos que devolverlos al mismo”, dijo Moshe Friedman, co-fundador de KamaTech, una organización no lucrativa dedicada a fomentar la integración de Haredis en la industria de la alta tecnología de Israel. “El movimiento de base está por delante de los políticos en esto, pero poco a poco se pondrán al día.”
En general, los Haredis han prosperado en las áreas de la alta tecnología por su estudio intenso y metódico de los antiguos textos religiosos que es extrañamente aplicable a la programación informática.
Friedman, de 37 años, ha enviado más de 5,000 solicitudes de Haredis y ha ayudado en la fundación de más de 220 nuevas empresas dirigidas por ultra-ortodoxos. Él es descendiente de distinguidos rabinos y fue educado en las yeshivas más prestigiosas de la comunidad. Mientras que algunos en su círculo se han desconcertado por su desarrollo profesional, su descendencia y el hecho de que ha mantenido un estilo de vida estrictamente Haredi ha dado credibilidad a su causa.
“Ellos saben que mi objetivo no es destruir el mundo Haredi sino ayudar generando empleos para sus miembros,” expresó Friedman. “El principal desafío es lograr integrarse mientras se conserva la vida religiosa.”
Una reciente encuesta de la sociedad israelí reveló que siguen habiendo grandes diferencias entre las prioridades de los ultra-ortodoxos y las de otros. Cerca del 68 por ciento de los Haredis consideran que es importante alcanzar logros en una profesión bien pagada en comparación con aproximadamente el 90 por ciento en otros grupos.
Sin embargo, son más propensos a la integración laboral que al servicio militar o a reformas educativas.
Tras el establecimiento del Estado de Israel en 1948, el gobierno permitió que varios cientos de judíos ultra-ortodoxos estudien Torá en lugar de reclutarse al ejército, a fin de ayudar a reconstruir el espíritu de las grandes escuelas de aprendizaje judío destruido en el Holocausto. Conforme los partidos ultra-ortodoxos ganaban fuerza, miles de jóvenes religiosos optaron por evadir el servicio militar para continuar sus estudios en las yeshivas, en tanto que la mayoría de los hombres judíos son reclutados al ejército por un mínimo de tres años. Esta realidad ha causado un gran resentimiento hacia los ultra-ortodoxos y los que se han reclutado aún enfrentan acoso, burlas e insultos de su propia comunidad.
El gobierno actual ha revertido la legislación para incorporar gradualmente a los ultra-ortodoxos en el ejército israelí.
Sin embargo, muchos ultra-ortodoxos consideran que la reforma educativa es el obstáculo más difícil. Debido a su alto índice de natalidad, más de una cuarta parte de los alumnos de primer grado en Israel son Haredis que estudian bajo un sistema escolar independiente enfocado en la religión, donde apenas se imparten materias como matemáticas, ciencias o inglés. Como resultado, los egresados de estas escuelas son rechazados el mundo laboral y viven de prestaciones sociales para ayudar a mantener a sus familias numerosas en la pobreza.
Betzalel Cohen, director de la yeshivá “Jajme Lev,” en Jerusalem, que integra estudios religiosos con una educación secular a fin de preparar a los alumnos para los exámenes de matriculación de todo el país, señaló que no todos los jóvenes ultra-ortodoxos se convierten en rabinos prodigios y la comunidad necesita encontrar un marco adecuado para aquellos que abandonan la yeshivas tradicionales, a fin de prepararlos para la vida.
“Es como enviar a todos a la escuela de medicina y decir que sólo requerimos de médicos. De esta manera, todo lo que conseguimos son muchos médicos mediocres sin que puedan ejercer. Realmente creo que el futuro de la comunidad Haredi depende de lo que estamos haciendo,” destacó. “Yo soy la mayor amenaza para el sistema porque insisto en que ‘el emperador está desnudo‘ y ofrezco una alternativa”.
Fuente: The Times of Israel / Aron Heller
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