Ronald S. Lauder, 71 años, es un hombre muy poderoso. Por ser uno de los mayores mecenas del planeta arte, por tener una fortuna que supera los 3,100 millones de euros, por ser hijo de la legendaria Estée Lauder —la fundadora del coloso de los cosméticos que lleva su nombre— y por ser el presidente del Congreso Mundial Judío.
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA
Pero desde hace 25 años también persigue con un tesón discreto pero incesante el arte expoliado por los nazis a las familias judías. No quiere hablar de arte “perdido” sino “robado”. Ese empeño le ha llevado hasta el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, cuya colección están “inventariando”. Y advierte: “Habrá sorpresas”.
Pregunta. ¿Hay una fuerte resistencia en los museos a la hora de devolver las obras expoliadas?
Respuesta. No. Existe gente que sostiene que compraron las piezas de buena fe y por lo tanto deberían quedárselas. La única resistencia que puedes encontrar es en personas ajenas al mundo del arte que piensan que no habría que devolver ni una sola obra. Pero creo que la gente en general —y también los museos— entiende que la propiedad robada debe devolverse.
P. Puede ser así, pero hay museos y colecciones europeas y estadounidenses que lo ponen difícil.
R. Hay resistencia en algunos museos, pero no en muchos. Quienes se resisten es porque quieren conservar obras que piensan que son importantes o porque no quieren admitir que tienen piezas que no deberían tener.
P. Muchos museos se escudan en el concepto de compra de “buena fe” para no devolver las obras.
R. La buena fe nunca puede ser una excusa. A veces escandaliza esa separación entre buena y mala fe.
P. ¿Y por qué Suiza se ha quedado con la colección Gurlitt?
R. La realidad es que aceptaron una colección que no sabían qué contenía. Primero porque pensaban que era mucho más valiosa de lo que es. Y segundo, porque creían que serían capaces de averiguar qué piezas fueron robadas y cuáles no. Pero muchos de los dibujos y los grabados que contiene es muy difícil saber de dónde fueron expoliados. Ya que cuando los nazis robaban de los hogares registraban las pinturas y las esculturas, pero nunca las obras en papel.
La familia judía Cassirer reclama a la colección Thyssen desde hace años el cuadro (en la imagen) Calle St. Honoré por la tarde. Efecto de lluvia de Camille Pissarro. Por ahora, la Justicia le ha dado la razón al Gobierno español. Sin embargo, el Congreso Mundial Judío insiste en su restitución.
P. ¿Manejan alguna cifra de obras expoliadas en el mundo?
R. Hay peticiones de búsqueda sobre unas 25.000 piezas. Y estas son solo las que están registradas [en la base de datos www.lostart.de]. Algunas fueron destruidas en la guerra, por ejemplo durante los bombardeos. Pero el grueso está intacto y muchas en colecciones privadas.
P. ¿El Museo Thyssen-Bornemisza debería devolver el pissarro?
R. Sin duda. La colección Thyssen es fabulosa y tiene un prestigio internacional. El pissarro [una tela reclamada desde hace años por la familia judía Cassirer] es una de las pinturas menos importantes que tiene. ¿Por qué no debería devolver algo que sabe que es expoliado? Perjudica a la imagen de la institución. También cuando la colección dejó Suiza hubo varios expertos que ya advirtieron que podría contener obras robadas a los judíos. Estamos ahora mismo haciendo el inventario para ver qué piezas entraron durante la guerra y cuáles después.
P. ¿Cuándo terminarán ese inventario?
R. En los próximos 12 o 18 meses.
P. ¿Habrá sorpresas?
R. Creo que habrá sorpresas para mucha gente.
Fuente:elpais.com
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