-El futbolista cedió sus botas a la subasta benéfica de un canal egipcio.
-En el mundo árabe, la palabra “gazma” (zapatos) tiene un sentido peyorativo al nivel del más grueso de los insultos.
FRANCISCO CARRIÓN
Su economía lleva varios años apuntalada por las monarquías “hermanas” del golfo Pérsico, los precios de los alimentos siguen atragantando a una legión de pobres y las denuncias de torturas y violaciones de derechos humanos a manos del aparato policial se agolpan en los juzgados. Pero, aún así, algunos egipcios tienen tiempo y energía para velar por su faraónico orgullo. Para su desgracia, Lionel Messi se ha convertido sin buscarlo en la última víctima de una falsa afrenta y en carne de cañón de los rivales que litigan en el país árabe.
Todo comenzó con la entrevista que el astro argentino concedió a un programa de la cadena privada egipcia MBC. Durante el espacio, el futbolista del FC Barcelona cedió unas botas a una subasta benéfica organizada por la emisora. “Una de las cosas a las que se dedica Messi es a participar en actos de caridad por todo el mundo y éstas formarán parte de sus aportaciones”, informó a los telespectadores la presentadora Mona el Sharkaui enseñando a la cámara unas botas rojas y blancas. “Nos ha entregado esto y vamos a usarlo para una subasta. Muchas gracias, Messi”, agregó.
El jugador no abrió la boca pero desde entonces le caen chuzos en la tierra de los faraones, donde -como en todo el mundo árabe- la palabra “gazma” (zapatos, en árabe) tiene un sentido peyorativo al nivel del más grueso de los insultos. En la última década, el gesto de empuñar el calzado; dirigirlo o arrojárselo a alguien ha protagonizado escenas tan célebres como la del periodista iraquí Muntasir el Zaidi -que en 2008 se los lanzó al entonces presidente estadounidense George Bush en una rueda de prensa en Bagdad- o las de los manifestantes egipcios en la plaza Tahrir apuntando hacia los helicópteros de las fuerzas armadas egipcias tras el ocaso de Hosni Mubarak durante la errática transición administrada por la junta militar.
Por esa misma regla se considera un infortunio moverse por casa con los zapatos puestos. Hasta el faraón Tutankamon parecía ver el calzado como icono de gresca. En el inmenso y formidable ajuar hallado en su tumba, se encontró una chancleta de cuero fino que guarda en su delgado esqueleto una representación de los rivales del monarca.En la planta de la sandalia aparecen pintados los enemigos de Egipto. Así, cuando el faraón caminaba con ellas, iba aplastando a sus adversarios.
Nadie advirtió a Messi de la alargada y sensible simbología del calzado. Y las voces egipcias más predispuestas a la controversia han encontrado un filón en el episodio. El presentador y parlamentario Said Hasasin se ha convertido en el más eficaz aprovechando los sermones de su programa de televisión. “Messi, los egipcios somos 90 millones de personas, que tienen orgullo y zapatos. No comemos del dinero del calzado de otras personas. Si hubiera donado su indumentaria del Barcelona a los egipcios, se hubiera aceptado. Pero ¿solo las botas?”, maldijo Hasasin en una de sus intervenciones.
“¿A quienes quieres vender tus zapatos, Messi? ¿Cuánto crees que se conseguirán por ellos? ¿No sabes acaso que la uña de un bebé egipcio vale más que tus zapatos? Quédatelos”, aseveró el político tirando -como de costumbre- de las glorias pasadas. “Es humillante y no lo acepto. Puede que los egipcios no encuentren alimentos pero tienen orgullo. A nosotros, los egipcios, no nos habían humillado tanto durante 7,000 años de civilización”, señaló zapatos en mano tras bromear con la idea de que donaría sus cordones de cuero a “los pobres de Argentina”.
“Que entregue sus botas a su país”
Lejos de dar por zanjado el asunto, el portavoz de la Asociación de Fútbol Egipcia Azmi Megahed se sumó la controversia. “Nuestros pobres no le necesitan. Si lo que intenta es humillarnos, creo que sería mejor que pusiera sus zapatos en su cabeza y en las cabezas de la gente que le apoya… Que entregue sus botas a su país. Argentina está lleno de pobreza”, sugirió el portavoz.
La polémica ha ido escalando a lo largo de esta semana y ha alcanzado de lleno las agitadas aguas políticas del país más poblado del mundo árabe, que en el último lustro ha sido testigo de las revueltas que desalojaron del poder a Mubarak y de un golpe de Estado que desbancó al presidente islamista Mohamed Mursi e inauguró una brutal represión contra cualquier disidencia que ha segado varios miles de vidas y enviado a la cárcel a decenas de miles de personas.
Páginas próximas a los Hermanos Musulmanes -vencedores de todas las citas con las urnas hasta la asonada y catalogados desde entonces como “organización terrorista”- han usado la polémica para burlarse del actual presidente, el ex jefe del ejército Abdelfatah al Sisi. En twitter, la etiqueta “los zapatos de Messi para la gente de Al Sisi” ha originado miles de mensajes y en una página de Facebook en recuerdo de las acampadas islamistas levantadas a sangre y fuego han publicado el siguiente mensaje: “No es solo un insulto a Egipto sino más bien una humillación contra la pandilla de uniformados que asesinó a inocentes y secuestró a Mursi”.
Superada por el vendaval, la presentadora cuyo gesto abrió la puerta a la polémica ha insistido en que se malinterpretó el pasaje. “Messi ni siquiera mencionó a Egipto y yo no declaré que el dinero de la subasta fuera para Egipto. Estoy muy sorprendida de que la gente nos acuse de cosas que ni siquiera dijimos”, relató El Sharkaui. El ex futbolista egipcio Ahmed Mido escribió en su cuenta de Twitter el alegato más sensato hasta la fecha: “Lo más preciado de un escritor es su pluma y lo más preciado de un futbolista son sus botas. Espero que acabemos ya con las falsas acusaciones”.
Fuente:elmundo.es
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