Aunque pertenece más a la Perashá de la semana pasada que a la de esta semana, quiero compartir con los lectores una reflexión sobre la relación entre los qorbanot, las ofrendas que se hacían en el Bet haMiqdash, y Shalom Bayit, la paz y armonía entre marido y mujer.
RABI YOSEF BITON
No es extraño, ni inusual, que la relación entre marido y mujer se compare con nuestra relación con HaShem. Nuestros Jajamim siempre vieron muchos puntos en común entre estas dos relaciones: amor incondicional, fidelidad y dedicación, entre otras cosas. Un libro del Tanaj, Shir haShirim, el que Rabbí Aquibá definió como Qodesh Qodashim, trata exclusivamente de este tema: la relación entre Am Israel y haShem, expresado en una metáfora que describe el afecto entre un hombre y una mujer.
Veamos que podemos aprender de los qorbanot para mejorar nuestra relación matrimonial. Hay varios tipos de qorbanot. Algunos ejemplos: qorbán haTamid, era el sacrificio diario, se ofrecía todos los días del año. Este qorbán, que hoy es reemplazado por las Tefilot de Shajarit y Mjnjá, manifestaba nuestra conexión ininterrumpida con Boré Olam, nuestra inversión de tiempo en la relación más importante. La convivencia entre marido y mujer requiere un esfuerzo similar de constancia y persistencia. Muchas esposas se quejan de un déficit de atención de sus maridos. Particularmente para la mujer, es fundamental sentir que su marido piensa en ella y se dedica a ella. A los hombres nos cuesta entender esto porque para la mayoría de los hombres el nivel de la relación depende más de la “intensidad” de esa relación que de la inversión de tiempo. Me recuerda al peor libro que leí en mi vida, (S. Johnson), “Cómo ser un buen padre un minuto por día”. En nuestra relación con HaShem, con nuestros hijos y con nuestra esposa, un minuto por día no alcanza, por más intensos que estos 60 segundos sean. Cuando nos olvidemos de esta necesidad emocional, recordemos el qorbán haTamid. Y veamos al amor por nuestro esposo o esposa como una planta que hay que regar todos los días, pacientemente.
Otro de los qorbanot que se ofrecían en el Bet haMiqdash era el qorbán Todá, una ofrenda de agradecimiento. Este qorbán era importantísimo. Uno no puede dejar de reconocer y expresar su agradecimiento por lo que HaShem hace por él. De la misma manera, un esposo/a no puede dejar de reconocer, apreciar y agradecer lo que su esposa/o hace por él. En este punto, creo que no hay diferencia entre hombres y mujeres. Todos necesitamos sentir que lo que hacemos es apreciado. Hay pocas cosas que nutren el amor entre una pareja como el reconocimiento y el agradecimiento. Y pocas cosas que dañan nuestra relación como la falta de apreciación. Y tal como ocurre con el qorbán no se trata solo de “saber” que HaShem hizo algo por mí. Lo tengo que “expresar” con un qorbán, o el día de hoy con mis Tefilot. Esto es (o debería ser) muy característico de un Yehudí. La palabra hebrea Yehudí viene de la palabra Toda, que significa “gracias”. El Yehudí es el ser humano que se acuerda más para agradecerle a HaShem que para pedirle. Lo mismo debe ocurrir con nuestro esposo/a.
El más común de los qorbanot era el qorbán de expiación, jatat o asham. Cuando uno comete una transgresión, si lo que hizo fue sin querer o sin plena conciencia, se ofrecía el qorbán jatat, y si se hizo algo mal deliberadamente, se ofrecía el qorban asham. Ahora bien, antes de ofrecer estos qorbanot a HaShem había que corregir lo que hicimos mal: si por ejemplo, robé o dañé a alguien, antes de ofrecer el qorban debía restituir el dinero que robe o pagar por el daño que hice. Y algo más: uno tenía que reconocer y confesar lo que hizo mal. De otra manera, el qorbán no servía como expiación. Reconocer nuestros errores es importantísimo en la relación marido y mujer. ¿Cuáles son las dos palabras más importante en esta relación? ¿” Te amo”, ¡”Qué lindo”! ,”Estás equivocada/o?”. Las dos palabras más importantes son “Me equivoqué”. O “Tenias razón” o “¿Me perdonas? Cuanto más dispuestos estemos a reconocer nuestros errores, que son inevitables en cualquier relación afectiva, más se fortalecerá esta relación. Y si por el contrario, sólo tratamos de justificarnos, defendernos, acusar al otro, y jugar al “Yo no fui”, nuestra relación con nuestra esposa o esposo, así como con Boré Olam, no se fortalecerá.
Nuestros hogares deben ser un Mishkán, un Templo donde servimos a HaShem, y de este servicio también debemos aprender cómo fortalecer nuestro matrimonio.
Fuente:Fuente:halaja.org
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