Discurso del Sr. Rafael Hodara, Representante de la Comunidad Israelita Seferadí y del Comité Central Israelita del Uruguay.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Sr. Canciller Rodolfo Nin Novoa, Ministra de Educación y Cultura Sra. María Julia Muñoz, estimado amigo Cardenal Daniel Sturla, Ud. nos engalana con su presencia. Embajadora del Estado de Israel, Sra. Nina Ben Ami, personalidades ya nombradas anteriormente, Señoras, Señores, Shalom… Bienvenidos todos.
Bienvenidos a este hermoso Templo, hoy parcialmente restaurado, el que pronto retomará el esplendor de otras épocas para convertirse en un centro cultural, en un espacio para conciertos, cursos, conferencias, museo, y exposiciones artísticas.
Por primera vez, en este verano hemos abierto sus puertas para recibir a cientos de turistas de todo el mundo, llevándose de aquí, folletos, fotografías y videos, a sus países de origen.
Y en este Templo Sefaradí… nos convoca hoy, una de las fechas más trágicas del pueblo judío. Fue hace 524 años, cuando los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla después de haber unificado los Reinos, y celebrar la conquista de Granada, deciden crear un único Estado, una única corona y una única religión.
Entonces elaboran aquel monstruoso Edicto en el cual había una única alternativa para los judíos. Solo 4 meses para tomar la peor opción: la conversión o la expulsión.
Nada más traumático. Solo ese plazo mínimo para abandonar una tierra a la que se habían entregado por más de 1500 años.
Solo ese plazo mínimo, para malvender todos los bienes, para aceptar la estafa, para arruinarse económicamente, para salir del arraigo de toda una vida, e ir hacia un tenebroso porvenir buscando algún hueco en el mundo donde se pudieran refugiar.
Se habían instalado allí desde el año 70, cuando el emperador Tito destruye el Segundo Templo de Jerusalem y produjo aquel gran éxodo hacia Sefarad. (España, en hebreo).
Al principio se habían instalado en las ciudades de Toledo, Granada, Córdoba, Tarragona, pero más adelante se distribuyeron masivamente en toda la península Ibérica.
No había cuidad donde no había judíos. Llegaron a ser casi la cuarta parte de todos los judíos del planeta. Eran judíos catalanes, leoneses, asturianos, gallegos, portugueses. Estaban allí, antes que naciera el cristianismo, pero fueron expulsados por los que vinieron después.
En esos 1500 años los sefarditas se formaron. Algunos fueron grandes talmudistas, cabalistas. Otros se constituyeron en grandes comerciantes, médicos, filósofos, astrónomos, financistas. Aportaban sabiduría, nociones en la ciencia. Eran conocedores de varios idiomas, hebreo, árabe, español, portugués, y muchos otros. Así cada uno de ellos contribuía con su esfuerzo a consolidar la construcción social, económica y cultural de toda la Península Ibérica. Nunca fue una casta dominante, pero no había monarca cristiano o musulmán que no contara con un distinguido cortesano judío.
En el año 1391, 100 años antes del Edicto de expulsión, hubo una gran crisis económica. No era nada fácil ir contra el Rey. Era más fácil protestar contra los judíos.
Entonces se ASALTAN las juderías con el objetivo de destruir documentos de préstamos.
Eso fue el inicio… En Sevilla, la orden fue destruir las sinagogas hasta la última piedra y matar al que se resistiera al bautismo. Ese baño de sangre, fue aumentando, y se expandió por toda Andalucía. Se destruyen numerosas juderías. Los judíos mueren a millares, y su muerte, superior a los 10,000, queda impune.
Las sinagogas se convierten en iglesias. Las tumbas en murallas de ciudades. El miedo promueve conversiones masivas. Algunas voluntarias, otras forzosas, y otras falsas… ya que oficialmente eran cristianos, pero seguían practicando el judaísmo a escondidas, y esto fue considerado una herejía para la mentalidad de la época. España necesitaba conservar la pureza de la Religión católica, entonces se promulgaron los ESTATUTOS DE LIMPIEZA DE SANGRE, y en 1480 se creó el macabro TRIBUNAL ESPAÑOL DE LA INQUISICIÓN.
Aun así, esto no fue lo peor. Lo que más daño causó a los judíos fueron las calumnias inventadas en esa época; acusándolos de envenenar el agua, de la peste negra, del asesinato de niños en sus rituales, de tener un pacto con el diablo, y otros cientos de mitos y prejuicios que lograron seducir a los envidiosos e intolerantes. Mitos que fueron repetidos durante siglos, y trasmitidos a otros pueblos cultos de Europa que permitieron transformar la discriminación religiosa en discriminación racial.
Un siglo después de ésta masacre de 1391, en el año 1492, mientras Colon abría las rutas al nuevo mundo de Occidente, en ese mismo año, por otros puertos, los judíos eran obligados a salir llevando hacia Oriente la herencia hispánica.
El descubrimiento del nuevo mundo opacó esta triste historia española. Poco se habla de ella en los textos de estudio. Por eso es nuestro deber recordarla y contarla año a año.
Sabemos muy bien que hoy las cosas son totalmente diferentes. Más aun, por la apertura de la Iglesia Católica a través del Concilio Vaticano II y la promulgación del documento de Nostra Aetate.
Pero esta es nuestra historia de dolor, que hoy la contamos sin rencor. La contamos como una lección que tenemos que seguir enseñando.
Enseñar que debemos trabajar contra el flagelo de la intolerancia, el cual no conoce épocas, y se vale de cualquier poder ya sea institucional, religioso o militar.
Enseñar a estimular el derecho a la divergencia el derecho a convivir con el que tiene diferente color de piel, diferentes pensamientos, maneras, costumbres o religiones.
Y esa enseñanza no pasa solo por los institutos de Educación, sino también por nuestras iglesias, por nuestras sinagogas, y más que nada por cada uno de nuestros hogares.
Y hoy más que nunca es necesario enseñar, porque otra vez se quiere imponer esa estupidez de la mentalidad humana, de pretender unificar la fe y tener el control religioso de toda la sociedad.
Hay quienes sembrando miedo, sin ningún pudor, apelan a su profeta para justificar sus acciones, y en su nombre se hacen decapitaciones, incineraciones, raptan niñas, ejecutan extranjeros. Queman iglesias y matan a sus feligreses. Se inmolan en lugares céntricos de cualquier ciudad, matando e hiriendo personas totalmente inocentes.
Todos nos sentimos vulnerables. Ya no hay ciudad exenta de este peligro. Últimamente sucedió en París, Ankara, Estambul, Bruselas, y días atrás, en un domingo de Pascua, en la ciudad pakistaní de Lahore.
El mundo está consternado. Nuevamente…el mundo se está bañando de sangre… Sangres inocentes que no comprenden cómo se derraman ante bombas y cuchillos asesinos. Cuchillos envenenados de odio, de fanatismo religioso irracional que son capaces de matar a quienes ni siquiera conocen.
Sangres inocentes como la del querido David Fremd, (de bendita memoria) en nuestra dulce y tranquila ciudad de Paysandú.
Era impensable que una cosa así sucediera en Uruguay. Pero no estamos aislados en el mundo, y nuestra sociedad no está lejos de importar esta nueva modalidad de ataque, que es el morir matando, o la otra, el apuñalamiento sorpresivo, como a diario se sufre en Israel.
Lo que pasará con este mundo tan lleno de violencia, nos explicará mejor nuestro invitado de hoy el canciller Nin Novoa.
Pero no puedo terminar mis palabras sin mencionar dos cosas:
PRIMERO. Agradecer a esta bendita República Oriental del Uruguay, a su pueblo, a sus gobernantes, a los políticos de todos los partidos, a todos los medios de difusión y en especial a todo el pueblo sanducero, por las infinitas demostraciones de afecto.
Este es el Uruguay solidario que han conocido nuestros padres, el Uruguay de siempre y el Uruguay que queremos seguir teniendo.
Pero para ello… no debemos bajar los brazos. No podemos permitir otra vez que la historia se vuelva a repetir. Es nuestro deber defender y fortalecer la cultura judeo cristiana, sus valores, sus tradiciones y los fieles del islam deberán entender que no estamos dispuestos a retroceder al oscurantismo de siglos pasados, para aceptar sus leyes y sus costumbres.
Hoy todos nosotros debemos estar orgullosos de participar en un acto como éste. Donde estamos sentados por igual mujeres y hombres, judíos y cristianos, armenios y otras minorías, y personas de varias nacionalidades.
El estar aquí juntos, estamos dando testimonio que hemos apagado las cenizas del odio. Estamos reafirmando que nuestros patrimonios espirituales seguirán vigentes en los cuales predominan la paz fraternal y las respetuosas relaciones, con la pluralidad de ideas que todos los seres humanos solemos tener.
En segundo y último lugar quisiera responder a una pregunta que muchos nos hacen en forma reiterada.
¿Cómo es que después de todo lo que pasó el Judeo-sefaradi, no odia a España? Por el contrario solicitan la nacionalidad española.
La respuesta es que en esos 1500 años en la península Ibérica, fueron muchos más los años de gloria que los de sufrimiento. Y fue esa etapa gloriosa de España la que quedó marcada para siempre en la memoria del pueblo sefaradí.
El edicto expulsión que hoy con angustia recordamos hizo que la diáspora sefaradita quedara dispersa por diversos países del mundo. Países diferentes como Turquía, Inglaterra, Grecia, Holanda, Egipto, pero en todos ellos, los sefaraditas siguieron conservando las mismas costumbres adquiridas en España. Fueron españoles sin patria, como los llamó Ángel Pulido, porque siguieron hablando el mismo idioma judeoespañol, haciendo las mismas comidas, y vistiendo las mismas ropas tradicionales, que habían traído de su tierra natal. Todo ese pasado tan importante, todo ese orgullo por el origen, todo eso fue que los mantuvo unidos como judíos.
Es cierto; somos muchos los que solicitamos la nacionalidad española, aun sabiendo que no vamos a retornar. Aun sabiendo que no se trasmite a descendientes, pero es algo que nos pertenece, es una sensación de que nuestros antepasados han vuelto. Eso es Sefarad para nosotros, una imagen de orgullo y dolor.
Nuestros antepasados, nunca perdieron el amor por España. Siguieron manteniéndola viva en su corazón y cantaban con hermosos recuerdos hacia la tierra que los expulsó. Hay cientos de canciones y poemas sefaraditas que manifiestan ese amor y ese dolor.
Termino leyendo solo uno de ellos muy cortito, y se lo dedico a mis amigos del consulado español que tanto trabajo le estamos dando con este tipo de trámite.
Este antiguo poema dice así:
A ti España bienquerida
nosotros”madre” te llamamos
y mientras en toda nuestra vida
con tu dulce lengua nos quedamos
aunque tú nos desterraste como madrastra de tu seno,
no estancamos de amarte
como santísimo terreno
en el cual nuestros padres dejaron las cenizas
de millares de sus amados.
por ti, España gloriosa, nosotros
amor fiel conservamos.
Muchas gracias.
Fuente:cciu.org.uy
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