La gran intelectual francesa Simone de Beauvoir, en 1948, visitó Ciudad de México, donde disfrutó de dos intensos meses con su amante judío, el escritor estadounidense Nelson Algren.
P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICAS ENLACE JUDIO MÉXICO:
Nelson Algren (Detroit, Mi, 1909) se crió en Chicago, Illinois, en el seno de una familia humilde; hijo de un mecánico sueco convertido al judaísmo y de una judía alemana que tenía una tienda de caramelos. En los años de la Gran Depresión, consiguió ir a la universidad y obtener un título de periodista. Escribió una novela trabajando en una gasolinera y acabó pasando cinco meses en una cárcel, pero después ganó un importante premio, conocío en la fiesta de celebración a la que sería su esposa y durante veinte años, mientras describía sin piedad los bajos fondos de Chicago, tuvo una relación espistolar con la gran intelectual francesa Simone de Beauvoir.
Simone de Beauvoir (Paris, 1908) educada en los mejores centros de la burguesía parisina, aunque en la miseria familiar tras la Primera Guerra Mundial, icono del existencialismo feminista, a los 21 años ya se relacionaba con el entonces también estudiante J.Paul Sartre, con quien mantendría toda la vida una relación sentimental no formalizada, totalmente abierta, en la que tenían cabida tanto hombres como mujeres. No obstante, en la época en que ella estuvo en México, S. de Beauvoir no era aún quien llegaría ser, Premio Goncourt, Premio Jerusalem, etc.
A primeros de 1947 , Simone es invitada como profesora en los Estados Unidos. Nelly Benson (activista social) y Richard Wright (novelista negro a quien ella y Sartre conocieron en París el año anterior) le dicen que, cuando vaya a Chicago, no deje de buscar al escritor Nelson Algren, quien a su llamado acude al elegante hotel Palmer House, el 21 de febrero. Ambos quedan fascinados el uno por el otro.
En agosto de 1947, viaja una vez más a Estados Unidos para reunirse con él. Deciden pasar juntos varios meses y planean un viaje que realizarán en 1948. Fijan una fecha y un itinerario: a comienzos de mayo viajan de Chicago a Cincinatti, de donde bajan por el Mississippi hasta Nueva Orleáns, y de allí parte hacia Centroamérica, para luego visitar la Ciudad de México –así se lo aconsejan Wright y otros amigos
Le gustaron los flamboyanes, las nubes , la frescura de las palmeras y la brevedad de las lluvias. Dan un largo paseo en calandria. Asisten a una pelea de boxeo –afición entrañable para Algren– que le subraya, en comparación con la que acaban de ver en Nueva Orleáns, la diferencia entre los dos países.
Según sus palabras está aturdida por la “orgía de frutas, de dulces sospechosos, de camarones, de frituras, de huaraches, de tejidos de algodón” . ¿VIsitas? Uxmal, Chichén Itzá, Chichicastenango. . . Se instalan en el hotel de Cortés (número 85 de la avenida Hidalgo) Taxco, Cuernavaca, Cholula, Puebla, Teotihuacán. En Ciudad de México visitan la Alameda Central, Xochimilco, Chapultepec, cines y teatros, danzas folclóricas, un salón de baile lleno de putas, un par de corridas de toros, los murales de Diego Rivera en el Palacio Nacional.
El quiere casarse, pero ella le dice que no, a pesar de estar muy enamorada. El sabe que ella nunca dejará a Sartre y que nunca será mujer de un sólo hombre, que es lo que el quiere que sea ella para él. Se separan físicamente y ambos triunfan en sus carreras -ella publica ese año El Segundo Sexo.
En el verano de 1950, Simone viaja a una vez más a Estados Unidos para pasar una temporada con Algren en la casa que él ha rentado en Idaho, a la orilla de un lago. Le dice que ya no la quiere y que piensa casarse nuevamente con su ex-esposa. En lo sucesivo se conservarán solamente como amigos. A esa visita corresponde la singular imagen de Simone de Beauvoir desnuda.
“Me siento desconcertada y avergonzada, pero esta es la única verdad: Te amo tanto como aquél día en que aterricé entre tus brazos decepcionados, es decir, con todo mi ser y mi sucio corazón”, apuntó la filósofa francesa en la misiva, realizada en 1950, en su camino de regreso a París tras visitar a Algren.
Algren murió el día en que Salman Rushdie iba a ir a visitarlo. 1981. Simone de Beauvoir, cinco años más tarde. En su testamento pidió se incenerada con el el anillo que Nelson Algren le había obsequiado al poco tiempo de haberse conocido.
De lo que Beauvoir le escribía
Primero, tengo muchas esperanzas, quiero y necesito demasiado volver a verte… algún día. Pero, recuerda, por favor, yo nunca volveré a pedirte que nos veamos —no por orgullo, que ya sabes que no tengo ninguno cuando estoy contigo, pero nuestro encuentro sólo significará algo si es que tú eres quien desea que nos veamos
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