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domingo 22 de diciembre de 2024

Después de Abbas, el diluvio en la Autoridad Palestina

GRANT RUMLEY Y JONATHAN SCHANZER

Los líderes palestinos en la Margen Occidental se refieren a la ola de terror que está padeciendo actualmente Israel como una haba sha’abiya, o un “estallido popular.” Las imágenes sugieren que la ola de terror es generalizada pero temporal, violenta pero no catastrófica. Es una forma para el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, de reconocer el sentimiento actual del público mientras evita términos como intifada, que connota una campaña a largo plazo con su complicidad.

 li-abbas-mahmoud-rtr2rthbRespaldar actos de violencia mientras se evita la responsabilidad es una cuestión de supervivencia para el anciano Abbas. Los miembros de su partido Fatah están casi amotinados en sus demandas para que él nombre a un sucesor. Su AP está con problemas de liquidez y al borde del colapso en forma perenne. Y su ofensiva diplomática contra Israel en la comunidad internacional está apenas debajo de provocar una represalia de Israel – el único actor verdaderamente capaz de derrocarlo.

Abbas probablemente podrá evitar un levantamiento hecho y derecho. Pero son estos otros factores – la batalla por la sucesión, la crisis financiera palestina, y la campaña diplomática internacional – los que probarán ser mucho más difíciles de controlar para él. Si alguno de ellos se convierte en un punto de irritación, significará agitación tanto para Ramala como para Jerusalem.

¿Quién viene después de Mahmoud Abbas?

Mahmoud Abbas es un fumador de 81 años de edad con dos cirugías coronarias bajo su cinturón. Sus once años como presidente de la Autoridad Palestina (él fue electo para un mandato de cuatro años) ahora sobrepasan a los de su predecesor, Yasser Arafat. Y como Arafat, Abbas se ve como presidente vitalicio. Él no tiene ningún sucesor claro y hasta ahora se ha negado a nombrar uno. Cuando un periodista israelí le preguntó en enero por su plan de sucesión, Abbas insistió en que las “instituciones palestinas” seleccionarían a su sucesor después que él se haya ido.

Aquí está el problema: las instituciones palestinas están en peor forma ahora que cuando murió Arafat en el 2004. La Ley Básica palestina declara que si fallece el presidente en el cargo, el poder iría al presidente del parlamento de la AP por un período de 60 días mientras son preparadas las elecciones nacionales. Eso parecería razonable, excepto que el parlamento ha estado difunto desde el conflicto interno del 2007 entre Fatah y Hamás (que dejó la Margen Occidental bajo el control de la AP dominada por Fatah y a la Franja de Gaza bajo Hamás). Complicando más esta cuestión está el hecho de que, si Abbas fuera a fallecer hoy, sus poderes caerían en el último presidente electo del parlamento: Aziz Dweik, de Hamás.

Que el probable plan de sucesión palestina eludiría la Ley Básica y recuerda más al proceso del cónclave del Vaticano no es ninguna coincidencia. Abbas ha erradicado los brotes verdes de la democracia palestina durante la década pasada, haciendo virtualmente imposible que cualquier rival lo desafíe en la escena política.

Como muchos de los otros autócratas regionales, Abbas parece creer que nombrar a un sucesor sólo alentaría a sus enemigos. Pero esto no ha impedido que los enemigos se levanten. La mayor amenaza para Abbas en este momento es Mohammad Dahlan, el una vez protegido de Arafat y ex jefe de las fuerzas de seguridad de la AP en Gaza, Dahlan estuvo a cargo cuando la AP perdió Gaza ante Hamás en la breve pero sangrienta guerra civil del 2007. Abbas colgó esa derrota alrededor de su cuello, exiliándolo en el 2011. Desde entonces, Dahlan ha estado radicado en los Emiratos Árabes Unidos, actuando como un asesor del príncipe de la corona de Abu Dhabi. Dahlan está planeando ahora su retorno. Él critica el estilo de gobernar de Abbas en toda oportunidad, y concentra a los aliados de los países árabes vecinos para que debiliten al líder palestino.

Las actividades de Dahlan parecen reforzar la necesidad de Abbas de tomar medidas drásticas contra todos los posibles retadores. Él ha arrestado a periodistas por informar sobre la corrupción, a los jefes de los sindicatos de comercio por desafiar a la AP, y todos los días a ciudadanos palestinos por comentarios en Facebook que él considera controvertidos. Un grupo palestino de derechos civiles, MADA, estimó que los ataques de la AP contra periodistas se duplicaron de 54 en el 2014 a 110 en el 2015. Un prominente profesor palestino apareció en la televisión palestina en enero de este año e insinuó que Abbas debe ser ejecutado por traición. Dos días más tarde fue arrestado por la AP.

Cuando Yasser Abed Rabbo, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), criticó el estilo de gobierno autocrático de Abbas a mediados del 2015, Abbas lo echó y lo reemplazó con uno de sus leales, Saeb Erekat. Cuando los miembros de la OLP se negaron a respaldar esta medida, los hizo a un lado. Es por esta razón que los miembros del partido Fatah de Abbas han estado exigiendo que él nombre un sucesor en la próxima conferencia del partido. Pero Abbas ha pospuesto la conferencia del grupo desde el 2014.

Lamentablemente, el Departamento de Estado de EE.UU. se niega a abordar el desafío de la sucesión por temor de enojar a Abbas. Como resultado, el próximo líder palestino es casi seguro que ascienda sin una votación significativa del pueblo palestino. Aún queda por verse si el intranquilo pueblo palestino estará satisfecho con su próximo líder. En la era de la Primavera Árabe no es difícil imaginar agitación en respuesta a una selección impopular.

¿Colapsará la Autoridad Palestina?

Con la salida esperada de Abbas en los próximos meses o años, se ha vuelto un lugar común que los analistas proclamen muerta o moribunda a la AP. Pero es imposible decir exactamente cuanta vida le queda al organismo paraestatal. Lo que está claro es que acaba de conmemorar el 22° año de lo que fue ideado para ser una fase de cinco años, y está debilitándose en forma progresiva. La corrupción es endémica, la legislatura ha estado difunta por cerca de una década, y el Primer Ministro Rami Hamdallah se queja regularmente de ayuda internacional menguante. Las encuestas en septiembre del 2015 mostraron que más de la mitad de todos los palestinos estaban en favor de desmantelar la AP.

Para mantener el control de la Margen Occidental, Abbas depende de la rama de la AP todavía funcionando en un alto nivel: el aparato de seguridad. Los servicios de seguridad han ayudado a repeler los avances de Hamas en la Margen Occidental a través de arrestos y operativos, previniendo así una captura similar a cuando Hamás capturó Gaza en el 2007. Por esa razón, Israel está inmersa profundamente en el éxito de los servicios de seguridad. De ahí que durante la reciente ola de ataques terroristas Abbas ha mantenido la coordinación de seguridad de la AP con Israel, autorizando a veces operativos conjuntos con el ejército israelí contra potenciales terroristas en la Margen Occidental. El jefe de los espías de la AP, Majid Faraj, dijo a Defense News en enero que la AP había detenido con anticipación más de 200 ataques terroristas contra israelíes. Abbas ha ido más lejos, diciendo a los periodistas en el 2014 que la coordinación de seguridad con Israel era “sagrada” para los palestinos.

El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu dijo en una reciente reunión de gabinete que es improbable que Abbas desmantele la AP, pero que esta podría todavía colapsar debido al sistema político. El escenario de pesadilla tanto para Netanyahu como para Abbas es uno en el cual las frustraciones cisjordanas finalmente provoquen que los palestinos salgan a las calles para protestar no contra Israel, sino contra Abbas. La Margen Occidental estuvo cerca de tal situación en julio del 2014, cuando entre 10,000 a 25,000 palestinos marcharon desde Ramala al puesto de control de Qalandiya cerca de Jerusalem para protestar por la guerra en Gaza. Fue la protesta palestina más grande en al menos una década, y aunque fue apoyada en parte por el partido Fatah de Abbas, se decantó rápidamente a gran escala que Abbas luchó por controlar.

Abbas y la AP no han permitido una protesta similar desde entonces, en gran parte porque saben que la próxima podría dar la vuelta y regresar a Ramala. Los líderes palestinos reconocen en silencio esta preocupación, y observan con nerviosismo mientras la legitimidad de la AP continúa su caída.

El Futuro de Palestina 194

Para desactivar las críticas agudas lanzadas contra él y su gobierno fallido, Abbas ha duplicado la apuesta sobre lo que ahora se conoce como “Palestina 194” – una campaña diplomática internacional de cinco años contra Israel.

Aunque mucha de la campaña hasta ahora se ha enfocado en declaraciones más bien inútiles de independencia y acceso a organizaciones internacionales poco conocidas de las Naciones Unidas, la campaña está dando un nuevo giro. Los palestinos ahora están enfocados en convocar una conferencia internacional para abordar el conflicto israelí-palestino.

Aunque esto puede sonar benigno, no lo es – al menos, no para Israel. Los palestinos quieren que esta conferencia obligue a Israel a una serie de parámetros, sugeridos por los palestinos y ejecutados por la comunidad internacional, para sentar las bases y acelerar el cronograma para el establecimiento de un estado palestino. Como una colección de funcionarios de alto rango de Fatah y la AP defendieron el año pasado, una “ruta internacionalizada” aseguraría “que cualquier negociación futura desempeñe el rol de implementar lo que ya ha sido respaldado internacionalmente.”

Para entender por qué los israelíes están nerviosos por esto, es instructivo considerar el acuerdo nuclear profundamente defectuoso alcanzado el verano pasado entre los negociadores internacionales de las P5+1 e Irán. Ese acuerdo dejó vulnerable a Israel y a Irán considerablemente más fuerte. De ahí que cuando el funcionario de alto rango de Fatah y ex negociador de la paz Mohammad Shtayyeh pidió una conferencia en noviembre pasado, él mencionó en forma específica las negociaciones nucleares: “Si hubo una Conferencia en Ginebra para Irán, con la exitosa fórmula 5+1,” argumentó Shtayyeh, “¿por qué no debe haber una conferencia internacional para Palestina?”

Mientras los palestinos buscan tal conferencia, continúan considerando otros elementos de la campaña Palestina 194. Por ejemplo, se unieron a la Corte Penal Internacional (CPI) el año pasado, con la intención de demandar a los israelíes por crímenes de guerra, pero han estado atascados en el purgatorio legal desde que se unieron al organismo internacional. La CPI puede haber tenido éxito en preocupar a los funcionarios israelíes, pero cualquier fallo sobre construcción en asentamientos, por ejemplo, es improbable que salga durante muchos años, e incluso entonces, es difícil ver cómo un fallo podría allanar el camino a un estado palestino.

No obstante, Abbas y los palestinos ven una oportunidad dorada para la campaña Palestina 194 en el último año de la presidencia de Barack Obama. El presidente ha sido simpático con los palestinos a lo largo de su presidencia, y aún parece estar trabajando en los márgenes para apoyar la campaña Palestina 194. Por ejemplo, él mejoró de categoría la embajada de la OLP en Washington en medio de declaraciones de independencia palestinas en las Naciones Unidas, y ha criticado públicamente a Israel por la construcción en asentamientos. Mahmoud Abbas sabe que con Washington menos inclinado a proteger a Israel de sus campañas, y con la ONU y la UE firmemente de su lado, hay oportunidades para el progreso. No está claro qué logrará exactamente. Pero el próximo gobierno estadounidense, republicano o demócrata, casi seguramente será menos simpático hacia su campaña.

Conclusión

Hay muchas opciones para que los elaboradores de políticas estadounidenses e israelíes eviten las crisis de más arriba. Primera y principal sería exigir que Abbas nombre un sucesor, sea un miembro adjunto de su partido Fatah o un vicepresidente. Tal medida podría incurrir en la ira de sus rivales políticos en la Margen Occidental y Gaza, y ciertamente no ayudaría a la causa de la democracia, pero tampoco permitiría que Estados Unidos e Israel se preparen para una fase de transición. Si Abbas va a fallecer repentinamente sin un sucesor claro, es más probable una lucha de poder violenta que una repetición de la transición relativamente suave después que murió Arafat en el 2004.

Trabajar para asegurar una transición suave en la era pos-Abbas va mano a mano con impedir el colapso de la Autoridad Palestina. Estados Unidos e Israel tienen muchas medidas de recursos tradicionales a su disposición pata detener tal colapso. La primera es reforzar la economía palestina, la cual ha sido largamente dependiente de Israel para el crecimiento, en formas que no debilitan la seguridad de Israel. La segunda área para enfocarse debe ser revitalizar la estancada sociedad civil palestina. Los años de decadencia de la presidencia de Abbas lo han visto expulsar a los reformistas (Primer Ministro Salam Fayyad) y figuras políticas independientes (Yasser Abed Rabbo), mientras erosionaba la independencia de periodistas y el poder judicial. Encontrar formas de inyectar nueva vida en el espacio político e instituciones claves recorrerá un largo camino en aminorar la presión sobre la Autoridad Palestina.

Contrarrestar la campaña Palestina 194 requerirá creatividad similar. Lo que comenzó como un “Plan B” periférico en el caso que fracasaran las negociaciones de paz se ha transformado en el “Plan A.” Desde los aliados de Abbas en Fatah a sus rivales en grupos como Hamas, atacar a Israel en la escena mundial recibe apoyo casi unánime. Tales medidas ya llegan a un precio. El Congreso ya ha castigado a los palestinos por muchas medidas diplomáticas que ellos han tomado. Pero también será importante proporcionar al pueblo palestino un sentido claro de qué pasos de construcción de estado son bienvenidos.

La administración Obama, sin embargo, ha demostrado poca voluntad de dedicar capital político en la política palestina en el último año de su mandato, y los políticos israelíes prefieren la casi estabilidad relativa del mandato de Abbas al potencialmente inestable proceso de reforma a largo plazo. Pero es del interés de Estados Unidos, Israel, y los palestinos comenzar una revitalización que no sólo encare a los líderes intransigentes, sino que inyecte alguna vitalidad en las instituciones cisjordanas. Sólo entonces, con líderes nuevos y un sentido renovado de apertura política, estarán dadas las condiciones para hacer la paz con Israel.

Fuente: inFOCUS Quarterly

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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