EVELYN GORDON
Esta semana sucedió algo verdaderamente sorprendente: Un funcionario de la O.N.U. nombró públicamente a Hamás por “robar a su propio pueblo y sumarlo al sufrimiento de los palestinos en Gaza.” La parte asombrosa es que alguien de la O.N.U. realmente se molestara en comentar. Generalmente, los funcionarios internacionales prefieren ignorar tales actos ilícitos, para que admitirlo no recorte su reclamo que el sufrimiento palestino es culpa de Israel. Pero exacerbar el sufrimiento palestino es de hecho práctica estándar tanto para Hamás como para la Autoridad Palestina, como quedó demostrado por muchos informes de medios de comunicación de las últimas dos semanas.
El incidente que indignó a Nickolay Mladenov, el coordinador especial de la O.N.U. para el proceso de paz del Medio Oriente, salió a la luz el viernes pasado cuando Israel suspendió envíos de cemento al sector privado de Gaza. Un alto funcionario de Hamás había estado confiscando partes considerables de esos envíos para el uso propio de la organización–o sea, para construir túneles con los cuales atacar a Israel. Incautando el cemento asignado para el sector privado, Hamás estuvo violando los términos establecidos por los donantes internacionales, quienes están financiando la reconstrucción de Gaza después de la guerra del 2014 entre Hamas e Israel. Además, como señaló Mladenov el lunes, este cemento es necesitado en forma crucial para reconstruir las casas dañadas o destruidas en esa guerra y “permitir proyectos muy necesarios de infraestructura y desarrollo” en la Gaza empobrecida, donde la tasa de desempleo estuvo en el 38.4% en el cuarto trimestre del 2015. De ahí su raro estallido contra Hamás.
Pero la crisis actual del agua en Gaza no ha provocado tal pasión. Como destacó la periodista Amira Hass de Haaretz diez días antes que fueran suspendidos los envíos de cemento, una friolera del 95% del agua corriente en Gaza ya es intomable debido al excesivo bombeo. La O.N.U. prevé daño irreversible para el acuífero para el año 2020. Como argumentó Hass correctamente, la forma más rápida y barata de resolver la escasez de agua de Gaza sería comprar más agua a Israel, pero la AP rechaza esta solución. En cambio, está trabajando con los donantes internacionales para construir una planta de desalinización, la cual no estará lista durante años.
La razón oficial para esta decisión es un deseo de reducir la dependencia palestina de Israel. Pero como señaló Hass, quien no puede ser acusada de sentimiento pro-Israel, la AP “no tiene ningún problema en comprar más agua de Israel para la Margen Occidental – 50 millones de metros cúbicos anualmente, el doble de lo que se especifica en los Acuerdos de Oslo.” Por lo tanto, escribió ella, la razón real de la AP aparentemente radica en otro lado:
Teme que el gobierno de Hamás no se molestará en pagar las facturas del agua, como ha sucedido con la cuenta de la electricidad. Israel entonces deducirá lo que es debido directamente de los derechos aduaneros que recolecta para la AP y transfiere a Ramala. Una vez más, el pueblo palestino está atrapado por la disputa entre Fatah y Hamás.
En resumen, Gaza está sufriendo una crisis humanitaria completamente prevenible debido a que los dos gobiernos rivales de los palestinos no pueden concordar en quien debe pagar por más agua. Pero el silencio internacional ha sido ensordecedor.
El mismo día que apareció la columna de Hass, Israel Hayom informó sobre el abandono de un centro de negocios israelí-palestino localizado en el cruce entre las secciones controladas por palestinos e israelíes de la Margen Occidental. El centro se suponía que facilitaría los negocios entre israelíes y palestinos ofreciendo un lugar donde los empresarios podrían reunirse sin que los palestinos tengan que pasar por la burocracia de obtener un permiso para ingresar a Israel.
Uno podría pensar que esto es algo que la AP quisiera alentar. Después de todo, la Margen Occidental necesita más oportunidades de negocios; su tasa de crecimiento en el cuarto trimestre del 2015 fue un anémico 1.0%, y su tasa oficial de desempleo estuvo en el 18.7%. Además, Israel es un lugar lógico para buscar tales oportunidades. Ya es el socio comercial principal de la AP y el único de sus vecinos con una economía desarrollada.
En su lugar, el centro ha estado cerrado desde que comenzó en octubre del 2015 la ola de ataques palestinos con puñal – no porque Israel lo cerrara, sino porque la AP prohibió a los palestinos ir allí. Presumiblemente, habiendo pasado los meses previos arrojando difamaciones viles tales como que Israel estuvo cometiendo “genocidio” y que los judíos estaban “profanando” la mezquita Al-Aqsa con sus “pies sucios”, el presidente de la AP, Mahmoud Abbas tuvo para mostrar que él estaba trabajando para impedir la “normalización” con un país tan terrible como para aplacar a los matones anti-normalización que tratan rutinariamente de cerrar toda forma de cooperación israelí-palestina; desde conferencias del sector privado sobre coexistencia a franquicias palestinas de cadenas de ropa israelíes.
Cerrar el centro no dañó a Israel, cuya economía no es dependiente de los palestinos; principalmente dañó a los mismos palestinos, quienes necesitan los empleos que podrían proporcionar las empresas conjuntas israelíes-palestinas. Pero una vez más, la comunidad internacional no tuvo nada que decir.
Los ejemplos anteriores — y hay otros incontables — son importantes aun si tu culpas (equivocadamente) enteramente a Israel por la falta de un estado palestino, porque ellos muestran que aun si Israel abandonara la Margen Occidental mañana, eso resolvería muy pocos de los problemas de los palestinos. Una retirada israelí no haría que Hamas deje de robar el cemento a su pueblo; no terminaría la disputa entre la AP y Hamas por quien debe pagar las cuentas palestinas del agua, y no impediría que la AP impida la actividad empresarial de su pueblo.
De ahí que cualquiera que quiera realmente ver surgir un estado palestino en funcionamiento sería mucho mejor que se enfoque menos en una retirada israelí inmediata y más en mejorar la gobernancia palestina. De otra forma, basada en el historial tanto de la AP como de Hamas a la fecha, cualquier estado palestino que surgiera sería apenas otro estado árabe fallido. Y otro estado árabe fallido es lo último que el mundo necesita en este preciso momento.
Fuente: Commentary
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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