El discurso de los clérigos saudíes y las consecuencias para la seguridad global

DAVID DAOUD, DAVID ANDREW WEINBERG

La reunión del miércoles del Presidente Barack Obama con el Rey Salman de Arabia Saudita va a ser seguida por una cumbre el jueves con los monarcas del Golfo Árabe para discutir la cooperación contra el terrorismo y otras amenazas regionales. Central para estas campañas es una promesa que hicieron los saudíes y otros miembros del Consejo de Cooperación del Golfo hecha en el año 2014 para ayudar a combatir al Estado Islámico repudiando la ideología que apuntala a los grupos extremistas violentos. Los funcionarios estadounidenses tienen razones para cuestionar el compromiso de Riad.

Bajo el Rey Salman, Arabia Saudí ha anunciado algunas restricciones en su policía religiosa, que aplica–a veces con fuerza brutal–leyes de moralidad tales como códigos de vestimenta y segregación de género. Pero el gobierno en Riad continúa abrazando y promoviendo a clérigos que esbozan opiniones que molestarían a muchos en los Estados Unidos.

El Rey Salman en persona entregó un premio de una fundación prominente por “servicio al Islam” el mes pasado a Saleh bin Humaid, un miembro del más alto consejo estatal de predicadores estatales. Un ex jefe del principal organismo judicial saudí, el clérigo es un imán en la Gran Mezquita en Mecca, el sitio más santo en el Islam.

Saleh bin Humaid es considerado un moderado relativo dentro del establishment religioso del reino. Pero algunos de los mensajes que incluso él ha pronunciado son profundamente intolerantes para los estándares estadounidenses. Él, por ejemplo, ha proclamado que es la “naturaleza” del pueblo judío “conspirar contra los pueblos del mundo, permitir la usura, promover la inmoralidad y comer ilegalmente la riqueza de la gente.” En marzo él solicitó un ajuste de cuentas del día del juicio final que “rompería la cruz” de la Cristiandad y reimponga la jizya, un impuesto que subordina a los no musulmanes como ciudadanos de segunda clase.

El día que el Presidente Obama llegó a Arabia Saudita en el 2014, Saleh bin Humaid dio un sermón en la Gran Mezquita–impreso por el servicio noticioso estatal oficial–con pronunciamientos que incluyen que la homosexualidad “despoja al hombre de su humanidad” y hace a los seres humanos “más bajos que bestias.” La semana pasada él terminó su sermón del viernes en la Gran Mezquita con un rezo por la intervención divina contra los “judíos usurpadores y ocupantes.”

Estados Unidos está buscando socios que hagan contribuciones significativas en la lucha contra el Estado Islámico. En septiembre del 2014, una portavoz del Departamento de Estado dijo que una “parte clave” de la coalición contra el ISIS involucra a “las voces musulmanas moderadas en la región”; es gente como el Gran Mufti de Arabia Saudita poniéndose de pie y diciendo que este grupo no representa al Islam.” El gran mufti, sin embargo, ha llamado a la destrucción de todas las iglesias cristianas en la Península Arábiga y alentó el matrimonio de niñas tan jóvenes como de 10 años de edad.

Arabia Saudita continúa proporcionando una casa a los canales satelitales salafistas en los cuales los invitados dicen cosas tales como “los judíos son realmente los enemigos de la Humanidad.” El gran mufti del reino ha sido un invitado muchas veces en uno de tales canales.

En enero, un imán nombrado por el monarca en la Gran Mezquita en Mecca proclamó que hay una “alianza de safávidas con los cristianos y los judíos contra los musulmanes.” Esta creencia que el Islam es amenazado por una alianza de cristianos, chiíes y judíos ha sido pronunciada también por un miembro de su principal consejo clerical. Los miembros de ese consejo y el gran mufti criticaron al Estado Islámico después que los actos brutales del grupo provocaron preocupación global en el año 2014, pero muchos de estos predicadores también han hecho comentarios públicos acerca de los no musulmanes que debilitan la efectividad de esta iniciativa ideológica.

Los mensajes religiosos que promueve Arabia Saudita en casa y en el exterior tienen consecuencias para la seguridad internacional, ya sea ayudando a radicalizar a los musulmanes en lugares tales como Bélgica o a través de material intolerante en libros de texto oficiales. No es un gran salto de absorber la prédica sobre el odio a los infieles a obedecer los llamados de los extremistas a perpetrar la violencia contra tales minorías. En tanto Arabia Saudita abraza a los clérigos que enseñan la intolerancia hacia “el otro”, seguirá siendo un incendiario tanto como un bombero en la lucha contra el terrorismo.

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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