Venecia: 500 años del primer gueto del mundo

IRENE HERNÁNDEZ VELASCO

Venecia conmemora los 500 años de la instauración del primer espacio de confinamiento para los judíos con un amplio programa de actividades culturales

Imagen de la exposición ‘Venecia, los judíos y Europa – 1516-2016’. ARCHIVO HISTÓRICO DE VENECIA

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Hace 500 años, exactamente el 29 de marzo de 1516, el Senado de la Serenissima República de Venecia aprobó un decreto estableciendo que “los judíos debían vivir todos reunidos en una misma zona” y alejados del “corpore civitatis”, del cuerpo de la ciudad. El lugar que se eligió para confinarlos y segregarlos fue un terreno en el distrito de Cannaregio, apartado de los centros de poder (léase de la Plaza de San Marco, del Arsenal, de San Pietro di Castello…) y conocido como ghetto porque tiempo atrás había acogido una fundición de metal, un getto en dialecto véneto. Ostenta, pues el dudoso honor de que su nombre se haya convertido en sinónimo de segregación.

Los judíos solo podían abandonar ese recinto durante las horas diurnas y únicamente llevando un gorro de color amarillo que les distinguiera como hebreos. Desde la medianoche hasta el alba estaban obligados a permanecer encerrados en ese perímetro, cuyas dos únicas puertas de acceso eran férreamente custodiadas por guardias cristianos a los que la propia comunidad hebrea estaba obligada a pagar.

El de Venecia fue el primer gueto de la historia de la humanidad y se mantuvo durante casi tres siglos, hasta que en 1797 las tropas de Napoleón dieron fuego a sus portones y pusieron fin al confinamiento de los hebreos que vivían allí encerrados.

Para que no se olvide todo eso y para llamar la atención sobre los varios y nuevos guetos (mentales y físicos) que hoy siguen existiendo, Venecia rememora estos días con un amplio programa de actividades culturales estos los cinco siglos de historia ignominiosa.

Sección de una casa del gueto-ARCHIVO HISTÓRICO DE VENECIA

“Se trata de una conmemoración, no de una celebración”, subraya Barbara Del Mercato, miembro de Los 500 años del Gueto de Venecia, el comité hebreo de la ciudad de los canales con motivo de tan significativo aniversario. “Obviamente no se trata de festejar. No hay absolutamente nada que celebrar. ¿Qué vamos a celebrar? ¿Que nos segregaban? Pero sí que es una buena ocasión para reflexionar”, apostilla Giuseppe Balzano, miembro de Beit Venezia, una asociación independiente que se dedica a promover el pensamiento, el arte y la cultura judías.

Los actos conmemorativos arrancaron el pasado 19 de marzo con un concierto en el teatro la Fenice de Venecia dirigido por el israelí Omaer Meir Wellber en el que se interpretaron piezas de Mahler, un compositor judío de nacimiento que se tuvo que convertir al catolicismo para poder ser director de la Ópera de Viena y cuya música, según Leonard Bernstein, representaba la quintaesencia del espíritu hebreo.

Y eso fue solo el principio… Shylock, el judío veneciano más famoso del mundo gracias a la obra de William Shakespeare El mercader de Venecia (1596-1598), cobrará vida por primera vez en el escenario donde transcurre su historia: el gueto de Venecia, una zona fascinante donde aún hoy se alzan los pórticos que cada medianoche clausuraban el área y donde se encuentran los edificios más altos de toda Venecia: como sus habitantes no podían expandirse a lo ancho, lo hicieron a lo alto. La obra nunca antes se ha representado en el gueto por motivos obvios: el estereotipo de Shylock recoge los peores atributos que el imaginario popular otorga a los judíos. Pero, coincidiendo con el 400 aniversario de la muerte del Bardo inglés, el gueto acogerá en primicia absoluta varias presentaciones. Será del 26 al 31 de julio, nada menos que en el Campo del Ghetto Nuovo, el corazón del barrio.

Además, el Palacio Ducal de Venecia inaugurará el próximo 19 de junio una importante exposición bajo el título Venecia, los judíos y Europa, 1516-2016, que buceará en la importante, larga y fructífera relación de los judíos con Venecia, el área mediterránea y Europa.

No deja de resultar irónico que el Palacio Ducal de Venecia, de donde salió el decreto para confinar a los judíos, les rinda ahora homenaje. Aunque también es verdad que la decisión de la Serenissima de crear el gueto tuvo lugar en un momento de crisis e inestabilidad económica. Mientras España optaba en 1492 por la expulsión de los judíos, Venecia -muy a la italiana- decidió excluir y a la vez incluir a los hebreos, cuyos servicios y dinero necesitaba.

Interior de una de las sinagogas. Foto: Paola Baldari

Porque buena parte de los judíos eran, como Shylock, prestamistas que se dedicaban a esa actividad tras ver cómo les cerraban en la cara las puertas de otros trabajos: desde la Edad Media habían sido expulsados paulatinamente de la mayoría de los gremios, apartados de las profesiones liberales e impedidos a poseer bienes inmuebles. Así, los habitantes del gueto se ganaban el pan fundamentalmente como vendedores de ropa usada, médicos y prestamistas. La usura era considerada “pecado” por la religión católica, pero como para la Iglesia los judíos eran “almas impuras” tanto daba…

El gueto veneciano, aun siendo ignominioso, atrajo sin embargo a numerosos judíos que buscaban un lugar seguro donde vivir. De hecho, durante el Renacimiento y hasta el siglo XVII aquí confluyeron judíos procedentes deAlemania, Italia, España, Portugal, del Imperio Otomano… Un decreto del 2 de junio de 1541 abrió por ejemplo las puertas del gueto a los llamados levantinos, los judíos españoles expulsados que se convirtieron en súbditos del imperio otomano. Los ponentinos (los sefarditas que se habían convertido al cristianismo para evitar su expulsión pero continuaban practicando la religión judía en la clandestinidad, por lo que eran perseguidos por la Inquisición) fueron acogidos a partir del 1589, donde se unieron a los levantinos. En el siglo XVI eran ya unos 5.000 los judíos que vivían en el gueto.

Cartel de gueto. Foto: Paola Baldari

Davide Curiel, de 56 años, es descendiente de uno de esos judíos españoles, como proclama su apellido. “Y sí: comparado con lo que nos hizo España, Venecia nos trató infinitamente mejor. No me malinterprete: nos obligó a vivir aquí, segregados y discriminados, y eso es espantoso, pero en el gueto los judíos disfrutábamos de bastante libertad y podíamos practicar libremente nuestra religión, como lo demuestran las cinco sinagogas que hay en la zona”, señala desde el mostrador de la tienda de souvenirs judíos que posee en la Plaza del Gueto, junto al museo hebreo. Porque el gueto, habitualmente ninguneado por los turistas que acuden a Venecia, se ha convertido en los últimos años en una meta de peregrinaje para miles de hebreos.

“¿Nos hace una foto? Estamos de luna de miel, nos acabamos de casar”, nos pide en pleno centro del gueto una pareja procedente de Israel. Él lleva la kipá negra, el pantalón negro y la camisa blanca, el uniforme distintivo de los judíos ortodoxos, como otros muchos de los turistas que pululan por la zona. “Para un judío, la visita al gueto de Venecia es importante. Un hebreo viene antes aquí que a visitar la plaza de San Marcos o el Puente de los Suspiros”, asegura Davide Curiel. Lo atestiguan los varios negocios de souvenirs típicamente judíos que han florecido en el gueto en los últimos años. O el restaurante Kosher que ha abierto sus puertas. O la panadería del barrio, que anuncia la especialidad: “Dulces judíos”.

El gueto, a pesar de todas las restricciones que sufría, tuvo una floreciente vida cultural. La prueba es que de allí salieron obras de importantes intelectuales como Leon Modena, Sara Copio Sullam o Simone Luzzatto. El mismísimo Enrique VIII de Inglaterra se dirigió a los estudiosos del gueto en busca de argumentos religiosos sobre los que sustentar su divorcio de Catalina de Aragón. Y en Venecia se imprimió entre 1520 y 1523 el primer Talmud (principal libro del judaísmo) de la historia. No lo imprimió ningún judío, porque no se les permitía trabajar como impresores. Fue un avispado católico que vio que allí había negocio: Daniel Bomberg. La tercera parte de todos los libros hebreos impresos en Europa hasta 1650 lo fueron en Venecia.

“No hay que confundir el gueto de Venecia con el de Varsovia. El gueto de Venecia, aunque segregaba a los judíos, era un lugar de vida. El gueto de Varsovia era un lugar de muerte”, sentencia Giuseppe Balzano.

El canal de los Marranos, Venecia. Archivo Histórico de Venecia

Con la gran epidemia de peste que sufrió Venecia en 1631, comenzó el declive de la Serenissima y también el de su comunidad judía. La epidemia se llevó por delante a un millar de los 5.000 hebreos que vivían en el gueto. Pero lo peor aún estaba por llegar…

Cuando en 1938 Mussolini promulgó las leyes raciales, en toda Venecia vivían 1.670 judíos. El 9 de septiembre de 1943 las tropas alemanas tomaron el control de Mestre y de Venecia, por lo que a partir de ese momento las leyes raciales fueron interpretadas bajo el prisma nazi de la “solución final”. Y todos sabemos lo que eso significaba. Desde luego, lo sabía muy bien el presidente de la comunidad judía veneciana, Giuseppe Jona, quien ocho días después del desembarco de los nazis en Venecia, el 17 de septiembre de 1943, se suicidó tras negarse a entregar a los alemanes la lista de miembros pertenecientes a la comunidad hebrea que estos le reclamaban.

Su gesto fue en vano. De los 8.000 judíos italianos deportados por los nazis a campos de concentración, al menos 200 eran venecianos o procedentes de Venecia, incluido el rabino jefe de Venecia, Adolfo Ottolenghi. De todos ellos solo regresaron a casa ocho.

Puerta de entrada al gueto de Venecia. Foto: Paola Baldari

Un monumento al Holocausto en la plaza del gueto de Venecia recuerda aquellos días trágicos. Y la garita militar situada en un lateral de esa misma plaza y donde desde hace años se dan turno un par de soldados demuestra que el antisemitismo sigue campando a sus anchas hoy en día: el gueto está considerado “objetivo sensible” de un posible ataque terrorista.

El museo hebreo, también en la Plaza del Gueto, está de obras: está instalando undetector de metales en su entrada. Y la vida social y religiosa del puñado de judíos que aún viven en el gueto (una veintena, de los 400 que se cuentan en toda Venecia) se desarrolla fundamentalmente de puertas para adentro, sobre todo por motivos de seguridad.

El cementerio de los judíos

En el gueto de Venecia vivían los judíos. Pero, ¿dónde descansaban sus muertos? Lo hacían en un terreno de media hectárea en la isla del Lido. Después de una fuerte controversia con unos monjes benedictinos que tenían un convento próximo, en 1389 las autoridades venecianas dictaminaron que los judíos podían disponer de ese pedazo de tierra para sepultar a los suyos. Al año siguiente, incluso se les permitió construir una empalizada para proteger el lugar y evitar las numerosas profanaciones de las que eran objeto las tumbas. Los judíos seguían, eso sí, teniendo que soportar los insultos y vilipendios que los católicos les dedicaban cuando transportaban a sus muertos en barca hasta el cementerio del Lido, y que tenían lugar sobre todo cuando la embarcación fúnebre pasaba bajo el puente de San Pietro di Castello. A petición de la propia comunidad judía, en 1688 se abrió un canal alternativo para poder ir desde el gueto hasta el cementerio hebreo del Lido. El canal fue llamado el canal de los judíos.

Fuente: El Mundo – Edición: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.