El mito de los asentamientos judíos: desenmascarando un proyecto racista

IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – ¿Cuántas veces no hemos escuchado la frase de que “los asentamientos judíos en Cisjordania son un obstáculo para la paz”? La repiten palestinos, europeos y la administración Obama por igual. Incluso –a juzgar por las reacciones internacionales– pareciera que construir nuevas casas en los asentamientos es más agresivo, nocivo y peligroso que los atentados terroristas palestinos, porque la ONU, la Unión Europea y John Kerry no opinan nada cuando un palestino se detona a sí mismo en un autobús en Jerusalén; pero que no se le ocurra a Netanyahu decir que se construirán unas casas más, porque entonces la perorata no termina: “oh, Israel no quiere la paz y sus políticas en los asentamientos son un estorbo…”.

¿Cuál es el problema?

Se supone que no es difícil de explicar: hay un territorio donde se supone –eventualmente– se creará un Estado Palestino, y la presencia de colonias judías –con sus respectivos colonos judíos– son un golpe directo contra ese proyecto, porque implica que se le está quitando ese espacio a los palestinos.

Eso en cuanto a lo que concierne al futuro. Respecto al presente, surgen otros problemas de allí: debido a las tensiones entre israelíes y palestinos, el ejército de Israel tiene que encargarse de la seguridad de esas colonias o asentamientos, y ello lesiona la capacidad de la Autoridad Palestina para ejercer el control del territorio palestino. Con frecuencia, se tienen que establecer rutas hacia los asentamientos para que se pueda hacer la vigilancia militar, y eso interrumpe el libre tránsito de los palestinos por lo que, se supone, es su propio territorio. Y no se digan las confrontaciones cotidianas que hay entre colonos judíos y palestinos, en las que los palestinos suelen salir perdiendo siempre.

Parece lógico, entonces, que cada vez que Israel anuncia la ampliación de un asentamiento, venga un drama internacional. Aparentemente, son acciones que sólo incrementan los problemas y las fricciones, y alejan cada vez más la posibilidad de que los palestinos puedan tener su propio país.

Pero hay cosas que no me cuadran.

Por ejemplo: en México vivimos entre 50 y 60 mil judíos. Se nos llama “mexicanos”, no “colonos”. Jamás he visto a ningún funcionario del gobierno mexicano quejarse de que “la presencia judía en la zona poniente de la Ciudad de México lesiona la soberanía nacional”. Jamás he escuchado que la ONU, la Unión Europea o John Kerry hagan una opereta cuando se anuncia que una empresa constructora judía va a levantar una nueva torre de condominios que, seguramente, será habitada por judíos.

Vamos, hasta suena irracional lo que estoy diciendo.

“Oh, pero es que son situaciones muy diferentes…”. Sí. Seguro que lo son, empezando por el simple detalle de que México e Israel tienen una excelente relación bilateral, sin problemas diplomáticos de ninguna índole, y la pacífica estabilidad con la que interactúan como países permite que los judíos que vivimos aquí y somos mexicanos podamos hacerlo y serlo con toda normalidad.

Y yo pregunto: ¿No se supone que eso es lo que se pretende lograr entre Israel y el eventual Estado Palestino? ¿No se supone que el objetivo es la paz y la relación normal entre los dos países?

Si en México vivimos 50 mil judíos y eso no es un problema, si en Estados Unidos viven casi 6 millones de judíos y eso tampoco es un problema, si en Francia viven casi medio millón de judíos y eso tampoco es un problema, si en Brasil, Australia y Alemania viven más de cien mil judíos y eso tampoco es problema, si en Argentina y Canadá viven casi 400 mil judíos y tampoco es problema. ¿por qué tiene que ser un problema que los colonos judíos vivan en Cisjordania?

¿De verdad no se puede llegar a un arreglo entre Israel y Palestina en donde esos colonos se puedan quedar donde están viviendo?

No. No se puede. Seamos honestos. ¿Por qué? Simple: porque los palestinos los van a querer matar. Por eso y nada más por eso.

Y volvemos a los datos curiosos: Israel da por sentado que, aún en el marco de un arreglo con los palestinos, más de un millón y medio de árabes seguirá viviendo en Israel. Incluso, en un absurdo gesto, los palestinos exigen que se le permita a millones de palestinos “regresar” a Israel (es ilógico: quieren su propio país, pero quieren que sus ciudadanos se vayan a otro país).

¿Qué pasaría si Israel dijera algo así como “está bien, yo retiro a mis colonos de Cisjordania, pero ese mismo día expulso a todos los árabes de Israel”? Habría un escándalo mundial. Israel sería acusado inmediatamente de violaciones a los Derechos Humanos y de crímenes gravísimos.

Pero entonces pregunto: ¿Por qué a los palestinos no se les acusa de algo similar?

Mahmoud Abbas y cualquier cantidad de funcionarios palestinos han dicho, sin recato alguno, que el Estado Palestino debe estar LIBRE DE JUDÍOS. Así, “judenrein”, en terminología nazi clásica.

Se trata de un proyecto de nación ABIERTAMENTE RACISTA y xenófobo, basado en que un grupo de gente no puede ser parte del país y debe ser expulsado.

Cincuenta mil judíos son mexicanos; casi seis millones de judíos son estadounidenses; etcétera. ¿Por qué esos judíos de los asentamientos no pueden ser palestinos? Porque no. El palestino es un proyecto donde el judío debe ser excluido porque es judío.

Se trata de un severo problema y defecto de comprensión histórica, porque la identidad palestina original –es decir, la que se mantuvo vigente hasta el desmantelamiento del Mandato Británico de Palestina en 1948– era compartida por árabes y judíos. Es decir: en la provincia de Palestina, desde que fue llamada así por el emperador Adriano en el año 135, nunca hubo una diferenciación entre “árabes palestinos” por un lado y “judíos” por el otro. TODOS ERAN PALESTINOS.

En términos estrictamente históricos, los judíos que fundaron el Estado de Israel en 1948 eran palestinos. No más, pero tampoco menos, que los integrantes del hoy llamado “pueblo palestino”.

Pero no: el proyecto de un Estado Palestino ya se definió como racista y judeófobo, y nadie que sea judío tiene cabida allí por el simple hecho de ser judío.

Lo más grotesco es el cinismo con el que Europa y los Estados Unidos aceptan esto como lo normal y, peor aún, como el camino hacia la paz. Por eso, un judío más en la zona se convierte en un estorbo para la paz, en una agresión para los pobres palestinos a quienes no dejamos ser racistas ni xenófobos, y entonces hay que hacer un drama mundial para recordarnos a los judíos que nadie nos quiere, y nadie tiene por qué querernos. Que ni siquiera en nuestra tierra histórica podemos tener el derecho a vivir.

Cierto: los colonos israelís pueden llegar a ser muy agresivos. También ellos provocan muchos problemas. Pero si los judíos en muchos países del mundo nos hemos podido adaptar a nuestra nacionalidad y desenvolvernos de manera normal, ¿acaso ellos no pueden hacerlo?

La molesta realidad es que la solución pasa, obligadamente, por normalizar la situación. Y normalizar la situación significa que así como Israel asume que en su territorio viven y vivirán muchos árabes con nacionalidad israelí, los palestinos deberían asumir que en su territorio podrían y deberían vivir muchos judíos con nacionalidad palestina.

Pero no. ¿Judíos en Palestina? No. Los palestinos ya dijeron que de ninguna manera.

Dejémonos de tonterías. El problema no son los asentamientos judíos en Cisjordania. El problema es la política palestina abiertamente racista y anti-judía.

Sólo en esa lógica se entiende que los asentamientos sean un estorbo en las negociaciones.

Sólo en esa lógica se entiende que la presencia de judíos en la zona genere fricciones.

La postura de la Unión Europea y de la administración Obama es repugnante. Lo que deberían hacer es exigirle a los palestinos que se dejen de tonterías y simplemente admitan a los colonos como ciudadanos palestinos.

¿Demasiado pedir? Es cierto. Es obvio que es algo iluso.

Pero, por favor, díganme: ¿Por qué es iluso?

¿Porque el problema está en que el proyecto palestino es racista?

¿O porque el problema está en que los colonos son judíos?

Así está el planeta, querido lector. De cabeza. Lamentablemente, en la mentalidad de mucha gente todavía existe la profunda convicción de un judío agrede con su simple presencia, ofende por el hecho de estar allí, arruina la vida (Abbas acaba de decir que también el medio ambiente) por el puro hecho de ser judío.

Helo allí: el palestino es el único proyecto actual al que se le permite –y se le aplaude– estructurarse con los parámetros del Nazismo.

Aunque usted no lo crea.

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Irving Gatell: Nace en 1970 en la Ciudad de México y realiza estudios profesionales en Música y Teología. Como músico se ha desempeñado principalmente como profesor, conferencista y arreglista. Su labor docente la ha desarrollado para el Instituto Nacional de Bellas Artes (profesor de Contrapunto e Historia de la Música), y como conferencista se ha presentado en el Palacio de Bellas Artes (salas Manuel M. Ponce y Adamo Boari), Sala Silvestre Revueltas (Conjunto Cultural Ollin Yolliztli), Sala Nezahualcóyotl (UNAM), Centro Nacional de las Artes (Sala Blas Galindo), así como para diversas instituciones privadas en espacios como el Salón Constelaciones del Hotel Nikko, o la Hacienda de los Morales. Sus arreglos sinfónicos y sinfónico-corales se han interpretado en el Palacio de Bellas Artes (Sala Principal), Sala Nezahualcóyotl, Sala Ollin Yolliztli, Sala Blas Galindo (Centro Nacional de las Artes), Aula Magna (idem). Actualmente imparte charlas didácticas para la Orquesta Sinfónica Nacional antes de los conciertos dominicales en el Palacio de Bellas Artes, y es pianista titular de la Comunidad Bet El de México, sinagoga perteneciente al Movimiento Masortí (Conservador). Ha dictado charlas, talleres y seminarios sobre Historia de la Religión en el Instituto Cultural México Israel y la Sinagoga Histórica Justo Sierra. Desde 2012 colabora con la Agencia de Noticias Enlace Judío México, y se ha posicionado como uno de los articulistas de mayor alcance, especialmente por su tratamiento de temas de alto interés relacionados con la Biblia y la Historia del pueblo judío. Actualmente está preparando su incursión en el mundo de la literatura, que será con una colección de cuentos.