Marilyn Wennig, de 36 años, integra la ortodoxia con el mundo secular de la poesía y la literatura israelí.
ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Wenning explica cómo en el mundo secular y la familia en la que creció, las apariencias son tan importantes. Ellas desvían la atención de lo esencial, de lo que sucede en el interior, dice la investigadora y crítica del cine, guionista, poeta, activista y conferencista, quien adoptó el judaísmo ortodoxo hace unos 15 años.
La madre de siete es miembro de la secta jasídica de Belz. Para ella, cubrirse la cabeza y vestir modestamente es una especie de rebelión. El descubrimiento de la religión es también una cuestión feminista.
Wennig, rompió varios mitos en nuestra entrevista. De hecho, los prejuicios colapsan antes de conocerla, simplemente a través de su última colección de poesía titulada “¿Qué tenemos aquí?”
En “Pureza”, escribe: “¿Acaso las mujeres se tocan por error, con agrado o sin darse cuenta?”
Un poema sobre sexo no es exactamente lo que se espera de una madre israelí ultra-ortodoxa. Pero Marilyn Wennig no hace lo que se espera.
Ella nació en Australia de padres israelíes, y la familia volvió a Israel cuando tenía tres años. Desde niña escribió para periódicos infantiles, participó en programas de televisión para niños y asistió a la Escuela Secundaria Experimental en Jerusalem. Durante su servicio militar escribió para la revista de las FDI Bamajané.
Su marido Erez Hever fue su primer novio. Se separaron y luego se reconciliaron a los 21 años. Al casarse, decidió volverse religiosa. Pero aunque Erez es un estudiante de yeshiva de tiempo completo, Marilyn vive entre dos mundos. En su casa de Jerusalem es jasídica de Belzer, sus hijos estudian yiddish en escuelas jasídicas. En Tel Aviv, se reúne con profesionales de la industria cinematográfica y se mueve en un mundo completamente diferente.
Wennig no siempre ha vivido de esta manera. En los primeros años después de convertirse en una mujer ortodoxa, se familiarizó con el nuevo mundo que había elegido, dio a luz año tras año, mientras estudiaba una licenciatura en literatura y una maestría en teatro de la Universidad Hebrea de Jerusalem. También estudió en colegios y seminarios para mujeres jóvenes ultra-ortodoxas, fundó el primer y único teatro importante para mujeres haredi mientras desempeñaba varias funciones para mantener a su familia.
Escribió una tesis sobre películas ultra-ortodoxas: La industria ortodoxa en la que los directores crean películas sólo para mujeres sin subsidios del gobierno o reconocimiento oficial, publicada en un libro titulado “El Cine Haredi” de 2011.
Posteriormente, se desempeñó durante años como miembro del Consejo del Cine, el cual abandonó hace seis meses, ya que no estaba particularmente de acuerdo con el mismo ni con lo que sucede en el Ministerio de Cultura.
Wennig participó en la producción de películas para mujeres ultra-ortodoxas con el Fondo Gesher, y fundó la “Crítica de Mujeres“, un grupo de escritoras creado como contrapunto a la hegemonía masculina en la crítica del cine israelí.
Actualmente es miembro de la Escuela Mendel para el Liderazgo, una escuela de doctorado en cine de la Universidad Hebrea, crítico del cine de Salona y socia en una iniciativa de la Municipalidad de Jerusalem para la fundación de un centro cultural ultra-ortodoxo llamado “El Centro Beit Yaakov para las Artes Escénicas”.
Además, escribe un guión para una película de detectives con el cineasta israelí Eran Riklis, trabaja en una nueva publicación sobre películas y participa en un guión para una nueva serie de televisión sobre adopciones.
“Yo quiero reinventar la rueda y dejar una huella.” dice Wennig.
A veces, paga un precio por vivir en dos mundos.
Hace unas semanas, un grupo de mujeres extremistas la demandó en una corte rabínica alegando que el centro cultural que pretende fundar será un desastre para las mujeres jóvenes ultraortodoxas. El tribunal rechazó su demanda.
“He pasado días difíciles, de amenazas, violencia y violación de mi vida personal. Me he sentdo perseguida, una especie de blanco de una cacería de brujas.”
“Una amiga secular me preguntó una vez si bajo estas amenazas seguiría siendo ortodoxa si estuviera casada y con siete hijos. Respondí que definitivamente sí. No creo que haya otra manera de alcanzar la santidad y pureza como un ideal que a través de la Torá.”
Wennig fue despedida del seminario de Beit Yaacov el año pasado a causa de sus poemas.
“Las madres mostraron a los directores mi obra y dijeron que era inconcebible que alguien que escribe esos poemas siga enseñando en Beit Yaacov.”
Hace cinco años, cuando se publicó su primer libro sobre el cine ultra-ortodoxo, Wennig fue invitada a un programa de televisión y se preguntó si era adecuado.
“Mi marido me sugirió escribir al rabino. Lo hice y él respondió que podría probar y ver si traería algo bueno.”
Según Wennig, ella vive al borde, sin pasar el límite.
Sin embargo, cuando intentó entrar en la política fue detenida. Ella deseaba correr para la Municipalidad de Jerusalem en 2013 con una facción religiosa-secular. A pesar de que pudo ser elegida, muchas personas estaban en su contra y fue objeto de amenazas.
“Hubo una época en la que mi marido no podía siquiera ir a la sinagoga y amenazaron con expulsar a mis hijos de la escuela,” expresó. Ella cedió y abandonó la carrera.
“Hoy, me encuentro con más mujeres que buscan cambiar su status en la sociedad haredi. Es un deseo, un intento de maniobrar. Para muchas, la academia o la licencia para conducir son una prueba de su capacidad de maniobrar entre el hogar y el trabajo. Algunas lo hacen en silencio y evitan la crítica social. Otras lo hacen en voz alta sabiendo que pagarán un precio.”
Wenning lamenta ver a otras mujeres que no pueden realizarse de la misma manera cuando regresan a sus raíces religiosas.
“Me duele encontrarme con otras mujeres que al adoptar la religión se borran a sí mismas. Sacrifican tanto para convertirse en algo que no son. No las juzgo, pero siento que es una lástima, porque sé y creo que es posible ser ultra-ortodoxa y conservar la individualidad sin que una cosa venga a expensas de la otra.”
Fuente: Haaretz / Tsafi Saar
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