YOSSI MELMAN
La misteriosa muerte de Mustafa Badreddine es un golpe a la ya baja moral de Hezbolá y un ejemplo de la vulnerabilidad del grupo.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Las circunstancias de la muerte del “Ministro de Defensa” de Hezbolá Mustafa Badreddine son un misterio, al igual que la mayor parte de su vida en la tierra. Hezbolá lanzó un comunicado oficial el sábado, diciendo que fue asesinado hace unos días por los rebeldes cerca del aeropuerto de Damasco.
A diferencia de anteriores asesinatos de sus principales comandantes en los que se culpaba a Israel, este anuncio aparentemente liberaría a Israel de la responsabilidad del acto. Sin embargo, los medios de comunicación árabes también citaron a un Miembro del Parlamento de Hezbolá en el Líbano, así como a varios ex generales iraníes, diciendo que “los rebeldes” están trabajando bajo las órdenes de “los sionistas”. Aún así, el anuncio es una clara señal de que la organización chiíta libanesa no desea escalar sus relaciones con Israel.
Todavía no está claro cómo murió Badreddine – hay informes de que murió en una explosión de artillería, y otros que afirman que fue alcanzado por un misil, e incluso algunos informes dicen que el misil fue lanzado desde un avión. En cualquier caso, está claro que los que planearon y llevaron a cabo el asesinato tenían información de inteligencia precisa. Sobre todo porque Badreddine sabía que tenía enemigos que serían felices de que se uniera a su primo y cuñado Imad Mughniyeh, muerto hace ocho años, también en la capital de Siria en una operación atribuida al Mossad con ayuda de la CIA.
Mientras que Israel no ha respondido oficialmente a la muerte de Badreddine, el portavoz oficial de la Casa Blanca hizo hincapié en que EE.UU. no estuvo involucrado en el asunto. Sin embargo, es extraño que hasta el momento nadie haya reivindicado la responsabilidad de la operación, ni siquiera uno de la lista de grupos rebeldes sirios. La lista de los que lo querían muerto era larga. Además de EE.UU. e Israel, todos los grupos rebeldes de Siria, Francia, Arabia Saudita, Kuwait, y otros están contentos de que uno de los terroristas más crueles y buscados en el mundo esté muerto. También se ha planteado la posibilidad de que fuera asesinado por uno de sus rivales dentro de Hezbolá, pero es más probable que se trate de desinformación difundida por el departamento de guerra psicológica de alguna agencia de inteligencia.
Mustafa Badreddine nació en Beirut en 1962 y junto con Mughniyeh fue de los primeros en alistarse en las filas de Hezbolá, que se formó en el Líbano a principios de 1980 por iniciativa del Irán de Jomeini y los clérigos chiítas libaneses. De acuerdo con un documento del Centro Israelí de Conmemoración y Herencia de Inteligencia en Glilot, antes de unirse a Hezbolá, eran agentes de “Fuerza 17”, una unidad de fuerzas especiales de Fatah. Durante el mismo período, Mughniyeh se casó con Sada, hermana de Bedreddine.
A pesar de su corta edad – tenían unos 20 años – se ganaron una reputación como audaces y notorios terroristas que participaron en una serie de operaciones: coches bomba, asesinatos y secuestros de aviones. La “especialidad” de Badreddine era preparar explosivos y bombas de gas con el fin de fortalecer la explosión y causar un número particularmente elevado de víctimas.
Estados Unidos y otras agencias de inteligencia occidentales atribuyen a Badreddin la fabricación de coches bomba y su participación directa en los dobles ataques terroristas de 1983 que destruyeron el cuartel general de la fuerza multinacional en Beirut, matando a 241 marines estadounidenses y 48 paracaidistas franceses.
Dos años más tarde fue detenido en Kuwait con pasaporte libanés bajo el nombre de Elias Saab, y fue condenado a cadena perpetua, junto con otras 16 personas tras ser declarado culpable de llevar a cabo ataques terroristas contra las embajadas de EE.UU. y Francia, una central eléctrica, un atentado contra el líder del país y más. Sesenta y cuatro personas murieron en estos actos de terror.
Los ataques terroristas se llevaron a cabo de forma simultánea, y por lo tanto Badreddine puede considerarse “el inventor” de la táctica adoptada años más tarde por Osama bin Laden y Al Qaeda.
Mientras estaba en la cárcel, su agresividad y comportamiento despiadado no se suavizaron. Atacó a un guardia de la prisión con una navaja y lamentó haberle sólo destrozado la cara y no lograr decapitarlo. Su cuñado Mughniyeh y agentes de inteligencia iraníes hicieron todo lo posible para sacarlo de la cárcel. Secuestraron rehenes estadounidenses y occidentales en el Líbano, atacaron objetivos de Kuwait y secuestraron un avión de pasajeros de Kuwait. Sin embargo, el emir de Kuwait se negó a ceder. Sólo en 1990, en medio de la ocupación de Kuwait por parte del Irak de Saddam Hussein, Badreddine aprovechó el caos y escapó de nuevo a Líbano con la ayuda de agentes de inteligencia iraníes.
Se hizo el segundo de Mughniyeh unos años más tarde y responsable (junto con Talal Hamia) de las operaciones externas. Un día antes de la retirada del ejército israelí del Líbano, llegó, junto con su cuñado y otros tres miembros de alto rango de Hezbolá, para patrullar la frontera. La Inteligencia Militar israelí reconoció a los “Fab Five” (los 5 Magníficos) de Hezbolá y preparó una misión de asesinato, pero en última instancia no fue aprobada por el entonces ministro de Defensa, Ehud Barak.
En 2005, Badreddine sirvió como “jefe de proyecto” del asesinato del entonces primer ministro libanés Rafik Hariri, que era pro-occidental y pro-saudí. La operación se llevó a cabo como iniciativa conjunta de la inteligencia Siria y Hezbolá. Investigadores de la Corte Penal Internacional patrocinados por la ONU encontraron a Badreddine y otros tres miembros de Hezbollah responsables del asesinato de Hariri y exigieron que fueran extraditados y sean sometidos a juicio. El gobierno libanés, bajo amenaza de Hezbolá, no accedió a la solicitud de la CPI.
Badreddine se volvió aún más alerta y se sumergió más en la clandestinidad, ganándose el apodo de “Shadowman” (el hombre-sombra). Sin embargo, esto no le impidió disfrutar de los placeres de la vida. Haciéndose pasar por Sami Issa, visitó casinos, alternó con mujeres y siendo un ávido buceador, navegó en su barco de pescador. Después de la muerte de Mughniyeh en 2008, fue nombrado comandante militar supremo de Hezbolá, que también le hizo responsable de vengar la muerte de su cuñado con intentos de atacar objetivos israelíes (en su mayor parte fracasaron) en India, Georgia, Tailandia, Chipre y Burgas, Bulgaria. En el último ataque, murieron seis personas, cinco de las cuales eran israelíes.
La muerte de Mustafa Badreddine es un golpe a Hezbolá que reducirá aún más la ya baja moral de la organización debido a la guerra en Siria. La muerte de los cuñados muestra que, a pesar de su estricta compartimentación, Hezbolá es un grupo que las agencias de inteligencia logran penetrar. Esto compromete aún más la sensación de seguridad para el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah y su patrón, el general Qassem Suleimani, comandante de la Fuerza Quds de Irán. También es un golpe a la operatividad de la organización, pero con el tiempo Hezbolá se recuperará y elegirá un nuevo comandante militar, probablemente Talal Hamia.
Fuente: The Jerusalem Post – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
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