El 17 mayo, Aish Center México tuvo a bien presentar la conferencia de Saúl Blinkoff, animador de Disney. En su afán de poder ayudar a los más desprotegidos, el Rabino Arturo Kanner, a nombre de Aish Center México, agradeció a los miembros de esta institución sus contribuciones, las cuales contribuyen a la mejora de la educación en México.
DIEGO BOLAÑOS E ISAAC BARUHOVICH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO- Saul Blinkoff comenzó su carrera como animador para los estudios de Walt Disney. Hizo su debut como director con la serie de acción y aventura de la cadena Spy Groove para MTV. Poco después, se reincorporó a Disney, dirigiendo las películas de Winnie the Pooh: Primavera con Roo y de Kronk New Groove, protagonizada por David Spade. Saúl también ha dirigido anuncios nacionales de alto perfil para clientes como Best Buy, Dunkin Donuts y Mercedes Benz.
Pero ¿cómo llega uno a trabajar en la mejor empresa de animación del mundo? Éstas son las lecciones de Saúl Blinkoff en Aish Center México:
“Un día, a mis 11 años, fui a ver E.T. y cuando la película finalizó, le dije a mi mamá que quería hacer películas algún día. Crecí en Nueva York, no conocía a ningún director de cine o productor: lo único que sabía era lo que quería hacer. Y era hacer películas. Había
un gran problema: no tenía idea cómo.
Fui a la librería, compré películas, libros, cámaras, lentes. Descubrí que el director de ET era judío, Steven Spielberg. Y pensé: si él es judío y pudo, yo también podré.
Empecé a hacer películas filmando a mis hermanos, películas de monstruos, de niños, películas de secuestros.
Cuando cursaba secundaria una persona me dijo que si quería ser director de películas tendría que ir a Hollywood y acabaría siendo un tipo extraño. Entonces me di por vencido, pensé en dedicarme al arte. Comencé a hacer pintura, y no era muy bueno en ello. Me gustaba ser artista, hice mi portafolio.
Un día fui al cine y vi otra película que cambió mi vida, La Sirenita. Me dije que quería ser un animador. Combiné mi amor por dibujar y por hacer películas. Y me enteré que Disney tiene un estudio en Orlando, así que no tendría que ir a Hollywood.
No tenía idea por donde empezar, lo único que tenía era la mamá que más apoyo podía dar en el mundo. Fuimos a Disney y mi mamá le decía a todos que quería ser animador allí. Una persona le reveló que, si quería trabajar para Disney, tenía que ser parte del “cast” de Disney. Fui al edificio de casty una señorita me dio una hoja de papel, la más valiosa que haya cargado en mi mano. Incluía la lista de ocho escuelas de animación en las cuales Disney reclutaba animadores. De repente, lo imposible se vislumbró posible.
Fuimos a distintas escuelas de arte para ver en cuál cursaría. Me sentí intimidado por el alto nivel de algunas. Pero pensé que todos en el mundo quieren lo mismo en la vida, grandeza. Nadie quiere ser mediocre.
Michael Jordan era mi héroe de joven. Pero cuando recibía criticas, a pesar de ser el mejor jugador, las utilizaba para trabajar y ser mejor. A base de trabajo alcanzó muchas cosas.
Todos sabemos qué hacemos bien y sabemos que hacemos mal. Lo que no hacemos bien, debemos intentar mejorarlo. Así tenemos que trabajar. El secreto es darnos cuenta en qué tenemos que mejorar para alcanzar la grandeza. Mucha gente es buena en muchas cosas, pero ¿cuántos de ellos tienen grandeza?
Cuando pensé en eso, decidí en ir a la mejor escuela porque, aunque habría más presión, tendría que mejorar. Un representativo de Disney visitó la escuela, una semana después de iniciadas las clases, preguntó cuántos querían trabajar en Disney; todos levantaron la mano. El hombre dijo que a lo mejor cuatro de esos trecientos cincuenta lograrían llegar a Disney. Así de competitivo es eso.
Pensé: ¿Quiénes serán los otros tres que irán a Disney conmigo?
En la vida, o crees en ti- o no. Yo creí en mí mismo, y tenía claro qué quería. Un día fui a una fiesta, y vi a una persona en una esquina dibujando a gente tomando cerveza. Le pregunté qué clase era. Me dijo que ninguna; le pregunte por qué dibujaba, me contestó que porque quería mejorar. Se convirtió en mi mejor amigo. Lo que lo hizo grande era que siempre practicaba, y yo, sólo ser su amigo me hizo un mejor artista, me dio una mejor ética de trabajo.
Quien escogemos como amigo en la vida define quiénes somos y dónde llegamos en la vida.
Cuando mandé mi portafolio, recibí una carta de Disney que anunciaba que había sido rechazado. Eso no me limitó. Seguí yendo al zoológico con mi amigo Andy y allí dibujábamos. Dibujábamos todo el tiempo. Andy y yo volvimos a enviar nuestros portafolios.
Andy me llamó a decir que había sido aceptado. Yo me quedé esperando la llamada, pero no llegó. Le hablé a un ejecutivo de Disney. Me dijo que no había conseguido la pasantía. Fue un momento dulce y amargo. Mi amigo logró su sueño, pero yo no. Andy fue a Disney y yo tuve que regresar a Columbus, Ohio. Era conocido como el amigo del que fue aceptado a Disney.
Me di por vencido. Lo sucedido me dio un golpe de realidad. Pensé que no era talentoso ni competente. Afortunadamente recuperé mi confianza, y llamé a Disney, a preguntarle al ejecutivo qué tan cerca había estado de ser elegido. Me respondió que, de miles de solicitudes habían aceptado a diez y siete, y yo había sido el candidato numero veinte.
Estaba tan cerca… pero pensaba que estaba a kilómetros de distancia.
Volví a la escuela con mayor determinación, sabiendo qué me faltaba. Un maestro se acercó y me dijo que no podemos controlar en la vida lo que nos rodea, pero podemos controlar qué tan duro trabajamos en la vida.
Me apuntó algo en un papel: “Nadie trabajó más duro que yo hoy“ y me dijo que si eso no era realidad al acostarme, tenia que seguir trabajando hasta que lo fuera.
Esta frase la puse en mi escritorio, junto con mis dos cartas de rechazo,como motivación. Y rodeé mi cuarto de cuadros que eran de artistas mucho mejores que yo.
Hice esto porque, para crecer en la vida, hay que tener una visión de qué aspiramos a ser, o en qué nos queremos convertir.
En la vida, cuando fallamos, debemos preguntarnos por qué sucedió; pero incluso cuando tenemos éxito, podemos mejorar.
Para crear mi nuevo portafolio adquirí una nueva filosofía, “Excede las expectativas”. Andy, un día, me llamó y me dijo que yo había sido aceptado. Le di las gracias, y luego llamé a mi mamá y le declaré “Lo hicimos, porque sin ti, sin tu apoyo, no hubiera sido posible”.
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