La palabra marrano se utilizó de modo despectivo para identificar a judíos convertidos al catolicismo
El origen de la palabra marrano la cual se utilizó (y aún se utiliza) de modo despectivo para identificar a judíos convertidos al catolicismo y a sus descendientes, no proviene del nombre del animal, sino al contrario: relacionando a los primeros con un animal considerado inmundo. Aún hoy mantiene su definición: sucio y desaseado: el muy marrano se ducha una vez al mes; quien actúa de forma grosera: ese marrano me ha dicho unas groserías que no quiero repetir; quien actúa con malas intenciones: es un marrano y sólo piensa en su propio beneficio; [judío] converso.
El origen hebreo de la palabra proviene de la unión de dos palabras “mar” (מריר) que significa amargo y “anus” (הכריח) que significa forzado y se pronuncia maranus. Al escucharlo los españoles de los judíos, asociaron la impureza de la sangre de los conversos desde el punto de vista religioso, con la impureza del cerdo e impusieron el nombre a los mismos, a modo de escarnio a estos conversos y a sus descendientes.
El paso de los siglos convirtió a la comunidad judía ibérica en una de las mayores del mundo de su época. De ella emanaron figuras como el teólogo, filósofo y médico Moché ben Maimón (Maimónides), nacido en Córdoba en 1135, así como muchas destacadas figuras españolas en los campos de las artes, las finanzas, la navegación la medicina y la filosofía.
En el hebreo moderno ya no se utiliza maranus, se utiliza el término anusim, que significa “los forzados” para identificar a los conversos que en tiempos de la Inquisición fueron forzados a convertirse al cristianismo, aunque siguieron cumpliendo los preceptos judaicos en secreto y también para los descendientes de aquellos que regresan a sus raíces judaicas.
Durante los primeros 50 años después de la expulsión, hubo un éxodo constante de anusim de la Península Ibérica hacia América, donde nadie les conocía y podían pasar inadvertidos y evitar ser discriminados por su origen. Así y todo, la Inquisición les persiguió en sus nuevos hogares, y muchos fueron despojados de sus bienes y condenados a la hoguera.
Se puede imaginar la tragedia que fue para estos miles de judíos españoles tener que renunciar a su identidad y a su tradición.
Varias comunidades de anusim sobreviven hoy en día, especialmente en las antiguas regiones de influencia española, como el suroeste de Estados Unidos, Antioquia en Colombia y gran parte del norte de México como Nuevo León.
En Mallorca aún se conoce a los descendientes de los judíos conversos como “chuetas”, según se dice porque acostumbraban poner a cocinar una chuleta de cerdo cerca de las ventanas frontales de la casa mientras celebraban en secreto las festividades judías. Entre los apellidos de descendientes de chuetas más conocidos figuran tales como Mir, Miró, Montaner y Martí. Por supuesto Joan Miró era mallorquín. También es interesante encontrar en las montañas en la frontera española-portuguesa particularmente en la frontera de Extremadura-Andalucía descendientes de los anusim, así como en Huelva y Gibraltar, Málaga y Almuñécar.
Pero como siempre el pueblo hebreo resurge de sus cenizas, es interesante ver el movimiento a través del cual muchos descendientes de anusim están recuperando, a nivel individual y comunitario, conciencia del vínculo de pertenencia con sus antepasados. Miles de ellos se encuentran actualmente en proceso de búsqueda espiritual y nacional, a fin de retornar a sus raíces judías.
Hoy en día muchísimas personas que no habían tenido ningún tipo de contacto con el judaísmo, indagan sobre sus apellidos, estudian las costumbres y tradiciones de sus propias familias y cuando las comparan con las costumbres y tradiciones judías encuentran similitudes que les hacen investigar más a fondo en su pasado, descubriendo en muchos casos el origen de esas tradiciones familiares, lo cual resulta en un mayor interés y comprensión del judaísmo y el deseo a pertenecer al milenario pueblo. Incluso algunos, gracias a los avances de la ciencia, se hacen pruebas de ADN buscando sus cromosomas judíos para comprobarlo.
Lo intentaron los romanos cuando los expulsaron de la tierra de Israel. Les imitaron los persas, los ingleses y los inquisidores españoles. Trataron también los europeos con dosis de aislamiento y progroms. El nazismo se esforzó con más esmero y, en pocos años, exterminó a seis millones. Los comunistas hicieron lo suyo. Hoy los radicales musulmanes sueñan con aniquilarlos. A pesar de todo han sobrevivido, crecido y reconquistado Israel, su tierra ancestral, para convertirla en un paraíso. A todos sus enemigos los han vencido y sobrevivirán una vez más. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
Fuente: El Nuevo Herald Miami – Roland Behar
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